¿Porque todos me miran como si fuese un monstruo? ¿Por qué dicen que es mi culpa? No he hecho nada malo, ¿no me pueden oír gritar por comprensión?
-¡Abran sus ojos!-escucho como gritan refiriéndose a mí-, son los ojos del mismo Diablo.
En la vida se toma decisiones, muchas de ellas afectan a los demás sin darnos cuenta, no importa en donde estemos o en que época. El dolor y la sed de sangre fluirán por nuestras venas y no seremos capaces de detenerlo.
Porque aveces ser la mala de la historia no es una opción, es una obligación.
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-¡Todos corran, los ojos del diablo se acercan!
Desde que era muy pequeña podía escuchar esas palabras, nadie se acercada a mí, todos me tachaban, nunca fui una niña querida, solo mis padres me amaban y soportaban verme cada día, soy un monstruo, dicen que mis manos están malditas, y que por mis venas corre el poder de matar a alguien con un simple chasquido.
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-Su majestad-hablo el sacerdote, todos estaban atentos a lo que diría, de él dependía saber el sexo y el crecimiento del nuevo heredero.
-Será una niña, crecerá tanto en belleza como en inteligencia-esbozó una sincera sonrisa.
El rey sonrío y beso a su esposa quien dichosa lo abrazó.
-Escuchaste, Chanyeol-sonrió en grande la reina.
-Mi querida Irene-acaricio su mejilla mientras observaba el brillo de los ojos de su mujer, pero por otro lado se encontraba el primer consejero, quien no se sentía conforme con la noticia.
-Mi rey, una mujer no debe ser la siguiente en subir en el trono-escupió amargamente.
-No digas eso Sehun-respondió tranquilo el nombrado.
-Nadie asegura que su hija crecerá para ser una adecuada reina-arreglo su cabello.
-Eso usted lo dice porque su hija también está por nacer-el sacerdote lo miraba desde su asiento mientras frotaba su gran barba-, nadie asegura nada, ni tú, ni el rey, el futuro es incierto-suspiro.
-¿Ni usted?-bufó con molestia Sehun-, no entiendo él porque seguimos llamándolo si no es de ayuda.
-Lo único que diré es que cuiden el gran árbol-se levantó y tomo de su bastón-, ahí comenzará la verdadera historia que marcará al reino-empezó a caminar-, si me disculpan iré a cuidar del él.
-Espere sacerdote-grito Irene-, ¿Cuánto le debemos por la noticia?
-No cobro, mi reina, solo les pido que cuiden de la niña.
La peli castaña sonrío en grande.
-De eso no dude- el anciano hombre río y volvió a retomar su camino.
El reino se regocijo de alegría al escuchar sobre él bebe que venía en camino una gran celebración se llevó a cabo, y para conmemorar el momento realizaron una gran fogata cerca del gran árbol. Aquel árbol simbolizaba la paz y la unión que tenían las personas del reino Kingdom of Eternal Dream, era la esencia vital de cada uno de ellos, tanto sus colores como la energía que emanaba de él transformaba el lugar, pero todo comenzó con una leyenda, según los ancianos del pueblo, contaban que el bien y el mal nacería de él, una vez que la persona que cargaba consigo el mal tocará el árbol, este cambiaría de color trayendo consigo la luna de sangre, pero si la persona que traía consigo el bien el árbol crecería intensamente regalando frutos y trayendo dones de paz para cada uno.
Los meses restantes para que culmine el embarazo terminaron, la reina Irene se encontraba en labor de parto, en su habitación junto con cada una de sus sirvientas y la partera.
-Puje un poco más, majestad-hablaba la partera.
-Ya no puedo-soltó un grito de dolor-, Chaeyoung, ya no resisto.
-Usted es fuerte, solo un poco más, ya puedo ver a la bebe.
Unos segundos más pasaron, hasta que el llanto de un bebe inundó toda la habitación.
-Mi reina, ella es hermosa-Chaeyoung tenía en sus manos al nuevo integrante de la familia real, la peli castaña sonrío al escuchar el llanto de su bebé.
-P-Podrían...-inhalo para luego soltar su aire-, traer a mi esposo.
-Claro que si-respondió la peli negra-, Wendy-llamo a una de sus ayudantes-, podrías llamarlo.
La nombrada salió corriendo en dirección al rey, quien se encontraba hablando con el primer consejero, el rey se notaba tenso y preocupado, pero todo miedo desapareció cuando miro a su sirvienta, la cual sonrió mostrando todos sus dientes y asintiendo reiteradamente. El rey corrió a toda velocidad para ver a su esposa e hija.
-Amor...-hablo Irene que en sus brazos cargaba a la pequeña criatura-¿Cómo se llamará?
-Tiene que ser el nombre digno de una sucesora al reino...
-Ya lo tengo-dijo emocionada-, se llamará Jeongyeon-miro esperanzada a su esposo, esperando una respuesta positiva.
-Por supuesto, me encanta-sonrío-, se llamara Jeongyeon.
Lastimosamente no todos estaban alegres ese día, Sehun quien se encontraba escuchando todo lo que sucedía se sentía preocupado y ansioso, era cierto que él también estaba esperando una hija, pero el sacerdote no quiso decir nada ante lo que sucedería a su bebé en el futuro, eso lo preocupaba, pero no dejaría que su hija quede de lado y haría lo que fuera necesario para que ella sea la próxima en subir como reina.
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-Yuna deja de correr así-gritaba una pequeña Jeongyeon de cuatro años, ella y su amiga Yuna se encontraban jugando en el bosque- ¡Yuna, el tío Sehun se enojará!-volvió a gritar mientras buscaba a su prima con la mirada.
Con solo cuatro años se podía notar la madurez que esta tenía, algunos de los trabajadores de su padre le temían un poco a causa de eso y en especial a sus ojos, aquellos ojos que poseía eran de un color negro tan profundo que cuando te observaban podías sentir que escarbaba tu alma, muchos detestaban que ella se les quedara viendo tanto tiempo, pero todos se callaban ya que si se escuchaba un insulto hacía ella serían severamente castigados. Pero todo era diferente con la pequeña Yuna, quien desprendía ternura en su mirada y su sonrisa hacía caer a cualquier persona, sus rizos dorados llamaban la atención por donde pasaba, todos la adoraban.