El sol da de lleno en mi rostro, uno resplandeciente, una pequeña mano cálida me envuelve; recorriendo una vez más las calles de Barcelos, de nuevo en una primavera; mi ciudad natal, aquella que me vio crecer, sonrió con melancolía, en esta ciudad conocí a mi primer amor, el amor de mi vida.
—¿Ya casi llegamos? — su dulce voz me saca de mis pensamientos, observo sus ojos casi negros pero que mantienen un brillo especial; eres lo único que tengo.
—Si... ya casi – le sonrió, después de todo por fin tuve el valor de volver.
Continuamos caminando, disfrutando del bello día primaveral, uno que me recuerda al de aquel día hace quince años, lo recuerdo bien; rodeado de aquel paisaje la conocí, lloraba asustada, se había soltado de su madre sin que nadie se percatara, con el miedo caminó perdiéndose más... al verla tan temerosa, le hable, con voz rota me lo explico, le sonreí, tome su pequeña y suave mano llevándola con mis padres, así le ayudamos a ubicar a sus ya desesperados padres. Fue entonces que nos enteramos, su familia recién había llegado a la ciudad...
—Soy Cristha — su rostro totalmente rojo.
—Un placer — sonreí para calmarle — Allen...
A partir de ese día nos hicimos inseparables, resulto ser mi nueva vecina, descubrí que yo era mayor por dos años, íbamos y veníamos juntos de la escuela, poco a poco fuimos creciendo. Juntos descubríamos el mundo, la vida se tornó llena de un sinfín de emociones y sensaciones, cada día nuestra amistad se fortalecía, su sola presencia me alegraba, hasta que un día, después de seis primaveras juntos me le declaré.
—Cristha — me detuve frente a ella en el parque — desde que te conocí supe que eras especial — le tome la mano — te amo.
—Yo... — comenzó a hablar con un sonrojo notable.
—¿Quieres se mi novia?
Ella acepto, eso me hizo muy feliz. Aunque a veces discutíamos enseguida tratábamos de arreglar nuestras diferencias, nuestros padres apoyaron la relación; así el tiempo paso, Cristha decidida a ser una gran bailarina se esforzó en conseguir una beca, lo logró; yo consciente de que nos distanciaríamos nunca deje de apoyarla, al igual que ella también me esforcé al máximo en mis estudios; ella en Lisboa yo en Oporto.
Logre transferirme a Lisboa, comenzamos una nueva etapa viviendo juntos, yo ya estaba por terminar mis estudios de medicina; decidimos casarnos, algo sencillo pero especial, ese día ella lucia mas radiante. Todo iba de maravilla y lo fue aún mejor cuando a los meses de casados ella me lo dijo, estaba embarazada; sentí que mi felicidad estaba completa, sin embargo, la tormenta se avecinaba y yo aún no lo notaba. Chequeo tras chequeo todo iba aparentemente normal hasta los cinco meses, fue ahí cuando mi mundo comenzó a derrumbarse, ella tenía un tumor en el ovario izquierdo... decidió que el bebé era lo más importante, y así fue. Lo tuvimos y ella murió, ahora nuestra hija me acompaña en un día más de primavera...
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Editado: 26.10.2019