CAPITULO 13: El encuentro inesperado

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**AARON:**

Me despierto con una mezcla de nervios y emoción. Hay algo en el aire que me dice que este día puede ser especial. Mis pensamientos revolotean mientras me levanto de la cama; siento que algo bueno está a punto de suceder.

—¡AARON, DESPIERTA! —me grita Rafa desde la puerta—. Hoy tenemos que revisar esta manada. ¡Imagínate que encontramos a tu mate!

El corazón me da un vuelco al escuchar esa palabra. Mate. Mi sonrisa se ensancha a medida que me aferro a la esperanza que me ofrece.

—¡OK, OK, OK! Solo porque puede que la encuentre —respondo, sintiéndome un poco animado—. Maik está muy raro y creo que ni él sabe por qué.

La rutina matutina me lleva a la ducha. El agua caliente me relaja y, de alguna manera, me prepara para lo que el día tiene reservado. Después de vestirme, bajo a desayunar y me encuentro con Steve, un chico del pueblo que no me cae muy bien.

—No sé, pero me cae muy mal —le digo a Rafa, sintiéndome un poco gruñón—. Es raro, y simplemente lo odio.

—Maik, no seas así. Es un buen muchacho; además, no hará nada malo estando nosotros aquí —me responde, intentando calmarme. Pero la verdad es que la intuición me dice que hay algo extraño en él también.

Después de un desayuno satisfactorio, salgo con decisión hacia el pueblo, donde espero reunirme con Rafa.

—Recuerda, esta manada es importante para el Consejo. Asegúrate de que nada esté mal —le digo, firme en mis palabras—. Si encontramos a nuestras mates, ¡haré una gran fiesta para celebrarlo!

—Eii, tú ve por ahí y yo iré por aquí. Así terminaremos más rápido —me dice, tomando rumbo distinto. Asiento, sintiéndome preparado.

**16 minutos después...**

Estoy en mi forma de lobo, corriendo libremente mientras el viento acaricia mi pelaje. De repente, un aroma entre dulce y fresco invade mis sentidos. Fresas silvestres. Reconozco esa fragancia al instante.

—Es ella, ¡mate, mate, búscala, búscala! —me dice Eros, mi lobo interno, ansioso—. Escúchame, humano, no la hemos encontrado. Olvida que tienes lobo.

A medida que giro la cabeza en varias direcciones, finalmente la veo. Una mujer hermosa, su figura centrada frente al lago, contemplando la tranquilidad del agua. Mi corazón se detiene por un momento. Después de siglos de espera, por fin la encuentro.

—Es hermosa y mía, solo mía —ruge mi lobo con posesividad—. ¿Qué esperas? Acércate.

—Es nuestra —le respondo, alineando mi voluntad con la suya.

—Sí, sí, sí, sigue tu camino... —la conexión se corta al instante.

Con paso cuidadoso, me acerco para no asustarla, sabiendo que no debo parecer una amenaza.

Uno, dos, tres pasos. La mujer gira lentamente, y nuestros ojos se encuentran. Sus ojos son fascinantes, llenos de emociones que no puedo descifrar. Un nudo se forma en mi pecho, casi como un dolor físico, al ver cómo retrocede al darse cuenta de mi presencia.

**MARÍA:**

Me encuentro contemplando el paisaje, embelesada por la belleza del lugar. Mientras miro el lago, no puedo evitar sentir una punzada de tristeza por la ausencia de mi padre. Pienso que si él hubiera estado aquí, tal vez mi vida sería diferente... ¿Y si en realidad no está muerto?

—No. ¿En qué estoy pensando?

En medio de mis reflexiones, una sensación extraña me invade. De repente, me doy cuenta de que hay una presencia observándome. Lentamente giro la cabeza y allí está: un enorme lobo de color blanco y negro. Su tamaño es impresionante, su belleza casi real.

Sus ojos, un brillante dorado y verde, hacen que mi corazón se detenga. Se ve noble, majestuoso. Es como si perteneciera a una realeza en el mundo animal.

—Mate, mate, mate, ¡mío! —gruñe Luna, mi loba interior, que se despierta con emoción—. Es tan guapo, mi mate.

Una oleada de cariño me inunda. ¿Es él realmente mi mate? Las emociones se mezclan en mi interior, y un escalofrío recorre mi espalda al ver sus dientes brillantes.

En sus ojos, veo un destello de dolor y tristeza; hay algo más allí, algo que me llama. Lo quiero y, por fin, sé que es mío.

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