Cuando mi esposo murió quedé viviendo en una gran casa, eso sí, completamente sola. A mis 85 años, mis días son tranquilos, a excepción de aquellos en que viene mi querida nieta, Verónica.
Verónica, tiene 24 años y trabaja como investigadora de fenómenos tecnológicos - científicos. Recuerdo que me habló de: casas inteligentes, regresiones momentáneas y reseteo de memoria.
Siempre que pensaba en mi nieta, terminaba escuchando el timbre junto a su voz.
— Abuela Rosie ¿Estás despierta? —su voz energética, realmente sabía que hoy debía aguantar algo nuevo.
— ¡Ya voy! —grité y me levanté del sofá a abrirle la puerta, a paso lento pero seguro, porque hoy mis piernas no cooperan en lo más mínimo.
— ¡Abuela! —Verónica abrió la puerta antes de que llegará, se cruzó de brazos e inclinó su cabeza levemente—. Te dije que puedes abrir la puerta sin necesidad de levantarte.
— ¿Acaso le vas a prohibir a tu querida abuela hacerlo? —protesté—. Me gusta ir y abrirte la puerta, no necesito esa tecnología.
— Ay abuela, está bien —ella caminó hacía mí para abrazarme y darme un beso en la frente—. ¿Has estado bien? No contestaste mi presencia virtual anoche.
— Sabes que no sé cómo funciona y tampoco quiero saberlo —me volví a sentar en el sofá.
— Está bien, hoy traje algo muy interesante, siento que esto te encantará. Investigamos la forma de viajar por un momento a un recuerdo que deseamos, aunque más que eso, podemos realmente “vivirlo”.
¿Cuánto había avanzado la tecnología? pensé. Mi querida nieta, siempre traía sus trabajos nuevos, para que sea su conejillo de indias. Primero me paso con la casa inteligente, a la que puedo pedirle algo e incluso conversar y ahora con… ¿Qué era lo que me había dicho?
— ¡Hey! No te pierdas en tus pensamientos —me dijo, mientras sostenía sonriendo nuestro álbum de fotos.
— ¿No usas tu tecnología ya para verlo todo en formato holográfico? No saques los álbumes.
— ¡Abuela! —ella lo señaló—. este álbum es muy importante, porque nuestros recuerdos están pegados en fotos viejas y escritos por tus propias manitos.
— Mi nieta, la verdad trato de entenderte —le dije mientras prendía el televisor—, sin embargo, hoy sólo quiero seguir viendo mi programa.
- Te lo explicaré, tranquila —ella se sentó a mi lado— . Abuela, ¿Nunca has querido revivir un momento de tu vida, uno que esté tan lejos en el tiempo que no puedes alcanzar?
— Querida nieta, aún no conseguimos viajar en el tiempo, probablemente esté muerta hasta eso —dije riéndome.
— Que graciosa. Bien —ella se paró y apagó el televisor para tomar absolutamente mi atención—, es cierto no podemos viajar en el tiempo, aún, pero si ahora podemos revivir momentos.
— ¿Revivir momentos? —pregunté confundida.
— ¡Sí! Así que… ¿Qué me dirías, si te digo que puedes volver a vivir un momento de tu vida? ¿Cuál elegirías?
Continuará
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Editado: 13.04.2024