Realities | Draco Malfoy

Capítulo 2

𝕽| 𝒄. ₀₀₂
—𝓒.𝓑─

El intenso sol de Seattle invadió mi rostro en el momento más inoportuno de un hermoso sueño, reafirmándome algo que ya venía pensando desde hace días.

Realmente odio el verano.

La sonrisa burlona de mi madre cuando me incorporé torpemente en la cama solo agravó mi aversión por las mañanas, o quizás solo por levantarme de la cama en general. A pesar de su descaro al despertarme de esa manera, ambas compartimos una sonrisa y, como era costumbre, mi madre me dio las mismas indicaciones de siempre.

—... Y no te olvides de desayunar, Camila. —añadió mientras se aferraba al bolso que colgaba de su hombro antes de salir de la habitación.

Ambas disfrutamos de una relación sana y cercana entre madre e hija, y podríamos considerarnos incluso mejores amigas. Realmente la amo profundamente y valoro cada momento que paso a su lado. Lorraine es una persona excepcional, y no hay nadie en el mundo a quien aprecie más que a ella.

En la escuela, nunca fui una de las personas más populares, aunque tampoco pasaba desapercibida. A pesar de tener varios amigos, rara vez solía verlos después de clases o en vacaciones debido a mi naturaleza introvertida. Sin embargo, desde que levantaron la cuarentena, mi madre me ha animado a pasar más tiempo con mis amigos. Nos encontramos en una etapa post-pandémica después de que un virus mortal afectara nuestra sociedad. Mi madre y yo nos mudamos a Seattle antes de que todo esto ocurriera. Estaba a punto de terminar el año escolar en mi nueva escuela cuando nos ordenaron permanecer en casa hasta nuevo aviso.

Aunque viví aquí durante un largo período aquí cuando era niña, el lugar se sentía nuevo y algo vacío, a pesar de estar lleno de recuerdos.

Mi madre siempre insistía en que debería socializar más y conocer a más personas, pero nunca me sentí con la necesidad de hacerlo, excepto cuando hago amigas por internet. ¿Cómo es que puedo conectarme tan fácilmente con alguien en línea y no con un vecino o compañero de escuela? Aunque mi madre no estaba del todo de acuerdo, al menos se alegraba de que no fuera mi única amiga; eso no me incomoda en lo absoluto, ella es increíble.

Después de meditar durante unos minutos, me acerqué a la mesa de noche y tomé mi teléfono, revisando detenidamente cada notificación. Después de responder algunos mensajes, caí rendida de nuevo ante el cansancio.

Lo que pareció durar solo segundos resultó en gran parte del día transcurrido durante esa pequeña siesta.

Mamá seguramente me regañaría.

Bajé a la cocina sigilosamente, asegurándome de que mi madre no estuviera cerca con los brazos cruzados y una mirada severa en el rostro, pero, en cambio, la encontré ocupada preparando otro de los postres que había visto en internet. Es una víctima de los canales de cocina tentadores en YouTube, y debo admitir que tiene una habilidad bastante buena.

El miedo que sentí al verla allí, sosteniendo el rodillo amenazadoramente y apuntando en mi dirección, fue inmenso. Pero, en cuestión de segundos, su expresión cambió y soltó una risa sonora.

—Por fin despiertas, señorita —dijo con una sonrisa antes de volver su atención a su portátil.

—Madre, tratar de ver al amor de mi vida requiere tiempo, ¿sabes? —comenté mientras me servía el almuerzo que ya estaba listo.

Decidí no desayunar en ese momento para evitar enojarla.

—Espero que no estés haciendo nada de lo que puedas arrepentirte luego —advirtió Lorraine con un tono nada amigable.

A pesar de que su confusión era inmensa cuando le comentaba todas las cosas que encontraba en internet, ella trataba de tomarlo tan en serio como yo solía hacerlo, aunque fueran tonterías, según ella. Me alegraba saber que, al menos, me escuchaba. Era bueno tener a alguien con quien hablar, a veces unos simples mensajes de texto con amigas no bastaban.

—Las probabilidades de que eso suceda son muy bajas —respondí, sentándome para disfrutar de la comida.

—Ya veremos... —Lorraine metió el recipiente que contenía su postre al horno y luego se sentó a mi lado—. ¿Hoy no tuviste clases? —preguntó, controlando el tiempo en que su postre se cocinaba.

Oh, cierto, las clases. Las había olvidado por completo.

—Literalmente me desmayé toda la mañana, no asistí hoy —confesé jugando un poco con la comida, evitando su mirada, que seguramente estaría llena de furia.

Mi madre era una mujer encantadora, pero tenía un carácter imponente. Me costaba dar mi brazo a torcer, aunque esta vez sabía que tenía motivos para enojarse o castigarme.

—Camila, no me parece justo que luego de...

Y ahí íbamos de nuevo.

• • •

Draco Malfoy finalmente encontró algo de paz después de semanas de lidiar con una voz en su cabeza. Al principio, la voz le pareció extraña e incluso le resultó intrigante debido a su singularidad. Sin embargo, con el tiempo, la voz comenzó a causarle estrés y frustración, llegando al punto de odiarla. Sabía que esa voz no pertenecía a nadie en Hogwarts, lo que lo llevó a pasar semanas tratando de identificar a la persona detrás de ella, pero sus esfuerzos fueron en vano. Le preocupaba contarle a alguien más sobre este extraño fenómeno y temía que tal vez estuviera perdiendo la cordura. Además, tenía la pequeña teoría de que podría tratarse de una broma de los amigos de Harry Potter, quien recientemente se había unido a su círculo y no perdería la oportunidad de molestarlo junto con sus compañeros.

—¡Weasley! ¡Eh, Weasley!

Harry, Ron y Hermione se volvieron. Malfoy, Crabbe y Goyle estaban ante ellos, muy contentos por algún motivo, a excepción de Malfoy claramente, pero lo ocultaba perfectamente.

—¿Qué? —contestó Ron lacónicamente.

—¡Tu padre ha salido en el periódico, Weasley! —anunció, blandiendo un ejemplar de El Profeta y hablando muy alto, para que todos cuantos abarrotaban el vestíbulo pudieran oírlo—. ¡Escucha esto!



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En el texto hay: draco malfoy, dracomalfoy, realidaddeseada

Editado: 31.08.2024

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