Rebelión: La ciudad de los caídos

Acker

—Tenemos que irnos...— dije con la voz temblorosa sentada en una esquina del frio lugar mientras era consolada por Set —Él sabe dónde estoy..., estoy segura que lo sabe— mascullé en voz baja.

—Tienes que llevarte a Gabrielle de aquí— Khaler se puso de píe para acercarse a Set y a mí —Puedo contenerlo lo suficiente para sacar ventaja y ustedes puedan alejarse— dijo con el entrecejo fruncido mientras Set analizaba lo que él le decía.

—¡¿Acaso te vas vuelto loco?!— exclamé sobresaltada — ¿Crees que voy a dejarte aquí?, ¡vamos, no me jodas! — elevé la voz con los nervios de punta mientras ambos chicos se quedaban perplejos ante mi reacción —¡Nos quedaremos juntos y si tenemos que pelear lo haremos, pero nadie va a quedarse atrás! — espeté con enojo observándoles a ambos —Ahora larguémonos de aquí— me enfundé mi abrigo yendo hacia la salida.

—¡Ah! Como me encanta esa mujer— escuché gritar a Set quien corrió tras de mí.

La noche volvió a caer y nosotros seguíamos andando por la zona boscosa que se encontraba entre la zona dos y tres. Antrum se encontraba ubicada entre grandes hectáreas de bosques dividida por largos caminos de concreto entre arboledas, para ser una ciudad donde temibles asesinos vivían era realmente hermosa, los caminos eran iluminados por tenues farolas. Todo estaba desolado, ya que mayormente las personas caminaban por ahí en el día, por lo cual la noche era completamente fantasmal.

Set y yo caminábamos charlando entre risas, algo que al parecer a Khaler le molestaba en sobre manera. Desde que salimos de la fábrica no había vuelto a dirigirle la palabra cada vez que él pretendía caminar a mi lado yo me adelantaba, empeorando más su mal humor. Al parecer ser ignorado no está entre sus cosas favoritas. Pero estaba molesta por su intención de anteponer su vida a la mía. Acepto que me gustaba como para perderle.

—¡Ya basta! ¿Quieres parar? — Khaler elevó la voz dirigiéndose molesto hacía mí.

 — ¿Y ahora qué demonios hice? — pregunté enojada mientras era retenida de la muñeca por él.

— Yo voy a adelantarme un poco— dijo Set con burla mientras se iba caminando tranquilamente.

— ¿Porque mierda estás evitándome? — Khaler preguntó elevando su tono completamente cabreado.

— ¡Primero..., yo no estoy evitándote! ¡Y segundo no me grites! — eleve la voz enojada soltándome bruscamente de su agarre.

— No sé porque carajo estoy preguntándote esta estupidez debería de importarme una mierda— tensó la mandíbula.

— ¡Eres un maldito imbécil! — grité con frustración haciendo que él elevara sus cejas mientras me veía como un bicho raro —¡No quiero que seas un héroe Khaler!, ¡No quiero que algo te suceda!... ¡No puedes hacerlo por mí! ¡No quiero verte morir por mí! — grité dando golpes con mis puños en su pecho.

— ¡Eh! Basta, detente— dijo tomándome de ambas muñecas atrayéndome hacia él, forcejeé tratando de librarme, pero fue en vano — Nadie va a morir—.  

— Tu no lo entiendes...— susurré.

— ¿Qué es lo que no entiendo? —  preguntó viéndome a los ojos, su cercanía estaba poniéndome nerviosa.

— ¡No entiendes mis malditos sentimientos! — grité provocando que Khaler abriera los ojos con sorpresa parecía que trataba de asimilar lo que acababa de decirle — ¡No soy un maldito arcoíris andante! ¡También siento lo que está sucediendo! ¡lo que me ha sucedido! ¡No quiero perderte también! — «¿pero qué demonios acabo de decir?» pensé. Él dio un paso hacia atrás soltándome.

— No digas estupideces— susurró. Sus palabras hicieron eco en mi cabeza provocando que algo pesado y frio se instalara en mi pecho —No me vengas con que te has enamorado porque voy a matarte— ¿qué es esto? El peso del mundo cayó sobre mis hombros, una sensación totalmente nueva para mí me causó dolor. Ni siquiera estoy enamorada de él, solo me atraía, pero jamás se cruzó la palabra amor por mi mente ¿pero por qué dolía? Algo resbaló por mis ojos a lo que llevé mi mano hacia mi mejilla dándome cuenta de que estaba llorando.

— Quien está diciendo estupideces eres tu— dibujé una ancha sonrisa en mis labios. Él abrió los ojos con sorpresa —Jamás me enamoraría de ti, tu solo estás buscando que hacer conmigo y con todo esto que está sucediendo y yo en hacerte regresar a casa— dije con un nudo en la garganta —Pero no tienes porque preocuparte todo va a estar bien, vamos a detenerlos, contaremos toda la verdad y tu padre decidirá qué hacer con mi padre, tu hermano..., y conmigo, tú vas a regresar a tu hogar, serás libre y todo estará bien— dije sintiendo como gotas gruesas de lágrimas se formaban una vez más en mis ojos —yo..., yo alcanzare a Set, creo que ya nos hemos demorado— susurre dándome la vuelta para comenzar a correr.

— ¡Maldición! lo único que faltaba— vi la espalda de Set a medio camino, debía de estarse quejando por la lluvia que comenzaba a empaparnos. Me estrellé en su espalda y aferré mis brazos rodeando su cintura —¡Mierda! — murmuró sobresaltado — ¿Gabrielle? — dijo al darse la vuelta y ver que era yo.

— Set…— dije temblando. Abracé mucho más fuerte su cintura, supongo que pensaba que así podría parar el extraño ¿dolor? que se acomodaba en mi pecho — Soy una imbécil ¿qué demonios estoy haciendo? — mascullé mientras mis lágrimas se confundían con la lluvia que caía sobre mí. Agradecí que él solo me estrechara con fuerza entre sus reconfortantes brazos.




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