Recuerdos sobre hielo

Capítulo 19 ─ Retrato

El ambiente animado en casa de los Diamond se hizo notar al día siguiente. Los jóvenes planeaban disfrutar ese sábado organizando un festín en el patio trasero y refrescándose en la alberca. Sus progenitores no desperdiciaron la oportunidad para agendar una tarde en pareja, lejos de sus adorados chiflados.

Kukai esperaba con ansias a que llegase el mediodía, siendo esa la hora que le indicó a Gushi. Impaciente, se lanzó al agua como distracción.

— ¿No entrarás, Alex? —preguntó a su hermanito, quien se hallaba sentado en el borde con las piernas en la piscina.

— ¡Después! Quiero tomar algunas fotos cuando todos se reúnan —respondió el menor, aplicándose protector solar en el rostro —. ¿Tú te echaste? Porque no lo parece.

El nadador resopló, ganándose un regaño mudo de Alex, quien no lo dejaría en paz hasta que se resguardara de los rayos ultravioleta.

—Sí, sí, ya voy. Sabes que no me gusta lucir como la celebridad de allá —bromeó un resignado Kukai, señalando una de las sillas playeras.

Ahí yacía Tade acostado, más pálido de lo usual, gracias a la capa blanca que recubría su piel. A juzgar por los sonidos que escapaban de su celular, era evidente que se entretenía con un videojuego. Seguramente sería el último en meterse al agua, dado su inexistente interés por la natación.  

Daichi y Lee preparaban los alimentos que el rubio cocinaría en unas horas. Pese a que Kukai y el adulto de ojos verdes solían encargarse de la comida, la especialidad de Daichi era la carne. Poseía un don manejando autos y la parrillera.

Al cabo de un rato, el mayor de los hermanos se retiró a la entrada, alertado por el timbre. Revisó de quién se trataba y abrió de inmediato, sonriente.

— ¡Hola, Lee! —saludó Gushi, alzando un par de bolsas repletas de jugos, cervezas y golosinas —. Pasé por el mercado en la mañana, ¿crees que esto baste?

— ¡Oh! No era necesario que trajeras tantas cosas. Los chicos lo apreciarán, gracias. Puedes ir a la piscina si quieres, yo llevaré esto a la cocina —sugirió él, sujetando las compras.

Mientras mantenían una conversación sobre el menú y Lee confirmaba que a la patinadora no le incomodara la idea de nadar, el rubio se asomó a la sala para recibirla. Aprovechó que se encontraba de espaldas para aproximarse en silencio y sorprenderla con un afectuoso abrazo.

— ¡Bienvenida, Gushi!

La nombrada palideció y soltó un chillido horrorizado, sobresaltando a sus amigos. Pronto se zafó del agarre y retrocedió como si acabara de cruzarse con el acosador de la plaza.

—D-Daichi, e-eres tú… p-perdón, no te vi venir —jadeó, posando una mano en su agitado pecho.

Aquella traumática experiencia todavía la acechaba en ocasiones; que la abordaran de esa manera repentina se había tornado en algo intolerable para su tranquilidad mental.

—Mierda, ¡l-lo siento! —se retractó el apuesto joven, otorgándole su espacio.

—Cálmate, estás a salvo con nosotros —la consoló el de lentes, aferrando las bolsas con una mano —. Te traeré un vaso de agua.

—No te disculpes, Gushi, yo fui el estúpido —garantizó Daichi, avergonzado —. No le digas a Kukai que te asusté o me prohibirá entrar en la piscina —añadió, abrazándola tras pedirle permiso.

Agradecida por la comprensión de los mayores, la castaña requirió de algunos minutos para recobrar la compostura y dirigirse al patio con el resto. La cálida recepción de Alex fue más que suficiente para ayudarla a olvidarse del percance anterior.

— ¡Gushi! —Kukai emergió del fondo de la alberca y sacudió la cabeza para despegar el cabello mojado de su frente. No le disgustaba frecuentar el hielo con ella, mas le complacía compartir en su territorio para variar.

»¡Al fin apareciste! Tuve que empezar a nadar para no salir a buscarte antes, ¡acompáñame! Tú también, Alex. Cuando los otros dos idiotas vengan jugaremos voleibol.

—C-claro, ya voy —musitó la fémina, tragando en seco y deshaciéndose del vestido que cubría su traje de baño de una pieza.

Acto seguido, caminó hacia el agua con una lentitud agónica. ¿Y si los nervios la traicionaban al separarse del piso?

—Oye, ¡sin miedo! Yo estoy aquí y no dejaré que nada te suceda, igual que tú me cuidas en la pista —prometió el carismático moreno, acercándose a los peldaños que conducían a la piscina y tendiéndole su mano —. Iremos poco a poco a lo profundo y serás libre de estrujarme si te asustas.

Gushi ingresó despacio, conteniendo la respiración en el proceso y temblando sin piedad. ¡La situación no resultaría tan embarazosa si se hallaran solos! Daichi y Tade reían a menudo de su torpeza y Alex se comportaba como un paparazzi tras perfeccionarse con la fotografía.

—Listo, ¿n-no podemos quedarnos de este lado y charlar? —inquirió, bastante cómoda de contar con un soporte bajo sus pies.

—El punto de una piscina es nadar, no charlar —se quejó el exjugador de hockey —. No tiene que ser ahora mismo, pero te oxidarás si el pánico te vence. ¡Es un ambiente controlado! No corres peligro porque cinco chicos estarán dispuestos a salvarte.

Por suerte para la patinadora, Kukai postergó sus planes cuando cierto rubio saltó al agua en una bola de cañón, ignorando los reclamos de Lee, que decantó por los escalones como la persona normal que era.



#20324 en Novela romántica
#3860 en Joven Adulto

En el texto hay: amnesia, drama, amor y odio

Editado: 18.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.