Ama y haz lo que quieras.
Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor,
si perdonas, perdonarás con amor.—.
Tácito
Después de que Liss me quitó el teléfono, salió del auto y se alejó unos cuantos metros.
Yo la seguí unos minutos después para acercarme a Scott que estaba sentado en el capó mirando su celular.
-¿Qué te dijo? -me preguntó Scott sin despegar la vista del móvil.
-No hablé con él. Lissie se quedó con el celular y aún siguen hablando. -le respondí y me senté a su lado.
Nos quedamos en silencio por unos minutos, esperando que Lissie regresara. Se sentía el ambiente pesado y no era a causa de la humedad en el ambiente.
El humor de todos se había desequilibrado gracias a esa llamada.
No hablamos hasta que Lissie se unió a nosotros en el frente de su auto.
-Tenemos que ir al aeropuerto -dijo Lissie mientras llegaba a nosotros.
-¿Motivo? -preguntó Scott.
Lissie me miró por unos segundos y luego suspiró.
-Iré al grano -dijo poniendo sus manos en las caderas- Evan vuelve a la ciudad.
-¡¿Cómo?! -Scott soltó un chillido- ¡¿Qué viene a hacer ese mal nacido de nuevo aquí?!
-Scott -lo reprendió Lissie- No me dijo mucho pero era algo sobre tener que hacer aquí su último año de universidad por temas que no me quiso contar. Problemas con su padre, me imagino.
Se fijó en la hora y continuó.
-Mi tío lo mandó a casa de mis padres mientras él mismo encuentra un lugar para quedarse. Me dijo que había terminado en malos términos con su papá y por lo tanto le quitó todos los privilegios que le había proporcionado. Auto, apartamento, incluso era el motivo por el cual me estaba llamando desde otro número, también el celular -Lissie terminó y se quedó en silencio por un momento mientras me miraba.
-Valerie ¿No dices nada? -suspiró Scott.
Negué con la cabeza y suspiré.
Estábamos componiendo un concierto a base de suspiros.
-¿A qué hora llega? -logré soltar.
-Acababa de abordar. Unas diez u once horas de viaje mas o menos. -dijo mientras se deshacía de los tacones- Creo que ya no los necesitaré ¿Verdad? El espíritu fiestero ha muerto.
-Tienes razón -concordó Scott- Vayamos a casa. Nos vemos mañana a las ocho ¿De acuerdo?.
-Val ¿Quieres ir? -me preguntó Lissie.
Ambos quedaron atentos.
Los observé y les sonreí.
-Claro que quiero ir. Además, no es como si no lo hubiera superado ¿No chicos?
Comenzaron a asentir al mismo tiempo e intercambiaban miradas.
-Absolutamente. Eres una nueva persona.
-Estoy completamente de acuerdo. Desde el momento en el que se fue.
-Le demostraré a Evan Thomas que ya no me mueve el suelo, y que no lo volverá a hacer jamás -les dije con mucha convicción.
Nos dirigimos al auto mientras ellos gritaban hurras y soltaban carcajadas, mientras yo... Yo sentía una mínima duda en mi pecho.
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La alarma sonó a las 6 am. Dentro de una hora pasarían por mi.
Después de quince minutos dando vueltas en la cama finalmente me desprendí de las cobijas. Y ya iba tarde.
Corrí por toda la habitación encontrando la ropa adecuada para ir al aeropuerto. Tal vez un vestido veraniego... O una blusa de tiras sencilla como "La que no estuvo buscando mucho" y unos shorts desgastados... o quizá...
¿Ropa Adecuada?
¿En qué estoy pensando?
¿Acaso me encontraré con el primer ministro de Escocia?
Que Patética Soy.
Al final me decidí por unos jeans azul claro y una camisilla blanca.
Si. Súper básica.
-¡Val! -escuché el grito que me pegó mi madre desde el primer piso- Tus siameses han llegado. ¡Y con comida!
-¡Christopher! -le grité a mi hermano cuando abrí la puerta de mi cuarto- ¡Me dejas galletas, no te las vayas a tragar todas!
-¡Tu estás muy gorda! -escuché su carcajada desde el primer piso y luego un "¡Auch!".
-¡Gorda tu madre y toda su ascendencia! -respondí y entré a mi habitación de nuevo.
Me dispuse a aplicarme pestañina y algo de brillo en los labios cuando escuché la puerta de mi cuarto estrellarse contra la pared. Era mi madre.
-¿A quien le dices gorda? Pequeña engendra -se acercó a mi con los brazos en su cintura.
-Madre querida, sabes que hablaba de la madre verdadera de Christopher -le sonreí y me alejé un poco hacia el otro extremo del cuarto- Tu eres la adoptada. No. Tu no eres adoptada, el adoptado es él. Tu me entiendes ¿Verdad?
Solté una risita nerviosa.
Ella sonrió dulcemente y se acercó caminando hacia donde me encontraba.