• Capitulo 32: La única luz que necesito en mi vida, eres tú.
Adler Remington, permaneció llorando unos minutos más, mientras sujetaba la mano de la Marquesa y sus ojos azules se perdieron en medio de un angustiante llanto, el cual era una clara demostración, de la profunda oscuridad en la que se estaba sumergiendo sus emociones, ya que su corazón sentía un inmenso dolor.
Esa noche fue muy complicada, pues tal como lo informó el médico, durante toda la noche Giorgiana sufrió de fiebres tan altas, que la hicieron delirar con frecuencia y la dejaban completamente agotada, haciendo que todos los que estaban en el aposento, no pudieran dormir ni un momento, incluyendo al nuevo Gobernador, quien se negó rotundamente a abandonar a la Marquesa de Pembroke. Por lo tanto, él se convirtió en uno de sus cuidadores durante toda la noche.
A la mañana siguiente, el Duque de Wellington se había quedado profundamente dormido al lado de la Marquesa de Pembroke, debido a la agitada noche que todos habían pasado.
Pensamientos de Giorgiana.
---¡Dios! ¿Qué me ha pasado? ¿Por qué me siento tan pesada? ¿Dónde estoy? y ¿Por qué Adler está dormido a mi lado? ¡Oh mi Adler! Que hermoso es tu rostro amor mío, ahora sé que no quiero vivir sin ti a mi lado. Dios mío, me duele tanto el abdomen cuando intentó moverme.---
Giorgiana emitió un suave quejido que despertó al Duque de Wellington, quien al abrir los ojos, se encontró con los hermosos ojos de ella mirándolo fijamente.
“Hola mi hermosa Marquesa, ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo cariño?” _le preguntó Adler a ella con dulzura, mientras verificaba que no tuviera fiebre._
“De verdad si, me siento muy adolorida, ¿Qué me pasó?” _preguntó ella._
“¿No recuerdas nada de lo que te ocurrió?” _le preguntó al Gobernador de Londres._
“¿De qué hablas? Sólo recuerdo que estábamos en el salón blanco discutiendo con Kiandra, y no recuerdo nada más.” _fue la respuesta de la Marquesa de Pembroke._
“¿No recuerdas lo que Kiandra te hizo?” _le preguntó el Duque a la Marquesa._
“No, no lo recuerdo, ¿qué me hizo? ¿Acaso esa mujer me hizo daño?” _le preguntó ella con temor._
“Pues ella… ella te disparó y…” _le dijo el Duque de Wellington y de esa forma, le relató con detalle todo lo que había ocurrido, lo que cual horrorizó a Gigi._
“Con razón me duele el abdomen. Alteza, y ¿qué pasará si a consecuencia del disparo, no puedo caminar de nuevo? No sabía que el odio de Kiandra hacia mi, fuese tan grande.” _dijo yo ya no con temor._
“Ya no pienses en eso, porque tú te recuperaras en su totalidad, todo estará bien y en cuanto tu salud esté completamente restituida, tú y yo anunciaremos nuestro compromiso.” _fue la respuesta de Adler._
“¿Nuestro compromiso?” _le preguntó ella._
“Claro, ¿no recuerdas que tú misma dijiste que tú y yo nos casaríamos? ¿Acaso ya no quieres casarte conmigo? Yo sé que no merezco de nuevo tenerte como esposa, pero te prometo que…” _le dijo el Duque a la Marquesa haciéndola sonreír con ternura, pero fue suavemente interrumpido, al sentir unos dedos femeninos sobre sus labios._
“Escúchame, yo te amo profundamente, ahora sé que no podría vivir separada de ti, y por supuesto que me quiero casar contigo. Sin embargo, por ahora quiero concentrarme en mi salud, para poder sanar completamente y así, podernos casar cuando su Alteza lo disponga.” _le dijo ella con ternura._
“¿De verdad si te quieres casar conmigo? Te doy mi palabra que no te arrepentirás de aceptarme de nuevo como tu esposo.” _le dijo el nuevo Gobernador._
“Eso yo lo sé y no debería decirte esto, pero aún cuando estaba en el exilio, yo nunca dejé de amarte y mi mayor anhelo era, volver a tu lado. Adler, yo siempre te amé aunque estábamos separados. No obstante, sé que ahora ya nada será igual que antes.” _le dijo la Marquesa._
