Recuérdame.

Capitulo 13 Peleas

—¡Qué carajos! —escuchamos la voz de Jeremías a nuestras espaldas, puedo percibir un poco de temor en su voz —. ¿Tú sabías esto? —me cuestiona con los ojos tan grandes que temo que se salgan de sus orbes.
—Yo no sé nada, te recuerdo que perdí la memoria —respondo indignada — ¿Tú lo sabías? —me dirijo a Arlín.
—En mí vida supe que Gael era el dueño de la empresa donde trabajamos —explica desconcertada y un poco asustada —. ¡Ahora entiendo todo! —menciona como si fuera una revelación —, las iniciales de la empresa H & L!. Hidalgo y Lombardi! —chasquea sus dedos —. Por eso jamás se presentó, por eso jamás conocimos a los jefes, todo es tan retorcido —hace un ademán con las manos — . ¡Jimena! —la llama a gritos cuando ella pasa a unos metros nuestros, Jimena se aproxima y Arlín la enfrenta —. ¿Por qué jamás nos enteramos de esto? —cuestiona dando por sentado que yo no lo sabía.
—Yo solo recibo órdenes, preguntenle a él —espeta.
—Así que Leyla tampoco lo sabía. Vaya, como siempre tú sabés más de Gael que su propia esposa —dice despectiva, pero sus palabras no me ofenden, me ofende que él jamás me lo haya dicho y por la expresión de Jimena no me refiero a después de que perdí la memoria si no a que nunca lo supe, estos dos tenían muchos secretos juntos.
—¡Qué estás insinuando arpía! —espeta molesta.
—No lo sé, dínoslo tú —espeta sarcástica cruzándose de brazos, levanta una ceja esperando respuesta.
—A la única que debería darle explicaciones es a Leyla —dice furiosa.
—Espero escucharlas —reclamo, me cruzo de brazos porque de verdad quiero explicaciones.
—Por supuesto que te las daré cuando este par de víboras ponzoñosas se alejen de ti —los señala despectivamente.
—¡Para qué!, ¡para que la manipulen como hacen siempre tú y tu jefecito! —espeta —. Lamebotas —recrimina.
—No me interesa discutir contigo, es más ni siquiera hablar, Leyla cuando puedas hablaré contigo a solas —espeta alejándose de nosotros.
Estoy muy decepcionada de Jimena, nunca pensé que llegase al extremo de preferir a Gael que a mí, como pudo ocultarme esto por tanto tiempo, es mentira que somos amigas, solo fingió para controlarme y contarle a Gael lo que hacía y dejaba de hacer.
Muchas personas se aproximan y me felicitan, odio mentir, pero sonrió como si supiera todo lo que hace mí esposo, las empresa que tiene y como si estuviera de acuerdo con todo lo que hace. Llegué a la conclusión que nunca lo conocí, y me replanteo el seguir casada con él seriamente, Jimena y Carlota me aseguraron que nos casamos enamorados, pero si no conoces las cosas importantes de la otra persona, no conoces nada. Dos años según él llevamos casados, dos malditos años. Creo que eran cosas muy importantes para decir, y no entiendo porque no lo hizo, es algo que hablas con tu esposa, o con una novia en las primeras citas, es más ya le había preguntado por su trabajo, y solo lo minimizó. Y no entiendo el porqué. Odio las mentiras, las mentiras a medias o la omisión de las cosas.
Estoy apartada tratando de entender lo sucedido hoy y no le encuentro lógica, quizás no era una buena mujer y por eso él me escondía y me esconde cosas. Estoy frustrada, molesta y con mucha ira, no entiendo porque no me largué de aquí todavía, no sé si es por los medios que aún se hallan en la puerta y quiero evitar mala prensa o quizás necesite una explicación.
—¿Cómo te sientes? —pregunta Jeremías, asiento con una sonrisa fingida —. Te traje un poco de torta, dicen que lo dulce es relajante —me extiende una porción de una torta de chocolate, la pruebo de verdad está riquísimo pero no logro disfrutar, todo me sabe amargo, no me gusta las miradas que me echan ni él ni Arlín, me miraron como si fuera una pobre ingenua que las personas pueden engañar a su antojo, aunque en este momento es precisamente cómo me siento.
Lucho con todas mis fuerzas para que el nudo en la garganta no se apriete demasiado, para que estás lágrimas no se deslicen.
