Red de amor

Capítulo 7

Al día siguiente me levante con la idea de que solo faltaba un día para que fuera sábado, eso causa un nerviosismo terrible y con ello unas ganas de vomitar fatales, tratare de desviar ese pensamiento fuera de mi cabeza para mejor concentrarme en el trabajo; estaba desayunando un pan tostado con mermelada acompañado con un vaso de jugo de manzana, delicioso, pero el ruido en la puerta hizo que dejara el pan en el plato para averiguar quién era, creo que no era necesario estar adivinando quién sería.

En efecto, cupido, se carga una sonrisa como de costumbre.

— ¡buenos días! — sonríe dejando a la vista sus perfectos dientes.

— Adiós tranquilidad — bromeó y lo dejo entrar.

— Ouch, que mala eres — ríe, veo cómo se acomoda en uno de los sofás que tengo en mi casa, estaba observándolo porque aunque yo supiera que es lo que estaba haciendo aquí no me causa gracia preguntarle. — Me gustan tus sofás, son cómodos— suelta, pero ve mi expresión de confusión. — ¿sucede algo?

— ¿qué haces aquí? — pregunto con los brazos cruzados.

— No empieces beca, sabes que hago aquí, vengo a traerte para irnos al trabajo — sonríe sin despegar sus labios.

— No discutiré, iré por mi bolso y solo cepillo mis dientes — le indicó y el asiente nuevamente con su sonrisa, ¡vaya!, ¿no tendrá acalambradas sus mejillas?

Me dirijo hacia mi habitación para inspeccionar si llevaba todo en mi bolso y como siempre todo completo, fui hacia el baño sin antes ver que era lo que estaba haciendo mi jefe, nada fuera de lo normal, se encontraba en sus celular muy entretenido, no entendía porque les gusta estar metidos en esos aparatos, es decir tengo uno pero solo lo utilizo para las llamadas, odio esos artefactos al igual que la televisión, prefiero estar leyendo un libro interesante o una novela de misterio.

Estaba en mi baño ya cepillando mis dientes cuando escucho el sonido del teléfono de la casa.

— ¡no te preocupes, déjalo son... — en ese momento me percaté que el sonido había sedado, lave rápidamente mis dientes y encuentro a Thiago hablando por teléfono, el en cuanto me ve pone en alta voz el teléfono.

— que alegre que este con mi hija muchacho — escucho a mi madre en la línea, no puede ser cierto, ahora lo que ella pensara es que acosté con el ayer y amaneció hoy aquí.

— a mí me alegra escucharla señora — dice con una sonrisa, fijando su vista en mí.

— Solo quería saber cómo estaba mi hija, pero veo que no es necesario, estoy segura que está muy bien — la escucho decir, estoy 100% segura que mi tía está al lado de ella con una sonrisa y no sé porque pero algo me dice que ya están pensando en una boda.

— Pues ya ve señora, está en buenas manos — lo fulminó con la mirada por ese comentario, mi madre suelta pequeñas risas.

— ahora ya lo sé, bueno dile que la llame que me urge hablar con ella, hasta luego Thiago — dice alegremente

— hasta luego señora, nos vemos luego — cuelga y suelta unas pequeñas carcajadas — me agrada mucho tu mamá y tu tía.

Estaba muy molesta y no quería insultarlo o cachetearlo, lo mejor es inhalar y exhalar, inhalo y exhalo, es algo que ir he visto mucho en esas personas que quieren controlar su ira, lo mejor que pude hacer es agarrar mi bolso y salir de allí, él estaba un poco confundido por mi actitud no está para más, el me ayudó a subirme a su auto y yo seguía sin decir nada, tratando de tranquilizarme y no mandarlo todo a la mierda.

— ¿qué pasa beca? No has dicho nada — gira su rostro para verme, sin descuidar el camino.

— lo único que voy a decir es que eres como un dolor de culo, acompañándolo con un dolor de pies terrible y porque no un dolor de cabeza juntos — sentenció tratando de no molestarme, una carcajada proviene de parte de él.

— Estás así por lo que pasó con tu mamá cierto — ríe. — Ella está feliz que sea yo tu pretendiente — voltea a verme.

— pues yo no lo estoy, no la conoces — digo a la defensiva, realmente no la conoce y no le diré que estoy tan segura que hasta las invitaciones de la boda está viendo, mi madre es un caso y por lo que he visto le urge que me case y tenga hijos.

— Pero sabes una cosa, estoy feliz que no hayas explotado — dice con una sonrisa. — Mi compañía te ha servido mucho — guiña el ojo.

— No te creas cupido, lo hago por mi bien común — él sonríe ampliamente.

Llegamos sin ninguna novedad al edifico Armitt y como siempre me bajo yo antes y llego sola hacia mi oficina, Thiago me recordó que teníamos una junta importante con unos socios que estaban interesados en tener alianza con el, le indique que lo ayudaría a ordenar la sala de juntas y él me sonrió como agradecimiento.

Dejé mis cosas en la silla giratoria que tengo en mi escritorio y al instante me dirigí a la sala de juntas.

— ¿cómo estás zorra? — escucho decir antes de continuar por el pasillo.



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En el texto hay: novela romántica, amistad, novelacontemporanea

Editado: 12.09.2020

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