Al día siguiente teníamos que regresar a casa. Cada segundo mientras iba en la bicicleta, solo pensaba en ella y en cuándo la volvería a ver.
Cuando llegué a casa, la monotonía de todos los días hacía mis días miserables. Me faltaba algo, y ese algo era ella.
Mis días comenzaron a tener sentido cuando cada noche ella me escribía. Era impresionante la forma en que conversábamos. Empezábamos en un tema y terminábamos, tres horas después, en otro totalmente diferente.
Un día fui con unos amigos a un río cerca de mi casa. No fuimos a divertirnos, sino a buscar arena para construir. Mientras recogía la arena con una pala y la echaba en una carretilla, me encontré una piedra diferente a las demás. Era de color blanco y tenía una textura muy linda. Sin dudarlo, la guardé en mi bolsillo.
Un día recibí una noticia que no esperaba: debía viajar con urgencia a otra provincia, pero el bus que me llevaría hasta mi destino debía abordarlo en la ciudad en que ella vivía.
—¿Qué harás el miércoles? —le pregunté por chat.
—Tengo clases 😅
—¿A qué hora terminas? 🙃
—Al mediodía, ¿por qué? 🤔
—El miércoles estaré en tu ciudad hasta las cinco y media de la tarde, y me gustaría verte 😉
—A mí también me gustaría verte 🫣
Su respuesta me emocionó y comencé a pensar en mil maneras para que esas horas en que estuviera con ella fueran inolvidables.
El miércoles me levanté bien temprano y logré llegar a su ciudad al amanecer. El bus me dejó al frente de donde ella esperaba el suyo para ir a la universidad.
Recordé ese detalle que ella me había mencionado antes y la llamé. Aunque demoró, al final contestó:
—¿Hola? ¿Ya llegaste?
—¿Aún no estás en la universidad?
—Estoy esperando el bus.
—¿Dónde es que lo esperas? —le pregunté.
Ella me explicó y me apresuré a ir. Tuve que cruzar una avenida llena de autos que solo me demoraban. Cuando logré cruzar, comencé a caminar hacia donde ella debía estar.
Cuando la vi, ella estaba a unos cincuenta metros. No la recordaba tan hermosa. Verla de nuevo, sin duda, despertó en mí cosas que solo sentía a su lado.
Solo llegué, la saludé, y en ese mismo momento llegó su bus. La vi marcharse y dije en mi interior:
—Si tan solo hubiera cruzado la calle más rápido...
No obstante, tenía otra oportunidad de verla; solo tenía que esperar a que acabara las clases.
Todo ese tiempo lo pasé en casa de dos amigos que vivían en esa ciudad. Disfruté con ellos, reí y debatimos temas de sumo interés para mí.
Cuando llegó la hora, mis dos amigos, los cuales eran hermanos, me llevaron hasta la entrada de su universidad y, cuando la encontré entre la multitud, ellos me dejaron solo.
—Hola de nuevo —le dije con un poquito de nerviosismo.
Buscamos un lugar y nos sentamos. Entonces comenzamos a conversar hasta que le dije:
—Quiero regalarte esta piedra. La encontré tirada entre la arena y olvidada; a pesar de eso, no deja de ser bella. Como tú, esta piedra estaba oculta al mundo. Eras casi invisible, hasta que gracias a Dios te pude ver y me mostraste tu verdadero ser. O quizás la piedra soy yo, y tú fuiste quien me encontraste a mí.
—Gracias —sonrió y luego añadió—. Yo también quiero darte algo.
Entre sus manos tenía un papel. No imaginé lo que era hasta que lo abrió. Era un lindo dibujo de nosotros dos.
Me conmovió, pues nunca había recibido un detalle tan lindo.
—Muchas gracias, me encanta.
La tarde siguió siendo mágica, hasta el momento en que me tuve que ir.
Recuerdo que ella quería abrazarme, pero la timidez se lo impedía. Yo no la abrazaría a menos que ella lo hiciera. Por eso, cuando nos despedimos y ella me besó la mejilla, le dije:
—Abrázame.
Lo dudó varias veces y le volví a decir:
—Abrázame.
Me abrazó con timidez y yo la abracé. Tal vez para ella solo era un simple abrazo, pero para mí era la respuesta a muchas preguntas. Definitivamente, tenía que ser ella: la mujer de mi vida.
—¿Papá, es mamá? —le preguntó mi hermana.
—Dejen a papá acabar la historia. ¡Con tantas interrupciones nunca va a acabar! —le dije, molesto, a mis hermanos.
Mi padre, sonriendo, nos dijo:
—No se adelanten a los hechos, que aún hay mucho cuento por contar.
Las historias no se acaban en el inicio, sino en el final. Estén atentos, pues esta tiene un gran final...