Reflejos De Amor

II

El sol se reflejaba en las tranquilas aguas del lago, creando destellos dorados que bailaban al compás de la brisa suave. Gabriel, se encontraba solo en aquel lugar que había cobrado un significado especial desde su primer encuentro con Luna.

Absorto en sus pensamientos, Gabriel escribía en un cuaderno palabras que fluían como un río desbordado. Las nuevas sensaciones que Luna despertaba en él habían encendido una llama en su interior, y las palabras parecían brotar con una facilidad que había olvidado.

Desde la distancia, Luna observaba al poeta con curiosidad. Notó cómo su expresión reflejaba una mezcla de concentración y éxtasis. Gabriel parecía conectado con algo más allá de lo tangible, con un mundo donde las emociones se convertían en tinta y papel.

Con paso cauteloso, Luna se acercó al lugar donde Gabriel se encontraba inmerso en su escritura. Al girar, el poeta se encontró con la visión de Luna, una aparición que parecía sacada de un sueño. Para él, era la mujer más hermosa que había contemplado, una musa encarnada en carne y hueso.

Con timidez, Luna rompió el silencio. -Perdona si interrumpo tu momento de inspiración, Gabriel. Te vi absorto en tus pensamientos y me preguntaba qué estabas escribiendo-.

Gabriel sintió su corazón dar un vuelco al escuchar las palabras de Luna. La emoción y la incertidumbre se entrelazaron en su interior. Con voz suave y llena de nerviosismo, respondió: -Es solo un pequeño poema que acabo de terminar. Si no te importa, me encantaría compartírtelo-.

Luna asintió con una sonrisa y se sentó junto a Gabriel, ansiosa por descubrir las palabras que habían nacido de su pluma. Gabriel abrió el cuaderno y comenzó a recitar el poema que había escrito:

“En el lago tranquilo donde los sueños descansan,
una belleza cautiva mi mirada en su reflejo.
Sus ojos brillan como las estrellas en el cielo,
y su sonrisa ilumina mi sendero.
 

Eres el secreto mejor guardado del horizonte,
la melodía que se escucha en el viento suave.
Tu presencia llena de encanto y misterio,
me inspira a amar con un corazón valiente y grave.
 

Aunque tus pies no tocan estas aguas serenas,
tus sueños navegan en ellas con determinación.
Eres un faro que guía mis palabras perdidas,
una musa que despierta en mí inspiración”.
 


Luna escuchó cada palabra con atención, sin sospechar que aquel poema estaba tejido con hilos invisibles que la conectaban a ella. Admiró la belleza descrita en las líneas, pensando en la serenidad del lago y su reflejo, sin percatarse de que aquel poema hablaba de su propia belleza y encanto.

Gabriel, con el corazón latiendo desbocado, observó a Luna mientras el poema llegaba a su fin. Quería decirle la verdad, revelar que aquellas palabras estaban destinadas a describirla a ella, pero el temor a perderla o ser malinterpretado lo detuvo.

Luna, ajena al significado oculto del poema, sonrió y aplaudió suavemente. -Gabriel, tu poesía es exquisita. Capturas la esencia de la naturaleza y la belleza que nos rodea de una manera hermosa. Gracias por compartirlo conmigo-.

La luz del sol se reflejaba en los ojos de Luna, mientras Gabriel guardaba en su corazón el secreto del poema que ella aún no conocía. La conexión entre ambos se profundizaba, alimentada por las palabras no pronunciadas y los sentimientos entrelazados.




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