— Tenemos que hablar — me estremezco al escuchar eso, estoy segura de que es de lo que quiere hablar. Aún con mi brazo en su mano me lleva a la caja para poder pagar y salir de la cafetería, está lastimándome y estoy empezando a sentir un leve dolor en el área.
— ¡suéltame, estas lastimándome! — farfulló, provocando que la gente que pasa a nuestro lado se quede viendo extrañados.
— Huirás, te conozco, tú siempre huyes de tus problemas — musita, empiezo a forcejear con el tratando de zafarme de su agarre, estoy cansándome de esta situación, es momento de poner un alto definitivo.
— ¡no me interesa hablar contigo!, ¡Déjame en paz! — espetó, detiene su caminata y gira su rostro hacia mi dirección.
— ¡bien!, ¡porque estoy harto de estar lidiando con alguien que no afronta sus problemas! — farfulla veo su pequeña vena del lado derecho sobresalir desde su cuello, me zafo de su agarre y camino directo hacia la oficina.
— ¡puedes irte al diablo, me harías un favor! — grito, las personas se me quedan viendo un poco asustadas por la expresión que he utilizado, veo como achica sus ojos y de repente me sorprendo al verlo empezar a correr, sin pensarlo dos veces, apresuró mis pasos y empiezo a correr lo más rápido que puedo, gracias a la cantidad de personas que hay en Nueva York es imposible poder correr tanto a menos que quieras empujar a las personas, cruzo la calle de inmediato cuando el semáforo marca en rojo, no me atrevo a ver hacia atrás porque no sé qué tan lejos está de mi; sigo corriendo hasta que entro a la entrada del edificio, presionó el botón del ascensor varías veces, la ansiedad de que en cualquier momento llegue a acorralarme aquí me tiene muy inquieta, el asesor se abre inmediatamente entro justo cuando el entra a la recepción.
— ¡Rebeca! — grita, las puertas se cierran y por alguna extraña razón esto me causa tanta gracia, hace tiempo que no corría tanto y a causa de la fatiga me cuesta tanto respirar y poder reírme al mismo tiempo.
La cabina de metal se abre y camino rápidamente hacia mi oficina, mi respiración se ha vuelto normal gracias a las inhalaciones y exhalaciones que suelo hacer.
— Señorita Moore — escucho una voz masculina muy conocida, ¿será el?, mis ojos se abren de sorpresa al ver al hombre que me ha contratado en esta empresa, acompañado de una mujer muy hermosa de tez blanca y cabello lacio castaño, muy bien cuidado junto unos bellos ojos verdes, demasiado parecido a su hijo.
— ¡señor Armitt! — sonrío de oreja a oreja, sí que es una alegría tenerlo nuevamente aquí.
— ¡Cómo está señorita Moore!, déjeme presentarle a mi esposa Clarissa Armitt — extiendo mi mano para poder saludar a la madre Thiago.
— Es un placer, señora Armitt — le sonrió amablemente.
— igualmente señorita Moore — sonríe amablemente, veo que es una mujer muy amable y muy dulce, se ve que a primera vista es muy noble.
— ¿Ha visto a mi hijo?, he estado buscándolo y por lo que he visto no está — es allí cuando se abren las puertas del elevador, dejando ver a mi jefe con una cara de pocos amigos, su expresión cambia en cuanto ve a sus padres al lado mío.
— ¿qué hacen aquí? — frunce un poco el ceño mientras su pecho se eleva con rapidez a causa del cansancio.
— ¿de dónde vienes?, la hora de almuerzo ha terminado Thiago. — regaña su padre revisando su reloj que trae en su brazo derecho, veo cómo se tensa.
— ¡deja a mi hijo en paz Andrew!, ¡ven acá calabacita! — exclama su madre, suelto una risita causa de la gracia que me ha producido ese sobre nombre, él me lanza una rápida mirada con desaprobación y de inmediato detengo mi risa aunque me es imposible.
— mamá... — dice un poco avergonzado, sonrío aun conteniéndome por no reír.
— lamento interrumpirte Clarissa, pero, me alegro que ambos estén aquí — frunzo el ceño un poco confundida.— vamos a tu oficina, necesito hablar con ustedes — nos indica, la familia camina hacia la oficina de mi jefe mientras que yo los sigo por detrás, ¿qué es tan importante?, ¿y porque estoy metida en algo familiar?, giro mi rostro un poco hacia la derecha, mala idea, porque cruzo mirada con Thiago el cual me ve sin ninguna expresión, no puedo so tener la mirada así que rápidamente regreso mi vista hacia enfrente, al entrar a la oficina de Thiago el señor Armitt se sienta en la silla que solía ser de él, la señora Armitt se sienta en uno de las sillas de enfrente al igual que yo, Thiago se queda parado detrás de nosotras sin tener idea de lo que está ocurriendo.
— Quiero comentarles algo, he sido comunicado acerca de una junta de muy buenos inversionistas con un alto margen de invertir en una buena empresa, aún no sabían acerca de mi retiro — pronuncia, aún sin entender por qué eso tiene que estar relacionado conmigo, decido prestar atención. — Esa junta es en Londres y..., la señorita Moore ha tenido muy buena trayectoria aquí, su desempeño y el gran espíritu de una mujer de negocios y estoy seguro... — dice acomodándose en la silla dejando caer ambos brazos en la mesa de madera. — que usted es ideal para acompañar a mi hijo a la reunión.