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Red p.v
—¿Por qué ríen tanto?– todos volteamos hacia la puerta.
—¡Papá!
—Veo que me extrañaron...– nos regaló una de sus radiantes sonrisas y luego se adentró a la habitación. Se veía más descansado.—¿Cómo estás campeón?
—Bien, Taylor nos estaba contando un cuento y también me ayudó a comer.
—¡Ya veo!– se paró al lado de Taylor y colocó su mano sobre su hombro. La miró y le sonrió, ella hizo lo mismo, ¡y eso fue lo más lindo que vi el día de hoy!.
—¡Dejen de mirarse!. ¡Es demasiado cursi!
Los dos rieron. ¡Estaban rojos!
—Cierto... les traje algo para comer.– le tendió a Tay la bolsa que tenía en su otra mano.
—¡Que bueno, ya me estaba muriendo de hambre!– me quejé.
—Deja de ser exagerada.– Luke rodó los ojos.
—Claro, tú no te quejas porque ya comiste.
—¡Pero eran verduras, y yo odio las verduras!
—¡No van a hacer un espectáculo ahora!. Red, ve con Taylor a la cafetería, desde ahora yo me encargo de Luke.– asentí cabizbaja. Taylor le dijo algo en el oído a papá, y besó su mejilla.
—¡Nos vemos fea!– rodé los ojos y salí de la habitación con Taylor a mi lado.
—Me sorprende que papá haya comprado hamburguesas.– digo mirando las que ella sacó de la bolsa.
—Talvez yo tuve algo que ver en eso, me envió un mensaje preguntándome por la comida, y le dije que hamburguesas sería bien.
—¡Por eso me caes bien!– ella tiró su cabello hacia atrás de manera exagerada.
Cada quien comió su comida, luego de unos minutos ella habló.—Hey fea...– miré a Taylor con una ceja enarcada. Ella dejó su refresco en la mesa.—Quise decir hermosa. Ahora que puedo, ¿cómo te fue ayer en el colegio?
—Te lo diré si me dices que ahora estamos en modo psicologa y paciente.
—¡Si así lo quieres!
Asentí. Me olvidé comentar de que Taylor ha sido mi psicóloga por más de un año. Básicamente así se conocieron con papá, fue algo raro cuando empezaron a salir, pero tampoco lo tomé a mal. Me cayó mejor desde entonces, mejor dicho, he desarrollado sentimientos más profundos hacia ella.
—Cuando bajé del auto de papá, mi corazón comenzó a latir tan rápido, y mis manos estaban temblando. Papá me preguntó antes de irse si estaba segura de querer hacerlo, entonces miré al frente, algunas personas me observaban. Le dije que estaría bien, pero en realidad no fue así.
—¿Qué fue lo que pasó?
Ella colocó sus manos entrelazadas sobre la mesa. Es algo que hace mucho cuando le cuento lo que me pasa.
—Cuando entré a ese lugar se sintió tan frío. Las personas no dejaban de mirarme y murmurar cosas sobre mi. Supongo que no esperaban verme de nuevo por ahí.
—Tienes que ser consciente de que eso pasará tantas veces, incluso aunque no hayas hecho nada, eso sucederá. Pero tienes un historial ahí, y será difícil, pero te darás cuenta de que cada comentario sobre ti pronto dejarán de tener sentido.
—Lo sé, pero es difícil creerlo. Intenté no prestar atención, pero es como si se instalaran a vivir en mi cabeza. Cuando estaba yendo a mi primera clase, una chica me echó al suelo. Pero no le di relevancia.
—Fuera de todo, es imposible controlar los comentarios u acciones de otros, pero eso no significa que debas aguantar este tipo de cosas. Es un nivel de acoso mayor. Aunque creo que coincidimos en que no darle cuerda es la mejor opción, porque ellos buscan que caigas en sus provocaciones, quieren verte en tu punto máximo.
—¡Es lo que me digo!. Sé que es imposible evitar todo esto, pero si sigo como ahora estaré bien.
—¿Y cómo vas en cuanto a hacer amigos?–
Hice una mueca.—Nadie me habla, lo cuál no es nada nuevo. Pero al menos no recibí tantos comentarios obscenos. Aunque no faltó el que me insultó. ¿Crees que debería adoptar una personalidad así?, tipo, ser la perra del colegio, y hablo en toda la extensión.
—Depende de lo que tú consideres que es ser una perra.
—No voy a decir que es alguien que se viste con poca ropa o se mete con muchos chicos, porque eso es tan tonto.
—Ciertamente. Pero la mayoría de las personas no entiende que tus relaciones y tu forma de vestir no te definen.
—¡El mundo sería más fácil si todos pensaran lo mismo!– cubrí mi rostro con mis manos mientras me quejaba.
—¿Puedo preguntar algo?
Quité mis manos de mi rostro y la miré. No es necesario que me lo diga.—No, por suerte no lo vi. Pero eso no significa que no vaya a hacerlo, podría cruzarmelo en cualquier momento. Y esa idea me aterroriza si soy sincera.
—¡No es para menos!. Es totalmente normal que te sientas así, él te hizo daño, y eso no es fácil de superar.
Asentí. Fueron algunos segundos de incomodo silencio.—Conocí a un chico...
Taylor me miró sorprendida.—¿Es lindo?
Sonreí. ¡Vaya que lo era!—Lo es, pero es un experto en el silencio. Creo que cruzamos unas cinco palabras, y siempre tenía una cara neutral. Me senté a su lado, y cuando le saludé ni siquiera volteó a verme. Luego una chica me dijo una estupidez y escuché algunos murmuros, y entonces cuando alguien me tocó el hombro exploté y le dije que me dejara en paz. Pero era el pobre chico, solo quería devolverme mi lápiz que se había caído.
—¡Siempre pasando vergüenza tú!– se burló de mi.
—Ni me lo recuerdes. En la hora del almuerzo estaba sentada bajo un árbol y alguien me tiró una pelota en la cabeza. También lo vi sentado en el patio de comida y tontamente me acerqué a pedirle disculpas, lo cuál fue algo tan nuevo para mi.
—Ese chico te llamó mucho la atención por lo visto.
—Bueno sí, pero es algo raro. Estaba leyendo un libro, y literal que no le quitaba la vista de encima.
—¿Te quedaste con él todo el recreo?
—Lo hice, y ahí te das cuenta de que sí soy pendeja. Porque el chico, Dios, ni siquiera sé su nombre, bueno, él ni siquiera volteaba a verme, y yo seguía ahí.