Recuerdas cuando éramos Niños?

CAPÍTULO: ¿UN CAMBIO?

 

- ¿En verdad estuvo hermosa la celebración? -  pregunto el padre de Kate.

- Si, muy hermosa – respondió Carmen aun recordando la hermosa melodía que Kate le había dedicado. Si la hubieras visto cantar.

Carmen acostada al lado de su esposo platicaba sobre lo hermoso que lo había pasado aquel día. Él la escuchaba atentamente, su cara denotaba alegría, pero también parecía como si recordara algo.

La alegría se respiraba por toda la casa. Kate ya en su cama descansaba plácidamente, en sus labios se dibujaba una sonrisa.

 

Otra era la historia en la casa Rossi.

Fernando echado en su cama trataba de descansar y disimular su pena.

Aunque eso era imposible. Quizás a los demás podemos engañar que no estamos tristes o que nada nos pasa, pero cuando estamos solos, cuando empezamos a ser nosotros mismos, no lo podemos hacer.

Fernando pensaba en la conversación que había tenido con la miss. Pensaba que después de eso no iba a poder mirarla a los ojos otra vez.

- <<Lo que menos quiero es que sientan lastima por mí>> – pensaba Fernando.

Fue a bañarse, ya era tarde, pero pensó que un buen baño le ayudaría a dejar de pensar. El ruido de la bañera quizás sea más fuerte que el grito de mis pensamientos.

El agua caía poco a poco, estaba fría, pero no significaba algún problema.

Paso unos 20 min en la ducha. Al salir el reloj marcaba las 12 am. Ya era otro día.

Fernando se puso el pijama y se metió a la cama a descansar. Se cubrió de pies a cabeza con la cobija y poco a poco se fue quedando dormido.

******************************

- ¡Pero está vacía Fernando! – escuchaba que decía la miss.

Ella entro corriendo al salón.

- Miss, Rossi – exclamo. ¿Por qué lloran?

- No deberías estar aquí– dijo la miss.

- Debo retirarme – menciono Fernando.

- Déjame ayudarte – le dijo ella.

- No quiero hacerlo, intente hablar contigo y solo hiciste bromas. No necesito que nadie me ayude. Me voy.  Salió y cerró la puerta.

Al oír el ruido Kate despertó. Se levantó algo asustada y triste.

Recordaba la conversión que escuchó entre Fernando y la miss Sofía. Ahora entiendo un poco porque esa triste. Y no es poco lo que carga. Y yo haciéndome la graciosa aquel día que intento hablar conmigo. Que tonta.

Kate fue a la cocina, cogió un poco de jugo de naranja, lo echo en un vaso y se lo llevo a su habitación.

- Que triste debe ser su vida – pensó mientras bebía. Debo tratar de hablar con Fernando.

Se echó a la cama y ella también se quedó dormida.

El domingo llego, Kate celebro junto a su padre y su madre aquel día de fiesta. Aunque Kate no podía dejar de pensar en lo que había pasado el viernes en la escuela.

Su madre noto que estaba un poco distraída. - ¿En qué piensas Kate? – le dijo mientras aprovechaba que su esposo había ido a comprar algo a la tienda.

- ¿Cómo ayudas a alguien que está muy triste madre? – pregunto Kate.

Carmen la miro pensativa. – Pues debes escuchar a esa persona primero, acércate a ella, no juzgues los motivos por los que esta triste, solo escucha. Al final es solo lo que necesitan esas personas. La gente a menudo esta triste, unas más que otras, pero lo esencial es permitir que esas personas vean que hay más motivos por los que estar alegre y vivir.

Pero no es fácil hacer que esas personas lo vean, pues están encerradas en sí mismas y en su dolor. lo único que puedes hacer es estar allí, y que sepa que le importas, poco a poco se dará cuenta que hay algo más allá de su dolor, algo mejor.

- Que sabia eres madre – le dijo Kate dándole un abrazo. Te quiero.

- Digamos que tengo experiencia con eso – dijo Carmen abrazándola también.

- ¿Que? ¿Alguna vez ayudaste a alguien que estaba muy triste? – pregunto Kate.

Carmen iba a responder cuando el padre de Kate llego. – Ya hablaremos más tarde de eso hija – le dijo y fueron a preparar la cena.

 

En su casa Fernando terminaba de cenar. Para él y su padre aquel día fue como todos los demás, sin nada especial.

- Le dije a Abigail que te prepare tu plato favorito Nando – dijo su padre mirándolo.

- ¿Así? – contesto Fernando riendo. ¿Qué te pasa papá? Desde ayer que estas muy raro. ¿Qué pretendes?

- Nada, solo que desde que llegamos a este país todo parece que ha cambiado.

- Pues habrá cambiado para ti, para mí sigue siendo lo de siempre.

- Gracias, ya terminé – dijo Fernando. Y se marchó a su habitación.

Ya iba a dormir cuando llamaron a su puerta.

- ¿Quién es? – pregunto.

- Soy tu padre Fernando. – puedes pasar – dijo él con algo de molestia.

- ¿Qué es lo que quieres? – pregunto Fernando a su padre.

- Quería saber cómo estabas – contesto el Padre de Fernando. Su rostro se veía diferente, ya no estaba tan serio ni tan distante como siempre, parecía que quería decir algo importante.

- Pues no creo que te importe papá – comento Fernando seriamente.

- Sé qué estado muy distante de ti hijo – pero.

Fernando se quedó sorprendido. Su padre hacía mucho tiempo que no le decía hijo.

- ¿Qué es lo que quieres papá?, suéltalo ya y déjame dormir.

- Sé que este es un día triste para ti, quiero que sepas que no estás solo – dijo su padre con tristeza.

Nando empezó a reír, hacia su mayor esfuerzo por evitar que las lagrimas se le derramaran. ¿Qué es un día triste para mí? Y a ti que más te da Papá. ¿Qué no estoy solo? Claro que lo estoy, desde que llegamos a esta maldita cuidad, desde que decidiste cambiar, desde que olvidaste que tenías un hijo e hiciste como si no te importará mi vida.

Han pasado ya 4 años, y desde ese día no solo me dejo mi madre, también lo hiciste tú. Desde ese día estoy solo. Tú y esa mujer que alguna vez fue mi madre se empeñaron en que fuera así, por eso no tengo a nadie. Cada vez que empezaba a tener personas a las cuales yo le importaba aparecías tú nuevamente diciendo que teníamos que irnos, así que no finjas ahora que yo te importo.




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