— Si Thiago, toma mi asiento — digo con sarcasmo.
— Te dije que quería irme en la ventana — eleva ambos hombros con una sonrisa llena de inocencia.
Resultó ser que mi asiento era el que estaba junto a la ventana y el tomo el mío, el problema no es ese, el problema es que odio estar de lado del corredor, porque me pasan empujando las azafatas con su carrito de comida. Ni hablar no discutiré con él; luego de 5 minutos el avión está en el aire y lo único que falta es esperar una hora para el descenso.
Mientras pasaba ese lapso de tiempo me dedico a leer mi libro de Ana Kerenina de León Tolstói un libro que era de mi padre, cuando el falleció tome todos los libros que él tenía, tanto como a él y como a mí nos encanta leer.
"Amor, La razón por la que no me gusta esa palabra, es que significa demasiado para mí, mucho más de lo que puedes entender", León Tolstói, Ana Kerenina.
Cada minuto pasa y me hundo aún más en este libro, es increíble, mi padre tiene muy buenos libros y muy antiguos.
— ¿ya llegamos? — escucho su voz aún más adormitada y ronca lo veo removiéndose en su asiento, no me percaté a qué hora se quedó dormido y desde hace cuánto tiempo estaba recostado en mi hombro.
— aún no, supongo — digo volviendo a mi libro, siento como su cabeza se gira en mi hombro y de inmediato siento su mirada puesta en mí, giro para poder encararlo y nuestros ojos se conectan de inmediato quedándonos unos segundos así, sintiendo un poco de incomodidad ante su penetrante mirada causando que un escalofrío helado recorra mi cuerpo. — ¿qué?
— Solo veo lo que lees — dice quitando rápidamente sus ojos de los míos quitando esa conexión tan incómoda y dirigiéndolos al libro. — Tolstói, me gusta, aunque prefiero a Hemingway o Dickens — lo veo con asombro, creí que a este chico solo le gustaba la fiesta. — no te sorprendas, aunque me guste las fiestas no quiere decir que no leo, ¿qué acaso no has visto mi pequeña biblioteca que tengo en mi habitación?
— creí que solo la tenías de adorno.
— Aun te falta conocerme, beca — sonríe.
— No se termina de conocer a nadie en esta vida, Armitt — musitó.
— Tienes toda la razón — veo como empieza a acomodarse en su asiento alejando su cabeza de mi hombro.
No volvimos a cruzar palabras después de eso, después de unos largos minutos al fin escucho que ya estamos en Canadá y que es necesario abrocharnos los cinturones para poder descender. Al fin aterrizamos y estamos en tierras canadienses, la gente empieza a salir de sus asientos para poder salir del avión.
Esperamos a que el avión se desocupara y así poder salir no quería meterme en esa bola de animales tratando de salir, minutos después nos encontrábamos buscando nuestras maletas pero no hay señales de ellas pareciera que nunca las metieron en el avión, eso sería la mala suerte inundando mi vida, sería un gran trabajo si no están aquí, estoy empezando a preocuparme.
— ¡mira, Notre-Dame de Montreal! — me enseña el folleto que acaba de tomar en una pequeña estantería que estaba en la salida de migración. — ¡Montreal es hermoso! — sonríe como un niño pequeño.
— Si Thiago, es hermoso — le sonrío, por alguna extraña razón me causa ternura y se ve muy lindo emocionado por un folleto de lugares turísticos.
¡Al fin, bingo!, Logró ver mi maleta gracias a los dioses y la tomo rápidamente antes de que la cinta corrediza se la lleve, veo una de las maletas de Thiago y la tomo rápidamente, giro para poder verlo y aún se encontraba viendo el bendito folleto.
— me vendría bien un poco de ayuda, ¿no crees? — digo con ironía.
— lo siento Rebeca, estoy muy emocionado — toma su maleta y como un milagro aparece su otra maleta, la toma y estamos listos para salir de aquí y presentar el primer acto de la obra teatral.
Caminamos hacia la salida y rápidamente logró visualizar a mi tía y a Josh su esposo junto con mis dos pequeños primos.
— Aquí empieza nuestra actuación Thiago — le digo entre dientes y un poco nerviosa, no quiero quedar como mentirosa, sé que todos están muy emocionados de que al fin conseguí un "novio", estoy empezando a retractarme de decirles la verdad.
— No te preocupes, todo estará bien — me regala una sonrisa, este hombre sabe cómo tranquilizarme y eso es lo que trasmite cuando estoy con él, una tranquilidad y seguridad.
Mis primos salen corriendo hacia mí y me abrazan por la cintura.
— ¿cómo están pequeños? — les sonrío y los abrazo.
— te extrañamos — dice el pequeño Elliot, un hermosos niño de ojos miel y un cabello castaño claro.
— ¿es tu novio verdad?
— si Jonathan — le sonrío al pequeño rubio de ojos cafes.
— Soy Jonathan un gusto — extiende su mano hacia la dirección de Thiago, veo como él se queda impresionado con la formalidad del pequeño y le sonríe