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Dumbledore se había dirigido a todo el colegio aquella mañana. Simplemente nos había pedido que dejaran a Harry tranquilo, que nadie le hiciera preguntas ni lo forzara a contar la historia de lo ocurrido en el laberinto. Él notó que la mayor parte de sus compañeros se apartaban al cruzarse con él por los corredores, y que evitaban su mirada. Al pasar, algunos cuchicheaban tapándose la boca con la mano. Le pareció que muchos habían dado crédito al artículo de Rita Skeeter sobre lo trastornado y posiblemente peligroso que era. Harry parecía disfrutar hablar Hermione, Ron y yo, o simplemente disfrutar de una partida de ajedrez mágico. Desde lo sucedido, el tiempo que pasaba con mis compañeros de casa o sala común se limitó a solo ir por las noches para dormir. Luego de haberle gritado esas a Fudge, noté que habíamos alcanzado tal grado de entendimiento que no necesitaban poner determinadas cosas en palabras: que los cuatro esperaban alguna señal, alguna noticia de lo que ocurría fuera de Hogwarts, y que no valía la pena especular sobre ello mientras no supieran nada con seguridad. La única vez que mencionaron el tema fue cuando Ron le habló a Harry del encuentro entre su madre y Dumbledore, antes de volver a su casa.
—Fue a preguntarle si podías venir directamente con nosotros este verano —dijo—. Pero él quiere que vuelvas con los Dursley, por lo menos al principio.
—¿Por qué? —preguntó Harry.
—Mi madre ha dicho que Dumbledore tiene sus motivos —explicó Ron, moviendo la cabeza—. Supongo que tenemos que confiar en él, ¿no?
—Probablemente... —musité, mirando hacia el patio y soltando un suspiro.
—Ella también mencionó de que Dumbledore le pidió un favor —dijo Ron—. Si... si algo sale mal y tu familia... ya sabes, dijo que te ofreciéramos algún tipo de asilo...
Alcé la mirada y Ron suspiró.
—Mamá le dijo que pensaba hacerlo si se lo pidiera o no, que no debías de estar en un ambiente de ese tipo; pero solo sería en caso de que corrieras peligro, porque... también correríamos riesgo si tus papás..
—Entiendo —lo corté—. Gracias por... darme esta oportunidad. Por confiar en mí.
—Sabemos que eres diferente, Camila —dijo Harry—. Desde siempre demostrarte ser más que de lo que te limitaron.
• • •
Como ya no había profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, tenían aquella hora libre. En la del jueves por la tarde aprovecharon para ir a visitarlo a su cabaña. Era un día luminoso. Cuando se acercaron, Fang salió de un salto por la puerta abierta, ladrando y meneando la cola sin parar.
—¿Quién es? —dijo Hagrid, dirigiéndose a la puerta—. ¡Harry!
Salió a su encuentro a zancadas, aprisionó a Harry con un solo brazo, lo despeinó con la mano y dijo—: Me alegro de verte, compañero. Me alegro de verte.
Al entrar en la cabaña, vieron delante de la chimenea, sobre la mesa de madera, dos platos con sendas tazas del tamaño de calderos.
—He estado tomando té con Olympe —explicó Hagrid—. Acaba de irse.
—¿Con quién? —preguntó Ron, intrigado.
—¡Con Madame Maxime, por supuesto! —contestó Hagrid.
—¿Han hecho las paces? —quiso saber Ron.
—No entiendo de qué me hablas —contestó Hagrid sin darle importancia, yendo al aparador a buscar más tazas.
Después de preparar té y de ofrecerles un plato de pastas, volvió a sentarse en la silla y examinó a Harry detenidamente con sus ojos de azabache.
—¿Estás bien? —preguntó bruscamente.
—Sí —respondió Harry.
—No, no lo estás. Por supuesto que no lo estás. Pero lo estarás.
Harry no repuso nada.
—Sabía que volvería —dijo Hagrid, y Harry, Ron y Hermione lo miraron, sorprendidos—. Lo sabía desde hacía años, Harry. Sabía que estaba por ahí, aguardando el momento propicio. Tenía que pasar. Bueno, ya ha ocurrido, y tendremos que afrontarlo. Lucharemos. Tal vez lo reduzcamos antes de que se haga demasiado fuerte. Eso es lo que Dumbledore pretende. Un gran hombre, Dumbledore. Mientras lo tengamos, no me preocuparé demasiado.
Hagrid alzó sus pobladas cejas ante la expresión de incredulidad de sus amigos.
—No sirve de nada preocuparse —afirmó—. Lo que venga, vendrá, y le plantaremos cara. Dumbledore me contó lo que hiciste, Harry —el pecho de Hagrid se infló al mirarlo—. Fue lo que hubiera hecho tu padre, y no puedo dirigirte mayor elogio.
