Lunes 25 de febrero, 2019.
Me envuelvo en la frazada que Elise me dio, agradeciendo que la lluvia no ha cesado y la temperatura sigue siendo algo baja. Recuesto mi cabeza en el espaldar del sillón, pero Elise me observa con los ojos entrecerrados y enderezo el cuello sintiendo el cabello mojado en mis mejillas. Tengo la sensación de que Elise podría casarse con este sillón, pues lo ama y protege más que a otra cosa.
Qué manera tan hermosa y pacífica de empezar la semana en este lugar tan bello. Me moría por volver.
Hace unos minutos pude quitar el olor fétido de Flor de mí; mi cabello no resultó involucrado, al menos no del todo. Cuando papá nos vio entrar a la casa oliendo a podredumbre solo negó y subió a su habitación. En cambio, Elise nos dio una regañina diciéndonos que otra debemos arreglar el cobertizo también. Nicholas dijo que prefería hacerlo él solo y debo admitir que me sentí ofendida, pero feliz de que no tengo que volver ahí más.
Aun con la desagradable experiencia, la peor parte fue cuando Jesse llegó, nos dio una de sus miradas de 'estúpidos humanos comunes' y le entregó a Elise lo que ella le pidió para poder quitar el olor de la ropa. Se quedó a ayudarla, o simplemente a vernos a mí y a su hermano bajo la lluvia hasta que Elise nos dejó entrar a la casa. Espero no resfriarme, aunque así tendría una excusa para no asistir al menos por una semana al granero.
— ¿Entonces te lanzaste y le caíste encima a Nick?—Preguntó Jesse cuando ya estuvimos limpios, libres del hedor.
— Sí.
Volteó la mirada en dirección al otro lado de la sala, donde su hermano se observaba las palmas de las manos como si fuera un niño de cinco años que lo enviaron a la esquina por mal comportamiento.
— Y cuando ella te cayó encima, intentaste sostenerte del mueble, pero solo te lo trajiste encima matando a la mofeta.
Jesse asintió y se limitó a mirar la madera de la mesa. No creí que resultara tan serio, pensaba que explotaría en risa o nos alegaría diciéndome lo imprudente que fui al tomar una decisión sin pensar mucho en ella y sus consecuencias. Jesse solo preguntó cómo fue que todo se dio, pero Nicholas parecía algo molesto por haber terminado rociado por una mofeta por mi culpa, por lo cual yo empecé a contarle. Luego Nicholas suspiro y me dijo 'estás cambiando como sucedió' y empezó a responder las preguntas de su hermano mayor.
— ¿Cómo pudiste hacer eso sabiendo cómo son las mofetas? —Me preguntó.
— En mi defensa—Hablé—No sabía que podía hacer eso.
Ambos me dieron una mirada incrédula, me encogí de hombros y luego me dirigí al sillón de la sala de televisor para ver la telebasura que pasan por el canal actual. Ahora aquí estoy, todavía viendo la telebasura y arrepintiéndome de no ser consciente de la habilidad que Flor escondía bajo su peluda cola.
Me dispongo a ponerme de pie, pero Nicholas toma asiento en el otro extremo del sillón en forma de L de la sala. No me pongo de pie, decido pensar que es porque segundos después porque Elise me da un té y se sienta junto a mí, con uno de sus brazos rodeando mis hombros.
Ella me dio y sigue dando una cálida maternal, casi como la que sentía con mamá cuando me abrazaba antes de ir a dormir todas las noches. Elimino el recuerdo de mi madre; sé que algún día recuperaré esa calidez que repara todas las heridas y dolores, tal vez no hoy, ni mañana, tampoco esta década, pero llegará.
Me dispongo a ponerle atención a la telenovela brasileña donde al parecer Antonio al parecer no estaba muerto y volvió de su anonimato para matar a José por haber matado a su amada. Vaya mierda de programa. Me resisto a decir nada porque Elise parece disfrutarla. Por un rato lo único que se escuchan son las palabras más clichés en las telenovelas y me sorprende cuando Elise, aun cuando el hilo de la conversación es el mismo que en casa programa similar, jadea con sorpresa.
El programa termina y seguido pasan 'La leyenda de Aang', una de mis series favoritas. Hace años que no la veía, y cuando lo hacía cambiaba el canal. Elise se pone de pie y sale de la sala, dejándonos a Nicholas y a mí solos.
Es el primer episodio. Me encojo un poco y veo de soslayo como Nicholas se reacomoda en su asiento. Sé que él sabe lo que este show se significaba para ambos antes de que se fuera. Sé que sabe que no nos perdíamos un solo episodio y luego descargábamos los episodios en internet, y lo hicimos igual luego de bajarle un virus a la computadora de su mamá.
La escena de Sokka y Katara en el bote empieza. La lluvia cesa un poco permitiéndome escuchar mejor lo que los personajes dicen. Me río en una escena que siempre me hizo gracia y Nicholas lo hace también. Me sigo sabiendo de memoria los diálogos más característicos, como uno de los primeros de Aang; ambos lo decimos en voz baja y reprimo una risa. Lo sé por el sonido extraño que sale de su garganta.
Volteo a verlo y él está inverso en el televisor, con los colores que aparecen en la pantalla pintando su cara. Principalmente en tonos azules, eso lo hace ver más joven, como si ver este programa lo devolviera a cuando todo era más fácil para todos, para ambos, para él. Niego y vuelvo mi atención al programa.
Cuando el programa termina, Nicholas y yo nos ponemos de pie, probablemente con el mismo plan: irnos. Dejo que él salga primero fingiendo estar enredada en la frazada, pues él está más cerca de la puerta. Luego salgo al pasillo para verlo intentar salir de la casa, pero Elise está en medio de su camino.
Ella intenta abrir la puerta, pero jala con demasiada fuerza y arranca la manilla. Nicholas observa la puerta y la mano de Elise con la manilla en su mano. Elise observa la manilla con sus ojos azules y luego al hombre frente a ella, luego se encoje de hombros.
— Supongo que puedo salir por la puerta trasera antes de que vuelva a llover...
— ¡No!—Suelta con fuerza la mujer, interrumpiéndolo—¿Puedes arreglarla? Por favor.