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Un Nuevo Amanecer
Pasaron tres años desde la pérdida del abuelo sabio, y el dolor había comenzado a transformarse en memoria. La comunidad había encontrado su camino hacia la sanación y la vida continuaba con un nuevo ritmo, marcado por la fortaleza y la unidad que el anciano había querido. Junto a estos cambios, una chispa especial había encendido el corazón de María. Era un amor que floreció en medio de la adversidad, un amor que la guiaba hacia un futuro desconcertante y bello al mismo tiempo.
El día del matrimonio de María con Aaron llegó, y con él, una atmósfera de celebración que contrastaba con el dolor del pasado. La ceremonia tendría lugar en un claro rodeado de altos árboles, que se mecía suavemente con la brisa como si la naturaleza misma quisiera ser testigo de aquel día tan especial. Había flores silvestres dispuestas con esmero y un arco de ramas entrelazadas adornado con luces que parpadeaban como estrellas en la tarde.
María, vestida con un delicado vestido blanco que brillaba con rayos de sol, caminaba de la mano de su madre hacia el altar improvisado. Su rostro reflejaba una mezcla de emoción y nervios, pero el recuerdo de las palabras del abuelo resonaba en su mente: "La paz se alcanza cuando aprendemos a perdonar y a ser más grandes que el odio." Sabía que este día no solo celebraba su amor, sino también el amor de la comunidad que habían construido juntos.
Aaron, en pie junto a Ulrik, lucía un traje que simbolizaba la conexión con su linaje, pero también un nuevo comienzo. Sus ojos estaban fijos en María, y al verla acercarse, sintió que su corazón latía más rápido, como si cada latido resonara con la promesa de un futuro compartido.
La ceremonia fue oficiada por Ulrik, quien, aunque todavía sentía el eco del dolor por la partida del abuelo, también sabía que la vida debía seguir.
—Hoy celebramos la unión de dos almas —comenzó Ulrik, su voz resonando entre los árboles—. Recordemos las enseñanzas de nuestro querido abuelo: el amor y el perdón son nuestro mayor legado.
En ese instante, un ligero susurro de viento pareció responder, como si el abuelo estuviera presente, bendiciendo la unión.
Cuando María y Aaron se dieron el "sí", una ola de alegría llenó el aire, y el sonido de risas y aplausos resonó en el claro. La comunidad, que había sido testigo de tantas pruebas y tribulaciones, celebraba este momento en que el amor triunfaba sobre la oscuridad.
Después de la ceremonia, la fiesta continuó con música y danza, y las notas flotaban entre los árboles como un canto de esperanza. La familia y los amigos se reunieron, compartiendo historias que fortalecían los lazos entre ellos.
En un momento de calma, mientras el sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte, María y Aaron se alejaron un poco, buscando un rincón más tranquilo. Se encontraron sentados sobre un tronco caído, con la vista del atardecer delante de ellos, un espectáculo de colores cálidos que reflejaba el nuevo capítulo que comenzaban.
—¿Puedes imaginar esto hace unos años? —preguntó María, mirando a Aaron con una mezcla de nostalgia y esperanza.
Él sonrió, mostrando un destello de alegría. —Lo que hemos logrado juntos es un verdadero milagro. Cada día, al lado de todos ustedes, me he sentido más fuerte, más completo.
—Y cuando pienso en el abuelo —continuó María—, siento que él todavía está aquí, guiándonos.
Aaron asintió, observando cómo la luz del sol se desvanecía. —Siempre será una parte de nosotros. Estas enseñanzas... son lo que nos hace quienes somos.
María se dio cuenta de lo mucho que había crecido su amor a través de las pruebas. —Te prometo que siempre estaré aquí para ti —dijo Aaron, tomando su mano con ternura—. Seremos el reflejo de lo que nos enseñaron: la paz, el amor, y la unión son más poderosos que cualquier adversidad.
María, con una lágrima de felicidad deslizándose por su mejilla, respondió: —Y yo te prometo que nunca olvidaré las lecciones del abuelo. Viviremos por ellos; cada día será un homenaje a su legado de unidad y amor.
—Eso es lo que significa construir un futuro juntos —afirmó Aaron—. Seremos la luz en la oscuridad para los que vengan después de nosotros.
El atardecer se convirtió en noche, y bajo el estrellado cielo, María y Aaron se besaron, sellando su amor con el aire impregnado de promesas. La energía de la celebración seguía vibrando a su alrededor, y el eco de las risas se unía al canto de los grillos, como una sinfonía de alegría.
La familia y amigos, aún presentes en la fiesta, celebraron hasta que los parpadeos de las luces comenzaron a desvanecerse, pero el calor de la unión se mantenía fuerte. Esa noche, mientras todos se reunían alrededor de una fogata, compartieron historias de amor y fortaleza, recordando al abuelo con sonrisas y memorias que estaban vivas en sus corazones.
—¿Recuerdan cuando el abuelo nos llevó al río? —preguntó un primo de María, riendo.
—Sí, ¡y casi se cae de la roca! —respondió un amigo de Aaron, mientras todos reían.
María sonrió, recordando aquellos días de risas. —Siempre estaba buscando una forma de enseñarnos algo nuevo.
—Eso es lo que más lo extrañamos —dijo Ulrik, asintiendo—. Su sabiduría y su forma de unirnos.
—Pero cada uno de nosotros lleva su legado —agregó Aaron—. Y hoy, lo honramos de la mejor manera.
María, Aaron, y la comunidad sabían que el camino seguiría presentando desafíos, pero aquel día se sentirían más unidos que nunca. Habían aprendido que, aunque la vida traiga su carga de dolor, siempre podía haber belleza y esperanza en la lucha por lo que amamos. Al final, la luz derrotaría a la oscuridad, guiándolos hacia un nuevo amanecer.
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rechazoporconfusion, hombres lobos desamor, desepcion y resurgir
Editado: 03.08.2024