Cuando me desperté en esa cama de hospital vi a un desconocido, pero sin darme cuenta que siempre fue para mí un desconocido. No dejo de sentirme frustrada y dolida.
—Tienes un poco aquí —me señala la boca pero antes de pasar mí lengua para quitarla, él extiende su dedo y quita del labio el resto de torta llevándolo a sus labios saboreándolo, y con la acción me mira fijo a los ojos —. Delicioso.
—¡Qué carajos hacés! —espeta Gael con los labios apretados dándole un puñetazo que hace que caiga al piso —. ¡Te advertí mil veces que te alejes de mí esposa! —grita mirándolo desde arriba muy molesta, me agacho para ver cómo se encuentra.
—¡Qué haces! —recrimino, lo miro mal, todo esto está mal.
—Leyla —advierte —, aléjate de él —dice enfurecido apretando la mandíbula, hago caso omiso a su advertencia, trato de ayudar a Jeremías a levantarse, pero en un instante unos brazos me levantan del suelo —, que van a pensar los invitados —no puedo creer que le importe más eso, me mintió todo este tiempo y solo quisiera saber porqué.
—Me importa un reverendo pepino lo que piensen los invitados, me importa lo que piense yo —espeto con los dientes apretados, me acerco y recrimino —. ¡Por qué jamás me dijiste nada! —demando mirándolo fijo a los ojos, si estos pudieran ya lo hubiese asesinado —. Y no hablo solamente de ahora, hablo de que jamás me dijiste nada de tu fortuna —me safo de su agarre de un tirón mientras él me mira con culpa —. ¡Desconfías de mí! —mi respiración se hace errática al adivinar la verdadera razón —. ¿Qué pensaste? ¿Qué me importa solo el dinero? ¿Qué estaría contigo por tu dinero?. Lamento anunciar Gael Hidalgo que me importa un pepino tu dinero —articulo con rabia, él trata de detenerme, me toma del brazo para evitar que me vaya.
—Hoy, antes de entrar traté de decírtelo —confiesa nervioso, puedo mirar temor en su mirada.
—Hace dos meses que vivimos juntos, creo que tuviste suficiente tiempo, solo hubieses tenido la gentileza de decírmelo —me largo de allí completamente enfadada.
.
Gael.
.
Ella se va furiosa mientras y reprimo mis impulsos de seguirla, me quedo con el idiota de Jeremías, quiero que me explique cómo se atrevió a tocar a mí esposa.
—Vaya —espeta una vez incorporado —, quién iba a decir que el gran Gael Hidalgo se siente intimidado por un empleado —su mirada de satisfacción hacen que mí ira aumente.
—No me siento intimidado por ti para nada —aclaro con suficiencia.
—Pues deberías —declara arrogante con una sonrisa burlona en su rostro, no le bastó que le romperle la cara recién —, sobre todo después que tu mujer es receptiva a mis coqueteos, aceptando los ramos de flores que le regalo todos los días —dice con arrogancia limpiándose la sangre del labio, solo quiere fastidiarme este idiota.
—Ella jamás haría eso estando conmigo —digo con altivez, conozco bien a Leyla, es alguien íntegro.
—Lamento decepcionarte, hasta el beso que nos dimos fue como en los viejos tiempos —me abalanzó contra él y le doy una trompada, él no hace nada para defenderse, es más sus brazos quedan al costado de su cuerpo, haciendo imposible que siga relatando contra él.
—¡Cállate idiota! —ordeno, pero a pesar que ya tiene el labio roto y el pómulo inflamado la sonrisa no se le borró.
—Sí ella estuviera tan enamorada de ti, como dices, ella jamás respondería a mis atenciones —lo empujo cuando me percato que hay varias personas a nuestro alrededor —. Hace tiempo perdí, pero la vida es justa y todo regresa. Todas tus mentiras te alejan de ella pero a mí me acercan más, y te advertí de que regresaría a mí —explica con suficiencia —, y eso es lo que pasó, y todo gracias a ti —me alejo es lo más sensato mis instintos asesinos por matarlo no menguan, mientras me aparto de allí, no dejo de pensar en sus palabras, y es cierto, yo creí que me estaba acercando pero en realidad la estoy alejando, yo creí que todo estaba funcionando entre nosotros, pero me equivoqué.
Busco a Jimena por todas partes, necesito saber si las palabras de Jeremías son ciertas.
