La noche era totalmente negra a a excepción, de las estrellas, que sin luna ellas eran las protagonistas de la noche, o eso era lo que Genevieve pensaba, pues se consideraba una romántica.
—¿De nuevo en las estrellas? —inquirió una voz masculina que ella de inmediato reconoció, se dió la espalda buscando al dueño de aquella voz, pero sin darse cuenta ya estaba a solo un paso de él.
—¿Sabías que los zorros adoran las noches sin luna? —hablo él al oído de Genevieve.
—N-no lo sabía —respondió la muchacha cohibida, con su voz temblorosa la cercanía del principe la ponía nerviosa y le hacía sentir cosas que antes no, tragó grueso, tomando valor y mirarlo a los ojos y no mostrarle que tenía control de ella—, pero me gustaría saberlo alteza.
—Son depredadores natos y en una noche así, sin luna es probable que caigan muchas presas...
—Entiendo —interrumpió la castaña apresurada, dando unos pasos hacia atrás, hasta que el camino acabó y ella quedó acorralada entre la pared y el principe—, ya debo irme yo, yo olvide que mi madre me buscaba...
—No es cierto —dijo tomándola de la mano impidiendo posibles escapes de la muchacha—, viniste por una respuesta Genevieve y yo prometí dártela.
—Alteza está bien si en este momento no puede responder, entiendo la situación por la que pasa...
Los labios de la castaña con ojos de bosque, fueron sellados en un beso tierno pero que de a poco, se fue tomando ansioso. Aunque Genevieve se mostró tímida comenzaba a corresponder al muchacho, con la misma intensidad.
—Aceptame —pidió el rubio deteniendo el beso, para ahora besar la frente de la muchacha—, se que desde aquel día esperas una respuesta y también se que en ese tiempo ya estabas segura de tus sentimientos, pero yo no y no quería lastimarte, tus sentimientos me confundían, siempre te ví cómo la amiga de mi hermana y pensé que lo que sentía era algo fraterno hacía ti, pero me equivoqué y...
—Quisiste alejarte para no confundirme más —finalizó ella las palabras del muchacho—, tú eres un caballero, siempre ha sido así —dijo la muchacha dando un beso en los labios al príncipe, pero a diferencia del otro, este solo un roce.
—Genevieve yo siento si en aquel momento te enojaste conmigo —dijo el principe Gaet, ahora duque de Azair.
—Son cosas del pasado —dijo la muchacha esbozando una tierna sonrisa—, ahora ya debo irme si mi madre ve que no estoy en mi habitación, no quiero ver lo histérica que se pondrá.
—Esta bien descansa —Gael sacó un pequeño medallón de plata en forma de trébol. Y una inscripción—, toma y siempre llévalo contigo.
Genevieve tomó el medallón entré sus manos, palpando con sus dedos el relieve de aquella inscripción —protetto —leyó en voz alta—, gracias Gael pero ¿Qué significa? —preguntó la castaña poniéndose el medallón.
—Que te protegeré.
Abrazo al muchacho, él correspondió, pero tuvo una visión al tocar a Gael que le erizo la piel él estaba arrodillado, con su espalda cubierta de sangre.
Salió de la habitación con esa tétrica imagen en su en su cabeza, esperando que solo fuera eso.
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La guardia real se preparaba para salir en la búsqueda de las princesas, en la búsqueda iba Egon uno de los seis magos de Berbendur, su especialidad era rastrear campos de energía, ocultos en las barreras.
—¡Listos! —habló el marqués de Moon Black, dando la orden a los demás soldados.
Cuando estaban a punto de partir, llegó el principe Fabián, montado a caballo.
—Aguarde excelencia —dijo Fabián con ironía al castaño, interponiendose en el camino, para que Axel frenara el paso—, cómo se lo dije anoche yo también buscaré a mi prometida.
—Alteza se que usted es muy bueno, en la espada y domador de grifos, en el bosque gris nos serviría de mucha ayuda —habló el mago interviniendo en la conversación.
—Si lastima que en el reino de Alkarya, dichas criaturas no sean bienvenidas —refutó el principe con suficiencia.
—Porque son sumamente violentos, además...
—Solo hace falta mano dura con ellos y mostrarles quien tiene el control —refutó Fabián con arrogancia—, además un grifo es más inofensivo que un demonio y créame excelencia Alkarya está plagada de esas bestias —comentó el principe con veneno en sus palabras.
Axel paso por un lado ignorando el comentario del principe, ordenando a sus soldado seguir adelante.
Fabián también avanzó esbozando una sonrisa, sabiendo que había dado en el clavo con su comentario.
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Merliah sentía que en cualquier momento, la locura se apoderaria de ella, ya había perdido la cuenta de sus intentos de escape, se sentía cansada los días pasaban y todo seguía igual.
—¡Mi cabeza! —gritó sosteniendo sus cabeza estrujando su roja cabellera, el dolor la hizo arrodillarse y jadear, todo comenzó esa noche. La oscuridad la dominaba y no sabía cómo controlarla pues no sabía absolutamente nada de magia—, dioses por favor has qu se detengan ya no quiero tener esos sueños.
Danica entró llevando los alimentos de la muchacha y al verla arrodillada y sujetando su cabeza entendió que le ocurría a Merliah.
—Sabes sé cómo acabar tu tortura, solo no digas nada niña, o si no lo negare y haré que lo que pasas ahora, sea una caricia comparado al sufrímiento que te espera.
—¡Haré lo que sea pero haga que pare maldita sea! —gritó al borde del llanto a causa del dolor de cabeza.
—Esta bien es un trato niña —dejó la bandeja en la mesa, se acercó a la muchacha puso una mano en la coronilla pelirroja de la princesa—, repite lo que a continuación te diré proteggimi sul sentiero dell'oscurità mentre cammino sul sentiero dei sogni.
Editado: 16.11.2024