Nos sentamos en el sofá, ambos completamente agotados.
—Pensaba que el baño y la cena la iban a dejar agotada. Por lo general, se queda dormida después de eso. Los agostados fuimos nosotros.
Me río.
—El problema fue motivarla a jugar. Con eso que te pusiste en cuatro fingiendo ser un perro y queriendo atraparla la despertaste.
Ríe.
—No puedo creer que haya hecho eso.
—Te la has ganado. Se divirtió tanto que no te quería soltar para irse a dormir aunque sus ojos se cerraban.
—Veremos. Tiene sus momentos que es un caramelo dulce e inocente y otros momentos donde le agarra la locura y muerde.
—No te muerde solo a ti. A mí una vez me quiso morder porque la regañé por haber tirado una galleta al suelo y también quiso morder a Alison por regañarla.
Rush me observa como si le hubiera dicho una barbaridad.
—¿Y no pudiste decirme eso antes? Todo este tiempo pensando que yo era el problema y resulta que es mini carnívora con otros, hasta con sus padres.
Me encojo de hombros.
—No quería meterme.
—Te perdono porque esta noche me has ayudado mucho.
Aparto la mirada y miro la hora en mi reloj.
—Ya debería irme. Nuestras madres no tardarán en regresar.
—No puedes irte sin cenar. Quédate, prepararé algo.
—¿Cocinas?
—Me las arreglo.
—Qué bien. Yo no cocino casi nunca. No es agradable cocinar para uno.
—¿Tu esposo cocinaba?
Me río.
—No, se le quemaba hasta el agua.
—Me sorprendió saber que no tuvieron hijos. Recuerdo que querías ser madre antes de los treinta y deseabas dos o tres hijos.
Trago con fuerza porque el tema de los hijos es una cuestión delicada. Nadie sabe sobre los problemas que Leo y yo tuvimos en relación con ellos. Tampoco puedo olvidarme que, mientras le contaba mi deseo a Rush, esos hijos los imaginaba con él y él me hizo pensar que también los soñaba conmigo cuando me siguió la corriente hablando de posibles nombres.
—Una cosa es hablar, otra muy diferente es la realidad. Nuestra carrera era demandante, sobre todo abriendo una clínica y queriendo ampliar el refugio de animales. Cuando comenzamos a establecernos y llegar a un acuerdo, pasó lo que pasó. De todas maneras, no renuncio a mi deseo de ser madre.
—¿Quieres volver a enamorarte y casarte?
—No, no deseo volver a enamorarme ni casarme, sin embargo, no puedo decir que no suceda. De todas maneras, no necesito a un hombre para tener un hijo.
—¿Inseminación?
—Sí o adopción. Ya veré. Por el momento no está en mis planes. ¿Qué hay de ti? —me atrevo a mirarlo.
—Deseaba tener hijos, luego perdí el interés y no había pensado en ello hasta ahora. No quiero tener hijos con cualquier mujer y si no es la mujer correcta, prefiero no tenerlos. Mi ex no quería hijos y sigue firme en eso hasta donde sé.
«Sé que deseabas tener hijos, lo hablamos», pienso.
—¿Por qué pasó a ser tu ex? Si puedo saber.
Sonríe.
—Ya no veíamos el futuro con los mismos ojos. Buscábamos cosas diferentes.
—¿Y no planeaste casarte en algún momento?
—Una vez, contigo.
Me pongo en pie.
—Ya me voy.
Él me detiene tomándome del brazo y me impide dar un nuevo paso.
—Quédate a cenar. Prepararé algo rápido, sin carne. Si digo algo que te incomoda, solo dímelo e intentaré no decirlo. No me voy a disculpar por responder con la verdad.
Abro la boca para decir que es difícil creer cual es la verdad después de como terminaron las cosas entre nosotros, no obstante, creo que lo mejor es evitar mencionar algo al respecto porque no deseo recordar. Además, las palabras se quedan atoradas en mi garganta. Nada más asiento con la cabeza y lo sigo a la cocina como una estúpida.
Está claro que su presencia me afecta. Era más fácil sentir rencor hacia él, no obstante, decidí perdonar y seguir adelante. No creí que eso me llevaría a sentirme atraída por él nuevamente y no quiero que eso pase. No puede pasar.
Él menciona que puede preparar un omelette con una ensalada simple y acepto porque me da igual y no soy delicada con la comida. No como carne de ninguna clase y tampoco champiñones, por lo demás no tengo problemas.
Mi madre y Jenna llegarán después de comer, pues suelen comer con sus amigas de cartas o pasan por algún lindo restaurante de camino a sus casas. Creo que Rush lo sabe o hubiera sugerido cocinar algo para su madre.
Me ofrezco a ayudar, Rush me dice que sirva un poco de vino o lo que quiera tomar. Me decido por una coca porque el vino me relaja y no puedo estar relajada con mi exnovio. Necesito estar alerta.