Capítulo 36: Una agridulce bebida llamada sinceridad. Parte 1.
“¿Te gusta?” __le preguntó el Gobernador de Londres, enseñándole una pequeña caja abierta que contenía, un hermoso anillo de oro blanco, el cual estaba adornado con diminutos diamantes alrededor de toda la argolla y en el centro de la misma, un precioso zafiro resplandecía de una manera maravillosa, el cual en cada extremo tenía 2 diamantes de un tamaño mayor que el de los pequeños, pero menor que el del zafiro que en esos momentos brillaba en exceso. La Marquesa de Pembroke, sentía que en cualquier momento se le paralizaría el corazón de la emoción y la alegría.
“¿Gustarme? Más que eso, me fascina este anillo, es elegante, bellísimo y refleja el buen gusto y refinamiento de la persona que escogió tan radiante joya.” __fue la respuesta de Giorgiana con la mirada fija en la gema y agregó: “Aunque por un momento, pensé que me darías mi antiguo anillo de compromiso, no es que éste no me agrade, pero creí que me darías el anterior.”
“Pude haberlo hecho, porque sé lo mucho que te gustaba, pero consideré que sí hemos decidido comprometernos de nuevo, no me gustaría que nada te recordara el doloroso pasado que ambos tuvimos, ni siquiera las joyas que a partir de hoy, le obsequiare a mi futura Duquesa.” __mencionó el Duque con ternura, haciendo que ella sonriera de forma radiante y agregó: ¿Entiendes ahora lo mucho que significa esta joya para mí y para nosotros?
“Si, claro que sí. Pero, entonces esto significa que este bello anillo no pertenece a las joyas de la familia Remington.” __le dijo Giorgiana curiosa y añadió: “Y con respecto al doloroso pasado que en un tiempo nos unió, no quiero que eso ensombrezca lo que sentimos en este momento, tampoco quiero que nada nos recuerde todo lo malo que vivimos.”
“Yo tampoco quiero eso, por eso preferí darte un anillo de compromiso, que no te recuerde nada de lo que ocurrió en nuestra anterior relación.” __le dijo el Duque colocándole el anillo en el dedo y agregó: “Por otra parte, tienes razón al decir que esta joya no pertenece a las que pertenecen a mi familia, porque esas joyas incluyendo tu anterior anillo de compromiso y nuestras anteriores alianzas matrimoniales, fueron escogidas por otra persona para nosotros, en cambio, este anillo lo escogí yo mismo, pues anhelo que a partir de ahora, tengamos nuestras propias joyas familiares, joyas que representaran a la bella familia que muy pronto formaremos, la familia Remington, Cavendish. ¡Oh como anhelo el día en el que pueda verte arrullar a nuestros hijos, hasta que éstos se queden dormidos!”
¡Oh mi Adler! Como me gustaría ser la madre de tus hijos, pero…” __dijo Giorgiana aflgida de repente, pero Adler la interrumpió con suavidad.
“Te prometo que tú serás la madre de mis hijos y créeme, tendremos muchos hijos, unos 10 como mínimo y tú, serás la mejor mamá de todas. ¿Confías en mí cuando te aseguro esto? Me crees cuando te digo que tendremos muchos hijos?”
“Quiero confiar en esas palabras con todo mi corazón, pero… pero apenas y puedo permitir que me beses y acaricies, para que las imágenes de lo que me ocurrió, arruinen todo el avance que yo pudiese tener.” __le respondió la Marquesa un poco entristecida, por lo que su prometido la abrazó confortadoramente durante unos minutos, susurrándole al oído: “Te amo tanto, amor mío.”
“No te presiones amor, no nos apresuremos a sacar conclusiones, por ahora me conformo con lo que tu corazón y tu cuerpo estén dispuestos a darme, ni más ni menos.” __le dijo el Gobernador a su prometida con dulzura.
“Y yo estoy dispuesta a dártelo todo vida mía, sólo te pido un poco de paciencia, por favor.” __le dijo la Marquesa a su futuro esposo.
“Por supuesto que sí, mi bella princesa. Te lo dije una vez y te lo reiteró hoy, yo estoy dispuesto a esperar por ti por mil años si es preciso, así que ahora sólo vivamos esta nueva etapa de este amor que en nuestros corazones, está resurgiendo de nuevo con tan apabullante fuerza, sin ninguna regla y sin prisas, ¿de acuerdo?” __le dijo Adler a Giorgiana con tranquilidad.
“Si, de acuerdo su Alteza, vayamos sin ninguna presión y sin ninguna prisa.” __le respondió la Marquesa de forma tan dulce, que él le correspondió con una suave y fugaz beso en los labios.
“¿Sabes qué? Quiero llevarte de paseo, a un picnic tal vez, ¿qué dices? Aceptas que te lleve a un picnic? Creo que ambos necesitamos tomar aire puro.” __le preguntó su prometido.
“De verdad me encantaría, pero, ¿cómo? Quiero decir, ¿cómo harás tú para llevarme de paseo, si estoy así?” __le preguntó la Marquesa señalándose a si misma.
Simple, te llevaré en mis brazos a un hermoso lugar, a orillas de un brillante lago y allí, disfrutaremos de nuestra mutua compañía, ¿te agrada la idea?” __le respondió él acariciándole la mejilla.
“Por supuesto que sí, pero, ¿te puedo preguntar algo que es muy importante para mí, sobre todo, por la respuesta que puedas darme?” __le dijo la Marquesa mirándolo fijamente a los ojos.
“Sabes que puedes preguntarme todo lo que tú quieras amor mío, te prometo responder a tu pregunta con plena honestidad y sinceridad.” __le respondió su prometido tranquilamente.
“De acuerdo, en ese caso ahí va la pregunta. ¿De verdad no te importa tener que cargarme para que podamos salir juntos?” le preguntó ella como una mezcla entre expectación y angustia.