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Me despierto con la luz suave del amanecer filtrándose por la ventana, el sonido lejano de los pájaros cantando me invita a comenzar el día. Me levanto de la cama y, tras un par de estiramientos, me dirijo directamente al baño. El agua caliente cae sobre mi piel, un alivio que me envuelve mientras intento despejar mi mente de la confusión de anoche. El aroma del gel de ducha y el vapor que se acumula a mi alrededor hacen que me sienta renovada, como si estuviera limpiando no solo mi cuerpo, sino también mis dudas.
Mientras el vapor llena el baño, recuerdo la conversación que tuve con mi madre. La curiosidad me impulsa a seguir indagando sobre los secretos familiares, sobre el mundo extraordinario que parece latir bajo la superficie de nuestra realidad cotidiana. Con cada palabra que ella me compartió, un hilo de emoción y misterio se iba tejiendo en mi corazón.
—Luna, ¿soy mujer loba? —le pregunté con la sinceridad de una niña que aún cree firmemente en la magia, mi voz temblando ligeramente ante la posibilidad.
—María, tranquila. Está bien, te contaré —respondió con una suave sonrisa, la calidez de su mirada me dio consuelo —. Primero, tienes que saber qué es un mate.
—¿Un mate? ¿Qué es? —pregunté, fascinada, mi corazón latiendo con la emoción de descubrir algo nuevo y antiguo a la vez. La idea de que algo tan simple pudiera contener tantos significados me intrigaba.
—Es la persona con la que vivirás para siempre. Es como tu alma gemela, tu hilo rojo, ¿entendiste? —me explicó, sus ojos brillando con un entendimiento profundo que parecía emanar desde lo más profundo de su ser.
La idea de un alma gemela, ese destino compartido que une a dos personas, resonó en mí como un eco de un susurro ancestral. La imagen de encontrar a otra mujer loba con quien compartir mi vida me llenó de esperanza y emoción. ¿Quién sería? ¿Cuándo la encontraría?
—¿Y cómo lo encontraremos? —insistí, ansiosa, mientras la curiosidad burbujeaba dentro de mí como un rayo de sol rompiendo la niebla. Era como si el universo se preparara para revelarme un secreto que había permanecido oculto por mucho tiempo.
Mi madre se tomó su tiempo, explicándome con cada palabra lo que significaba ser mujer loba: el poder, la comunidad, la conexión con la naturaleza y con los demás. Cada detalle encajaba como piezas de un rompecabezas, y a medida que su historia se desplegaba ante mí, mi deseo de formar parte de esa realidad creció. Quería ser parte de un mundo donde la magia y la amistad estuvieran entrelazadas, donde cada luna llena traía consigo nuevas experiencias y descubrimientos.
Después de nuestra profunda conversación, le conté a mi madre lo que Luna había dicho. Sus ojos se llenaron de comprensión y amor, y me sentí más cerca de ella que nunca, como si compartiéramos una complicidad secreta que nos unía aún más. La noche anterior había sido confusa, pero ahora, bajo la luz de la mañana, cada sombra parecía desvanecerse con la promesa de nuevas aventuras.
No pasó mucho tiempo antes de que quedara con Cielo y Javi, mis compañeros de aventuras, para compartir mis nuevos conocimientos y planear nuestro próximo movimiento. Anhelaba contarles sobre la conexión mística que ahora sentía y cómo las palabras de mi madre habían encendido una chispa en mi interior.
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Aaron:
Mientras conduzco hacia la manada Luna Oscura, no puedo evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo que retumba en mi pecho. La idea de unirme a esta comunidad de lobos, donde la lealtad y la hermandad son sagrados, es un gran paso. Aunque soy el Alpha, la responsabilidad pesa sobre mis hombros como un manto que me recuerda las tradiciones que debo honrar. La combinación de árboles altos y verdes que fluyen al costado del camino me recuerda la importancia de la naturaleza en nuestras vidas y de cómo cada hoja, cada susurro del viento, cuenta una historia propia.
—Vamos más rápido, Aaron —me dice Javi, quien viaja conmigo, riñéndome de manera juguetona—. Venga, que aunque seas Alpha, no me importaría darte algunas patadas.
Su tono divertido me saca una sonrisa; dentro de mí sé que es uno de mis mejores amigos y que, más que cualquier título, es la camaradería lo que realmente me sostiene. A pesar de la presión que siento, su humor aligera el ambiente del auto, y por un momento, olvido las expectativas que me esperan en la manada.
—¡Ok, ok! Vamos —le respondo, acelerando un poco mientras la adrenalina comienza a correr por mis venas. La risa de Javi resuena en mis oídos como música, y no puedo evitar sentirme más ligero.
Finalmente, llegamos a la mansión de la manada. La arquitectura rústica, con sus grandes vigas de madera y la mezcla de piedra y vegetación, me deja sin aliento. Hay algo mágico en el lugar; se siente la historia, el sacrificio y las tradiciones de los lobos en cada rincón, como si la casa misma respirara vida y memoria.
Me dedico a saludar a Alpha Adolfo, un hombre de presencia imponente y calidez en su mirada. Su sabiduría parece fluir naturalmente a su alrededor, envolviendo a todos los que se acercan a él en un aura de respeto y admiración. Es fácil ver por qué la manada lo sigue con devoción.
Después de las presentaciones, me dirijo a la habitación que me han otorgado. Es acogedora, decorada con un toque de rusticidad que la hace única, ofreciendo la calma que necesito en este momento. Mientras cierro la puerta, una quietud envolvente me llena, todo parece alinearse en su lugar.
Estoy exhausto; el viaje y la anticipación de lo que vendrá han agotado mis energías. Me tiro en la cama con un suspiro, sintiendo cómo mis pensamientos se desvanecen lentamente. Cerrando los ojos, dejo que el sueño me atrape, porque mañana tendré la oportunidad de conocer la manada y descubrir todo lo que significa realmente ser parte de este mundo, donde cada aullido y cada latido de corazón pueden ser el eco de nuestra verdadera esencia.
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Editado: 03.08.2024