Miércoles 3 de agosto, 2016.
Danek.
Entro a la cafetería y busco a Mare con la mirada. Cuando le di mi número, creí que lo había aceptado por cortesía. Tres días después (cuando me contrataran en Kate McNamus Fashion Corporation) me la encontré en la misma plaza. Me acerqué a saludar cuando vi que se mordía el labio. Sé que ella estaba a punto de romper en llanto. Hoy día, que somos amiguísimos, me confesó que el 4 de enero no es una fecha que cruza con facilidad. Desde ese día somos amigos y tomamos el metro juntos.
La encuentro casi de inmediato y gracias a Dios que la cafetería está casi vacía. No me agradaría mucho que un montón de paparazzi y fans de Loryn no nos dejen tener una tarde amena. Sí, Loryn Neva, la estrella de pop que rompe los rankings con su banda desde hace dos años.
Tomo asiento frente a ella y le sonrío. Ella me sonríe de vuelta. Tiene una sonrisa hermosa, se lo he dicho siempre que puedo, pues es cierto. Me pregunto cómo una persona que ha pasado por lo que ella ha pasado puede tener una sonrisa tan hermosa. Sé de ella y de Loryn y ellas saben de mí.
Fue en medio de una borrachera al final del verano. Confesamos mucho y aunque no soy alguien que ande por ahí contando su pasado (y ellas tampoco), se sintió correcto. Ellas confesaron lo mismo. Incluso me sentí un poco exagerado al contarles mis asuntos luego de que ellas contaron sobre lo suyo. Pero me dijeron que eso no importaba, que cada quien tiene sus propias batallas y que una sea "peor" que otra no baja la importancia y su impacto en la persona.
Las amo.
— ¿Cómo estás?
— Cada vez más hermoso— Respondo.
Eso la hace sonreír y me encanta hacerlas sonreír. Me encanta que sonrían. Todos deberían tener a alguien que se preocupe por sus sonrisas.
— ¿Tú?
— Con un dolor de cabeza...
— ¿Acaso este dolor de cabeza tiene nombre?
Ella levanta sus cejas y aprieta los labios. Asiente.
— Tengo una pregunta, Mare.
— ¿Qué?
Me acomodo en mi silla. Me preocupa que sea muy pronto para preguntarle, pero ya que sé bastante de ella, me aparece el tiempo indicado. Además, no puedo pensar en una roommate mejor que Mare. Además de Loryn, pero hace unos meses dijo que ella no quiere vivir con nadie, además, sigue con su novio y no creo que él quiera que un hombre (aun siendo homosexual) viva con ella. Tambien está Ryan. Pero Ryan ni siquiera sabe si es gay o no y no le voy a decir que se mude conmigo. Eso podría asustarlo y hacer que se encierre en el closet aún más, si es que hay un closet del que tiene que salir.
Saco una cajita de mi bolsillo y lo pongo frente a ella, sin abrirla.
Su cara se contorsiona.
— ¿Me vas a pedir matrimonio? ¿No eres gay?
Ruedo los ojos.
— No te voy a pedir matrimonio— me encojo de hombros—. Quiero que seas mi compañera de piso.
— Ah...— suelta— Bueno, eso tiene mucho más sentido.
Ambos reímos.
— Pensé que la diversión solo llegaba hasta que yo lo hacía.
Ambos volteamos a mirar a Loryn. Ella está de pie junto a la mesa con unos lentes oscuros, una sudadera de Harvard (que solo ella puede lucir así de bien) y una gorra de una de las muchas marcas que la patrocinan.
— Esta vez no, querida— digo.
— ¿Acaso estás intentando de quitarme mi genialidad? — Pregunta tomando asiento— Sabes que es prácticamente imposible, ¿verdad?
Estrecho mis ojos en su dirección. Ella hace lo mismo hasta que me rindo. Luego sonríe y canturrea un entonado "gané".
Las observo a ambas y sonrío. En mucho tiempo no me había sentido tan afortunado.
Hubo un tiempo donde no tuve a nadie, ni siquiera a mi familia. Ahora tengo a una bailarina grosera y leal, a una cantante alocada, y competitiva y casi tengo a Ryan. El segundo al mando de mi jefa, el que no sabe si me puede amar a otro chico.
Por primera vez en mucho tiempo, me siento realmente amado.