Harry le sonrió. Era la primera vez que sonreía desde hacía días.
—¿Qué fue lo que Dumbledore te pidió que hicieras, Hagrid? Mandó a la profesora McGonagall a pedirle a ti y a Madame Maxime que fueran a verlo... aquella noche.
—Nos ha puesto deberes para el verano —explicó Hagrid—. Pero son secretos. No puedo hablar de ello, ni siquiera con ustedes. Olympe... Madame Maxime para ustedes... tal vez venga conmigo. Creo que sí. Creo que la he convencido.
—¿Tiene que ver con Voldemort?
Hagrid se estremeció al oír aquel nombre.
—Puede —contestó evasivamente—. Y ahora... ¿quién quiere venir conmigo a ver el último escreguto? ¡Era broma, era broma! —se apresuró a añadir, viendo la cara que ponían—. ¿Cómo...cómo ha estado Camila? ¿Cómo ha tomado lo de sus padres?
—Aunque no hable del tema, sé que le afecta —respondió Hermione, soltando un suspiro.
—Saben que ella está aquí por ustedes ¿verdad? El bando que ella tomó... fue gracias a ustedes —dijo Hagrid, mirando detenidamente a Harry, Ron y Hermione.
Harry alzó la mirada y Hagrid sonrió levemente.
—Ella debe de estar sufriendo mucho, confundida por todo esto. Conozco a su familia, y te diré que no veo salvación en ellos. Pero en Camila sí la veo. Creció rodeada de cosas terribles en las que nosotros no creemos, pero confiaba ciegamente en sus padres. Los Bellerose jugaron un papel importante en la guerra, como espías dobles —se detuvo, verificando que los muchachos podían oírlo atentamos y continuó—. La razón por la cual Dumbledore no confía en ellos es porque, simplemente, son ellos. Sabemos que su posición en el tablero solo les beneficia a ellos, pero Dumbledore creía en su capacidad de redimirse. Los Bellerose no son traidores a la sangre, créeme, son solo más de los privilegiados en nuestra comunidad. Podría decir que son los primeros en la fila. Nada de lo que hacen es casualidad, deben tener eso en claro.
¿Su padre? Es la persona más cruel y malvada que he conocido. Muchos lo consideraban la mano derecha de... ya sabes quién en sus años de gloria. A pesar de su corta edad, tenía una destreza alucinante; nadie salía vivo de un enfrentamiento con Nathaniel Bellerose. ¿Su madre? Ella es la verdadera Caja de Pandora; Josephine Bellerose es una mujer que no tiene miedo de pasar sobre quien sea para lograr lo que quiere, es cruel y manipuladora, tiene un encanto único que utiliza para hacer que la gente haga cosas a su favor, es una sobreviviente, ella buscó la forma de mantenerse viva hasta el ultimo momento. Es mejor no meterse en su camino, pues no dudara en arrancarle la cabeza a quien sea que se entrometa entre ella, sus objetivos, pero sobretodo, su familia. Delicada, frágil... una verdadera muñequita de porcelana, pero no es más que una simple fachada. Fría, manipuladora, soberbia, ególatra... eso es lo que realmente es... pero lo que muy pocos llegan a ver. El arte de fingir ser alguien que no es, lo ha perfeccionado como nadie.
Los Bellerose y Archibald son unos monstruos, y eso no me sorprende. No esperaría menos de una familia que proviene del mismísimo Grindelwald. Cuando conocí a Camila, pensé que le haría justicia a su apellido, pero siendo sincero, es su apellido el que no le hace justicia a ella. A pesar de que nunca fue como Josephine o Nathaniel, lo único que conocía era lo que le inculcaron. Camila ha renunciado a todo por ustedes, por ti, Ron, por ti, Hermione... por ti, Harry. Decidió estar de tu lado, creer en ti, a pesar del alto precio que tendría que pagar. Y no me refiero solo a perder su herencia o el legado de ser una Bellerose-Archibald. Camila corre peligro si los Bellerose están con Quien-ustedes-saben esta vez. Las personas que la rodean, el tipo de familia que tiene, la exponen en contra de su voluntad. Me duele pensar en las cosas que podría pasarle durante este verano.
Es una chica increíble, de verdad lo es. Valórenla, ha demostrado ser una gran amiga durante todo este tiempo. Dumbledore y yo confiamos en ella. Cuídenla, por favor. Camila está en una situación muy difícil, tener que elegir entre su familia y sus amigos debe ser terrible. Ustedes son sus únicos amigos con moral y valores respetables, en quienes ha decidido creer. Me dolería mucho verla ceder ante la presión de su familia y dejarse llevar por lo que le digan. De verdad, me dolería verla tratando de encajar en un mundo al que no pertenece. Háganlo, no porque perderla represente un gran riesgo para todos ustedes, sino porque ella lo vale, ella es una más de nosotros.