—Te advertí —eleva la voz cuando nos encontramos —, te dije que debías decirle y no me hiciste caso, ahora todo se escapó de las manos, ella está muy enfadada contigo conmigo, dudo que alguna vez nos perdone —explica desesperada.
—Jimena no ahora —no quiero oír sus reproches.
—¿No ahora? —dice irónica —. Se enteró que jamás le dijiste que eras dueño de una empresa, y no me refiero ahora, me refiero a nunca.
—Solo te pedí un maldito favor —la interrumpo, me enfado con ella aunque no debería —, te pedí que los vigilaras —hago caso omiso a mí conciencia que pida disculpas y me calle —, ese imbécil le estuvo regalando flores y coqueteando con mí esposa en tus narices y jamás te diste cuenta, has hecho un malísimo trabajo —abre la boca ofendida.
—Te dije que tus órdenes me salpicarían, y a ti no te importó, ahora perdí a mí mejor amiga por un sujeto mal agradecido que creí era mí amigo, pero me equivoqué, tomé el bando incorrecto —espeta entredientes, hace unos pasos para encargarme —. Pensé que habías seguido mis consejos, pensé que las flores eran tuyas, no me eches la culpa a mí por tus equivocaciones —golpea su dedo en mí pecho, niega con la cabeza y se aleja furiosa.
Salgo al gran salón donde hay reporteros esperando una entrevista mía, no se cuánto vieron o cuánto del rumor llego hasta aquí. Quiero irme, quiero saber de Leyla. Pero no puedo porque impiden el paso, debe dar algunas declaraciones para poder irme.
—Por fin conocemos al heredero misterioso de la familia Hidalgo. Siempre estuvo lejos del radar.
—A diferencia de mí padre no me gusta salir en público —trato de ver más allá de los flashes, quizás Leyla se arrepintió y espera una explicación.
—Porque decidió justo ahora presentarse al mundo de los negocios como presidente de Hidalgo company y H&L? —el saber que solo quieren saber de negocios me tranquiliza.
—Bueno como bien saben Hidalgo company es mí propio empresa, que inicié solo hace cuatro años, mientras H&L es la empresa de mí padre junto a un buen amigo Lombardi, quién me dio el mayor tiempo posible para mí regreso, cuando él murió repentinamente había que hacer miles de trámites para que pueda formar parte de la junta directiva y yo no me sentía bien por obvias razones para tomar esa responsabilidad —no iba a decirle a la prensa la verdad, de todos los problemas que tuve que enfrentar y las trabas que pusieron algunos socios, debía quedar en esas cuatro paredes.
—¿Cómo sigue su esposa? —esa pregunta me inquieta un poco, pero no reflejo ninguna expresión.
—Ella se está recuperando después del accidente, de hecho hoy estuvo con nosotros, bellísima como siempre —no entienden aún como ellos sabían todo la historia, pensé tener mí vida privada en secreto pero parece ser que nada se les escapa.
—Hay rumores de separación es eso cierto —finjo una sonrisa porque ni yo mismo sabía eso, no éramos los de antes pero jamás hablamos de una separación.
—Por supuesto que no —aseguro, camino para poder alejarme
—Porque su esposa salió del lugar acompañada de otro hombre —no sabía eso, pero finjo que sí.
—Es solo un amigo —las palabras de Jeremías regresan a mí cabeza —, como bien comenté antes ella se está recuperando del accidente, tuvo una recaída así que si me disculpan debe ir a ver cómo se encuentra —explico lo más amable que puedo.
—No será porque usted golpeó a su amante cuando los vio juntos —rio sin ganas.
—No se de dónde inventan tantas cosas —vuelvo a reír —, la cena fue todo un éxito, agradezco a los otros empresarios por sus asistir y a ustedes por supuesto —logró zafarme de sus acosos.
En el camino algunos empresarios me felicitan, y cuando logro liberarme corro al auto, agradezco haberlo dejado en un lugar apartado. Entro al vehículo y conduzco lo más rápido que puedo, ya es bastante tarde y no hay tanto tráfico. Mientras cruzo esas calles me lleno de preguntas. ¿Con qué hombre se habrá ido Leyla? ¿Será verdad lo del beso con Jeremías, o solo lo dijo para fastidiarme?. No lo despedí de la empresa en su momento cuando percibí sus intenciones con mí esposa porque creí que era inofensivo y arbitrario de mí parte usar mí poder de esa manera, pero ahora palpando el peligro debí haberlo hecho. Si de verdad beso a Leyla juro que lo mataré.




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