Carta 7

06/02/16

Ayer recibí tus cartas, realmente no me esperaba todo lo que allí estaba escrito. Al leer la última carta llame a todo el mundo para saber en donde te encontrabas, debía estar contigo, quería estar contigo. No te imaginas lo mucho que me dolió que te hayas ido, pero más me dolió el que me dijeras que estabas muriendo y que no querías que estuviera a tu lado. Por esa razón, a pesar de tener sentimientos encontrados, mi único deseo era salir corriendo a donde estuvieras. 

En cuanto descubrí en donde te encontrabas, me monte en mi auto y fui directo a donde estabas. Cuando llegue me encontre con tu hermana en la sala de espera, en cuanto me vio, corrió hasta mí y comenzó a llorar en mi hombro. Eso hizo que mi corazón se me apretara y sentía como se me iba rompiendo, lo único que pensaba era "llegue muy tarde" las lágrimas comenzaron caer por mis mejillas, mi garganta se cerró, mis piernas perdieron la fuerza y simplemente caí al suelo... llevando conmigo a tu hermana. Creo que nos quedamos allí por horas, aunque realmente fueron algunos minutos. 

Cuando por fin nos separamos, ella me dijo que aún no habías muerto pero que el doctor le dijo que que quizás eran cuestión de horas. Nos levantamos del suelo y ella me guio a donde estabas, al entrar en esa habitación te veías tan pequeña en aquella cama, tan delgada y triste... intentaba parecer fuerte, pero era muy difícil... solo quería llorar hasta que las lágrimas se me secaran. Me acerque hasta quedar a tu lado, tome una de tus manos y estaban tan frías y delgadas, me rompia el corazon ver como te encontrabas... unas cuantas lágrimas escaparon para encontrarse en tu mano, en eso abriste tus ojos y me regalaste una débil sonrisa. Me era difícil sonreír,  pero aún así lo hice,  te di un beso en la frente y tu piel se sentía tan fría que tuve que colocar una mano en tu pecho,  justo encima de tu corazón para sentir que aún latía,  débil,  pero lo hacía. 

Ese día sólo deseaba quedarme a tu lado hasta que el mundo se acabara, no me importaba lo demás, ni las veces que tu hermana me decía que debía comer o sólo caminar, no lo hacía, la ignoraba. La verdad es que no deseaba moverme de donde estaba y que cuando regresara me diera la noticia que sabía que algún momento llegaría pero... simplemente aún no estaba preparado. Quizás, jamás lo esté.

Estar sentado en aquella silla durante varias horas se volvia incómodo, así que me levante y camine hasta quedar frente a la ventana, abrí un poco las cortinas para poder ver como el cielo se encontraba gris y relámpagos surcaban entre las nubes avisando para aquellos desprevenidos que algo malo se acercaba.

-¿Sabes? Desde hace un tiempo deseo ver aquellas nubes rojas. ¿Las recuerdas? ¿Lo hermoso que se veía el cielo aquella tarde? -me exalte un poco por tu voz tan seca, pero internamente me hacía feliz escucharte hablar.

-Si, claro que lo recuerdo.

-Me encantaría volverlas a ver una vez más. -tu mirada se notaba tan lejana, aunque me sonreías para que no me preocupara. 

-Debes recuperarte y de esa forma podremos ir a verlas. 

-Sabes que la esperanza es lo último que se pierde, y que creo en los milagros pero también debemos ser realistas, Malcolm. Se que no me queda mucho tiempo, mi cuerpo me lo esta avisando, y me he estado aferrado a la vida unos días más porque deseaba poder compartir contigo. Verte sonreir una vez más. -mi ceño se había fruncido, mis manos se habían convertido en puños y un gran nudo se encontraba en mi garganta. Sabía que era verdad, que aunque yo también esperaba un milagro, tenía que ser realista.

-Sólo... aún no te quiero perder. Lo eres todo para mi, Nicole. Y nada de esto es justo... la vida no es justa. -mis ojos se aferraban a la imagen de el cielo gris y como la lluvia comenzaba a caer con furia.

-Lo sé... lo sé. 

Luego de esas últimas palabras te quedaste dormida y yo aproveche para salir de la habitación por un momento. Aún llovía fuertemente por lo que me mantuve en donde la lluvia no me pudiera alcanzar, alguien suspiro a mi lado y al girarme vi al doctor que te atendia, me saludo con un asentimiento y lo mismo hice yo. Mi mirada se encontraba un poco perdida hasta que mi mente me recordó que quizás era el momento, que ya podía seguir retrasando lo inevitable, que no podía seguir pensando que un milagro llegaría. 

-Nicole quiere irse. -susurre.

-En lo profesional te diría que la dejaras ir, ya la medicina no puede hacer más por ella y en lo personal te diria que disfrutes cada momento con ella, que la saques de aquí y que la hagas feliz. Supongo que es lo que ella quiere. 

-Me dijo que quiere ir a ver las nubes rojas. 

-Entonces llevala. Su hermana deberá firmar la hoja de salida y quizás ella no esté tan de acuerdo con la idea, pero si Nicole sigue aquí lo que hará es sufrir aún más de lo que ya sufre. -hizo una pausa- Hace unos años mi mejor amigo murió de cáncer pancreático, y su último deseo fue ver el juego de las panteras. -se rio para continuar con su relato. -Su familia no estaba de acuerdo con esa idea, decían que era una locura, que no se podía ir. Pero la esposa de él sabía que eso lo haría feliz, así que ella firmó la hoja y los tres fuimos al juego. Murió con una sonrisa en el rostro. 

Me quedé mirándolo con tantas dudas en mi cabeza que no sabía cómo elegir la mejor decisión. Claro que quería pasar el resto de mi vida con Nicole y que la amo con locura, pero también sé que eso no podría ser capaz, no podríamos tener hijos, ni envejecer juntos o ver a sus nietos jugar con nuestros hijos. 

Me despido del doctor y regresé al cuarto de Nicole, ella se encontraba todavía dormida y su hermana estaba a su lado.  En ese momento al ver a mi Nicole tome la decisión... era momento de dejarla ir. 

Le digo a su hermana que salga para hablar con ella y le explico el plan. Claro, ella primero maldijo por darme por vencido, hasta me llamó cobarde, luego comenzó a llorar, para terminar en el suelo aceptando que era el momento.