Después de algunos días.
Lucas logró comunicarse con Manolo, para enviar un mensaje a Isabel. Prometiendo ir a buscarla.
La niña guardó la esperanza de ver a su caballero, antes de la puesta de sol. Pero muchos amaneceres y atardeceres pasaron.
El señor García internó a su hijo en una escuela privada. Dio órdenes estrictas, nadie puede visitarlo, no puede hablar por teléfono, ni enviar mensajes. Solo él y su madre tendrán contacto con el muchacho. Ni siquiera Anne pudo verlo. Por lo consiguiente, se marchó y nunca nadie supo más de ella.
Lucas se metió, constantemente, en pleitos con otros muchachos, que se burlaban de su llanto. Estuvo castigado en una sala oscura. Pero ningún castigo merma su espíritu. Hizo una promesa, muchas promesas a su ángel. La llevará a recorrer el mundo, un mundo de colores donde haya nubes rosadas y hadas danzantes.
También se hizo una promesa a sí mismo. Juró ser un hombre rico, el más acaudalado de la región. No tendrá piedad, cerrará su corazón hasta el día que vuelva a verla. Solo en ese momento recobrará la alegría.