Realmente extraño. Pero si es un sueño entonces ¿Qué debería hacer?
Piensa, Iris, piensa.
¡Ah!
Me levanté con dificultad, ya que el grueso del vestido limitaba mis movimientos. Con una mirada barrí todo mi entorno mientras simulaba la misma postura de cuando reprendía a mis juniors en el trabajo, alzando mi voz imponente pronuncié— La reina necesita tiempo para pensar, declaro que la audiencia se da por finalizada— ¡Bien! mi voz no tembló.
Orgullosa sonreí internamente pero después de unos momentos pensé... ¿Siquiera esto es una audiencia? ¿¡Y SI ES UNA CORONACIÓN!?
La multitud contuvo el aliento al escuchar mis palabras pero en cuestión de segundos contestaron en coro "las palabras de su majestad son ley" para retirarse con lentitud sin olvidarse de antes, arrodillarse y ofrecerme bendiciones.
Los únicos que se mantuvieron sin señal de abandonar el lugar fueron los caballeros que se encontraban a cada uno de mis lados. Aproveche ese breve momento para mirar el gran salón que ahora se hallaba vacío.
Era simple y elegante emanando una atmósfera de solemnidad desde cada uno de sus rincones. Su tamaño era comparable al de un enorme salón y en las finas paredes colgaban reliquias de plata y de lo que especulaba que era cristal o algo semejante. Lo que más llamo mi atención fue que ningún objeto se superponía a otro, sino que compartía una vaga sensación de ser una unidad. Desde el trono en el que estaba sentada se extendía una larga y gruesa alfombra negra con exquisitos detalles dorados que hasta un ignorante podría deducir su valor.
Cansada de comparar aquel lugar con una obra de arte, toci suavemente para llamar la atención de los soldados. Pero ellos mantenían seriamente la mirada al frente. Suspire internamente y di una breve orden—Guiadme a mi cuarto.
Los soldados en apenas un parpadeo se arrodillaron en frente mío y me trasladaron ordenadamente hasta mis aposentos.
Fue un camino tan extenso que me felicite a mi misma por no caerme a causa del vestido en el transcurso. Los corredores eran innecesariamente largos además, cada uno estaba impecablemente ordenado y decorado.
A la pobre yo que anteriormente habían comparado su habitación con una pocilga, le dolían los ojos.
Buscando distraerme en el trayecto fije mi atención en mi atuendo. Debo admitir que el vestido oscuro parecido a una yukata con bordados plateados e incrustaciones de piedras preciosas era deslumbrante, diría qué hasta cautivante. Con un pequeño movimiento podía sentir como cada capa de tela era suave al tacto. Pero no pude evitar calcular a cuantas familias podría alimentar con el.
Wow, esas son muchas bocas.
Los soldados se detuvieron frente a una gran puerta de oro que desprendía la sensación de "extravagante".
Sacándome de mis pensamientos y sin pronunciar ni una palabra, la abrieron de par en par. Y como si fuera parte de un acto, una fila de 5 sirvientas con una imagen fresca aparecieron al frente mío y saludaron con un "Bienvenida su majestad".
...
Luego de que las doncellas me cambiaran por ropa más cómodas, querían continuar sirviéndome pero logre convencerlas para qué se retirarán. Aún cuando mostraron cierta reticencia al principio, con una orden salieron rápidamente si no es por decir despavoridamente.
Luego de esperar a que el lugar estuviera en calma, sin dar una mirada al entorno me arroje a la cama y me tumbe boca arriba.
Me encontré mirando un techo desconocido.
Joder, se que no es momento pero es la frase que siempre quise usar por lo menos una vez en mi vida. Bueno, volviendo al tema, observé con suma atención el cabello azabache que enrollaba entre mis dedos. Para posteriormente levantarme y pararme frente al único espejo en la habitación.
No soy tan terca para no darme cuenta de que he reencarnado. Después de todo, llevo años leyendo esta clase de historias... debo admitir que se siente realmente incómoda la sensación de un calor diferente.
Aunque ese pensamiento quedo en el olvido al darme cuenta de que me había transformado en una belleza. Cada vez que observaba el espejo unos llamativos y atrayentes ojos dorados me devolvían la mirada, eran del color exacto que el oro logrando que uno no pudiera apartar su vista de ellos. Por debajo de mi espalda una oscura cascada de tinta negra caía, su color era tan profundo que dejaba una gran impresión y estaba levemente ondulado. La joven del espejo poseía una joven y tersa piel acompañado con un cuerpo en pleno crecimiento.
Después de observar por un largo tiempo, me sentí extrañamente mareada, se que anteriormente dije que lo aceptaba pero ¿Realmente estoy en otro mundo?
Me volví a acostar para reflexionar ¿De lo que me arrepiento actualmente? que nunca sabré el final de mis novelas. Otros pensarían en sus familias o amigos pero yo se que estarán bien sin mi. Aunque si admito que desearía haberme despedido por lo menos.
Extrañamente no sentía tristeza sino preocupación ¿Quién soy? teniendo en cuenta lo obvio, soy una reina ¿Pero acaso hay un rey? demonios, no.
Soy mas de acción que de romance, no quiero algo así como "Un esposo frío que se vuelve tierno cuando se da cuenta de que su esposa cambió", me gusta leer ese tipo de trama pero definitivamente no quiero vivirlo.
Mi lema es "vive el presente" y según todo mi conocimiento sobre viajes a otros mundos debería tener memoria sobre el huésped anterior pero no importa cuanto exprima mi cerebro no aparece nada, bueno siempre hay casos así.
Tal vez aparezcan con el paso del tiempo o en una situación límite y si no, tal vez ese curso online de actuación sirva de algo por fin.
—¡Bien! comenzando la ruta de "He reencarnado pero nadie debe descubrirlo"— mientras pronunciaba esa frase para animarme mi vista se poso afuera de la ventana. En el oscuro cielo se encontraba una hermosa luna llena de un suave rosado mientras a su lado la acompañaba una media luna de un brillante azul.