En un callejón sin salida
Siempre he odiado los lunes son como los viernes, pero menos geniales y de alguna manera más largos.
—¿Por qué a ti si te queda genial el uniforme? —me preguntó Arely desanimada.
Solo fruncí los labios y encogí los hombros.
—La camisa me queda muy larga —intente hacer que no se sintiera mal.
—¿Podrías cambiármela? —Dijo Alya—, siento que está muy corta y ajustada —puso un gesto de incomodidad.
Soy muy plana a lado suyo, asi que no me importaba mucho.
—Seguro —respondí sin más.
—Vayamos al salón 1, son puras chicas y me llevo con algunas de ellas —sugirió así que la seguí.
Tenía razón solo había chicas, conocía a algunas de ahí pero nunca he sido buena socializando.
Alya empezó a quitarse la camisa asi que hice lo mismo y rápidamente cambiamos.
—Gracias —me dijo sonriente—, hay que irnos pronto.
La camisa me quedó lo suficientemente larga para dejarla afuera de la falda, pero corta para meterla, me puse el saco y la corbata como cayera, nunca me ha importado usar bien el uniforme.
Salimos del salón con prisa, Alya se detuvo a hablar con una chica.
—Adelántate, ya voy —me dijo y asentí.
Miraba por el pasillo hacia el edificio A, se podía sentir la brisa fresca rozando mis mejillas mientras alborotaba mi castaño y rojizo cabello falsamente lacio que me llegaba abajo de los hombros.
—Allena ¿y Alya? —me pregunto Adrien.
—Se quedó atrás —le señalé.
Fue hacia ella luego seguí caminando mirando lo mismo de hace un momento, hasta que volteé y puse mi mirada al frente.
Vi a Ian con un par de amigos que en algún momento tambien fueron míos.
Sentí que el tiempo empezó a ir en cámara lenta, le sonreí ligeramente al ver que me vio, él hizo lo mismo, luego desvanecí la sonrisa por un gesto más serio al tener que pasar junto a ellos.
Emily apareció a lado mío.
—Aquí estas —dijo rápidamente ella—, te quedó bien —miró la camisa y volvió hacia mi cara—, debo contarte algo.
Emily hablaba y hablaba, pero yo solo asentía, no puse atención ni a la mitad de lo que dijo.
El salón de Ian quedaba justo al lado del mío, ya no había forma de evitarlo ahora que me ha visto.
Tenía una hora libre, me puse a leer un libro recargada en la pequeña pared que servía de barandal en el pasillo mientras veía también la misma vista de siempre, hasta que…sentí una mirada.
Miré de reojo, me pareció creer que era Ian, de los nervios sonreí con picardía.
Posiblemente esperaba que se acercara y así fue, se acercó. Ninguno dijo nada.
Cerré el libro y me di la vuelta sin mirarlo.
—Espera —finalmente dijo algo—, ya no hemos hablado —habló nervioso.
Intentaba responder, pero no se me venían las palabras, asi que solo lo miraba con picardía.
—Deberíamos volver a hacerlo —sonrió dulcemente—, podríamos ir… —lo interrumpí.
—¿estás invitándome a una cita? —lo miré nerviosa.
—No —respondió enseguida.
Ligeramente fruncí el ceño, intenté actuar relajada.
—Bueno…a menos que quisieras que lo hiciera —ambos sonreímos.
Supongo que no era la única que se sentía asi, quizás aún había algo ahí entre nosotros.
Después de hoy por alguna razón ya no me sentia tan de mal humor, siempre creí patético centrar tus ánimos en una persona, pero bueno supongo que es algo que no evitas fácilmente.
Hablamos un par de dias más y al poco tiempo termínanos volviendo ¿quién lo diría? Supongo que si me había precipitado al terminar con él antes.
—¿Cómo que volviste con Ian? —dijo Emily confundida.
Me encogí de hombros, porque ni yo sabía cómo.
—Supongo que es algo bueno —continuó diciendo.
Era el descanso, fui a la cafetería.
—Hola —me susurró alegre alguien atrás de mí mientras compraba un batido.
Sonreí con picardía.
—¿almorzamos juntos? —me preguntó mientras tomó mi mano.
Se sentia extraño actuar de manera tan romántica, nunca he sido buena expresándome.
—Seguro —dije sin más y me rodeó los hombros con su brazo mientras caminamos a la mesa.
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Editado: 08.05.2022