“¿A qué te refieres? ¿Por qué las cosas no son o no pueden ser como antes? Mis sentimientos por ti no han disminuido ni un ápice, yo te sigo amando como el primer día.” _le dijo el Gobernador con suavidad._ “Debes creerme, mi amor.” _agregó él._
“Y te creo, porque yo también te amo como el primer día, pero… pero, tú sabes que yo fui violada y honestamente, no sé si podré estar contigo como antes.” _respondió ella._
“Cuando dices que no sabes si podrás estar conmigo como antes, ¿te refieres al ámbito sexual? ¿Sientes que no serás capaz de compartir el lecho conmigo de nuevo?” _le preguntó él._
“Exacto, me refiero a eso precisamente, porque aunque yo te amé como te amo, no puedo ni siquiera pensar en compartir el lecho con un hombre y eso te incluye a ti. Por eso, no quiero hacerte daño mi amor, de verdad no quiero lastimarte.” _le respondió ella._
“Y, ¿tú crees que lo único que deseo de ti, es tener sexo?” _fue la respuesta del Duque._
“Claro que no, yo no pretendo insinuar eso, pero siendo realistas, ahora que tú no sólo eres un Duque muy importante, sino que también eres el gobernador de Londres, necesitas un heredero o más de uno, para perpetuar tu legado y yo… yo no me siento capaz de hacer el amor de nuevo, lo cual no me parece justo para ti, porque… porque…” _dijo ella pero fue suavemente interrumpida._
“Yo sé que tú dejarás de sentir miedo, de eso estoy completamente seguro y cuando eso ocurra, tú misma me pedirás que te haga el amor, eso es algo que ya está escrito en nuestros corazones y lo sabes. Tú serás quien me pida que me adueñe no sólo de tu corazón, sino también de tu cuerpo por completo y yo, yo lo haré con toda la pasión y el amor que mi corazón y mi cuerpo, tienen reservados sólo para ti, desde hace mucho tiempo.” _le dijo el Duque provocando en ella un furioso sonrojo._
“Yo… yo… no me parece que este sea el momento indicado, para tener esta conversación.” _le respondió Gigi muy nerviosa, pues ella reconocía que él tenía toda la razón._
“Está bien, pero cuando te recuperes en su totalidad, tú y yo continuaremos con esta conversación, por ahora sólo concéntrate en recuperarte.” _le respondió Adler._
“Y, ¿si no me recupero por completo?” _le preguntó la Marquesa con preocupación._
“Claro que te recuperarás, sé que en este momento no te sientes nada bien, pero muy pronto estarás restituida, confía en mí.” _le respondió Duque de Wellington._
“No soy tonta Adler, no sé que tanto daño hizo la bala en mi cuerpo, pero no siento las piernas y me duele mucho la espalda, sé que esto no es nada normal, Excelencia.” _fue la respuesta de Gigi, quien tenía los ojos anegados de lágrimas._
“Dentro de poco viene el médico y nos informará todo lo referente a tu salud, no nos preocupemos antes de tiempo, ¿de acuerdo? Te prometo que todo estará bien, amor mío.” _le dijo el duque para tranquilizarla._
“Y, ¿si no vuelvo a caminar?” _le preguntó ella._
“No pienses en eso, tú si te pondrás bien, ya lo verás, te pido que no piensas de forma negativa.” _le dijo el Gobernador con cariño._ “Tú volverás a caminar, claro que sí.” _agregó él._
“Alteza, yo no deseo ser negativa de verdad que no, pero no me puedo mover y hasta tú mismo sabes, que esto no es normal.” _le dijo Giorgiana.
“¿Sabes qué? Ahora mismo voy a llamar al médico para que te examine, ¿está bien?” _le respondió el Duque de Wellington._
“De acuerdo, eso me hará sentir mejor.” _le dijo ella y agregó:_ “por favor espera, tú estarás a mi lado mientras me examina el médico, ¿cierto? No me dejarás sola, ¿verdad? Por favor, quiero que estés conmigo.”
“Por supuesto que estaré contigo, no me separaré de ti mi amor, ¿sabes por qué? Porque la única luz que necesito en mi vida, eres tu. ¿Me entiendes? Ya no podría vivir sin ti.” _le aseguró Adler con lágrimas en los ojos._
“Te amo Adler, perdóname por hablar de forma negativa, pero es que me siento muy asustada, por favor, no me abandones.” _le suplicó la Marquesa, recibiendo un largo beso en los labios por parte del Gobernador._
• Escritora: Sayduvis Blanco.