¿reescribimos nuestra historia?

PRÓLOGO

PRÓLOGO

4 de julio del 2001

El llanto de un bebé resonaba a través de las habitaciones, las paredes cubiertas de cerámica provocaba que el sonido se escuchara mucho más alto.

-¡Es un niño! –Anunció una enfermera tomando al pequeño en brazos, ya que el doctor se encontraba tratando otro parto. –límpienlo y llévenlo a la sala de espera, debo terminar con este caso. –les ordenó a sus demás compañeras quienes hicieron lo que se les pidió.

[…]

-Es una niña. – Anunció el doctor con una sonrisa cuando sacó él bebe del vientre de la madre, pero su expresión no tardó en cambiar en el momento en que notó algo inusual. – No puede ser… - Murmuró consternado. – ¡No está respirando!

Las enfermeras corrieron y tomaron a la criatura mientras el médico se encargaba de terminar con la cesárea. La llevaron a una habitación aparte y prepararon todo para la llegada del doctor y este pudiera tratarla de la mejor manera.

-¿Qué debemos hacer? –Preguntó sumamente consternada una de ellas. –Es la primogénita de la familia Blake si algo le llega a pasar… ¡Nos demandarán! El señor Blake ya nos amenazó antes de empezar con la cesárea…-

-Permiso. –dijo estresado el doctor cambiándose los guantes, gruesas gotas de sudor corrían por su frente. Revisó los signos vitales del bebé mientras hacía todo lo posible por ayudarla, la máquina a la que estaba conectada emitió nuevamente el pequeño pito tranquilizador que les avisaba que había vuelto a respirar. –Aquí hay algo más… -dijo con preocupación.

-¡Doctor, faltan cinco minutos para que se acabe el tiempo que le dio de espera al señor Blake! –expresó con preocupación una de sus enfermeras señalando un reloj.

El señor Blake no era cualquier persona. Se trataba de nada menos que un magnate multimillonario, era dueño de las diez compañías más reconocidas del continente europeo. Y si había llegado a ese hospital, fue porque su esposa no pudo soportar más las contracciones y acortó el caminó. Así que había recibido más de veinte amenazas con acabar con su vida y la de los trabajadores si algo salía mal.

Definitivamente si él viera a su hija en una incubadora, le echaría la culpa aunque no tuviese nada que ver ¿Qué podría hacer?

-¿Hay otros partos aparte de este? –preguntó sudoroso sin dejar de ver a la niña que ni siquiera había llorado.

-Sí. Un varón, está en la sala de espera. –le informó su asistente mirando una agenda.

El médico tragó con nerviosismo y mirando el reloj habló. –Trae a ese niño.



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En el texto hay: comedia, romance, drama

Editado: 06.05.2018

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