Reina De Alma Gitana

Conociendo El Pasado.

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Caminaba por un oscuro camino,  otra vez deambulaba en uno de esos sueños vividos, ya sabía que no eran simples sueños  al contrario eran cosas que pasaron en algún momento.

Se sentía confundida, pues veía cosas que les pasó a sus seres amados, en especial a su madre y padre, descubrió que está última era más que una simple plebeya Se preguntaba el ¿Por qué nunca le dijeron la verdad del origen real de su familia materna? Aunque por otro lado también entendía sus razones para no hacerlo.

El claro del busque por dónde caminaba  comenzó a dispersarse, en su lugar se comenzaba a mostrar el elegante pasillo de una  mansión.

—¿Cómo era? —se preguntó tratando de recordar al pie de la letra, las palabras que Danica le había dicho—, lo tengo, proteggimi sul sentiero dell'oscurità mentre cammino sul sentiero dei sogni  —musitó repetidas veces, abrió una puerta, pero lo que ahí vió la dejó sin palabras.

—Vamos entra y no seas una niña miedosa —animó Areusa a espaldas de Merliah—, te aseguro princesa, que el espectáculo de hoy será muy, pero que muy, interesante —dijo la pelinegra esbozando una sonrisa.

—Si esto es un truco juro —habló al borde del llanto, por ver a su madre en esa terrible situación, nunca la vió así y temía lo peor se sentía impotente por no poder hacer nada, era una de las cosas más frustrantes, puesto que en ninguno de esos sueños no  pasara lo que pasara,  nada  podía hacer ni evitar  preguntarse. ¿En dónde estaba su padre y porqué no ayudaba a su madre? En ese momento—, juro que yo misma te mataré.

—Ya te lo había dicho niña estúpida, que eres tonta ¿O te haces la tonta? —cuestionó Areusa en tono irrisorio—, ahora solo entra y disfruta del espectáculo, la perra de tu madre es la protagonista de esta obra  —habló con odio la mujer, empujando a la pelirroja a la habitación para luego cerrar la puerta.

Estaba atada a uno de los pilares de el dosel de la cama, con la parte trasera de su vestido suelta, con la  espalda descubierta y expuesta  a un hombre que la miraba con lascivia.

Tenía miedo, a lo que pasaría temblaba, presa del horror y no era para menos con semejante castigo.

—Melodia te daré una oportunidad de redimirte, si me aceptas te quitaré el castigo, no quiero marcar  esa hermosa piel tan tersa cómo la seda.

El hombre de mirada oscurecida bajó un poco el vestido de la joven pelinegra, para dejar su hombro descubierto y besarlo.

Merliah al ver esto sintió su estómago retorcerse del asco y la ira.

—Entregate a mi y una vez seas mía serás libre.

—Libre ¿De que habla este sujeto? Mi madre, acaso...

—Quiero tenerte voluntariamente pequeña, si aceptas pasarás de ser una esclava, a mi duquesa Melodía —dijo el albino tomando los labios de la joven, una lágrima traicionera bajó por la mejilla de la chica, pero Eriol la limpió con delicadeza. 

—Su duquesa —cada vez entendía menos esa situación, ese sujeto era un duque ¿Pero quién? Ella conoció a los duques cuando iban al palacio, por diferentes razones.

—¿Qué dices pequeña me aceptas? —hablaba el  duque con voz ronca, mientras dejaba algunos besos por el cuello de su joven esclava.

—¡Prefiero morir a punta de azotes, antes que acostarme con usted su excelencia! —gritó decidida derramando algunas lágrimas.

—¡Azotes! —exclamó asustada, cayendo en cuenta, de la posición de su madre y su espalda descubierta.

El hombre albino  tomó el mentón de la muchacha con brusquedad, solo quería que esa chiquilla insolente; le sostuviera la mirada, por un momento, sintió que esa chica era su Rosella, era la misma mirada esmeralda y altiva.

—Entonces así será —el duque tomó nuevamente el látigo dispuesto a cumplir su castigo, dió el primer azote y Melodía gritó de dolor, dió el segundo azote—, ¡Te daré una segunda oportunidad Melodia acéptame y tu suplicio acabará en éste instante!

No dijo nada intentó interponerse, pero nada pasó, ese hombre traspaso su cuerpo como si de un fantasma se tratase.

El ardor mezclado con el dolor era insoportable, no tenía fuerzas siquiera  para sostenerle la mirada al duque, aunque aún así respondió  —aún fa-fa-faltan ocho azotes su excelencia.

—Madre —musitó sorprendida, con sus ojos abiertos al máximo, su madre era o muy valiente, o ya estaba en un grado de locura muy grande—, ¡Maldita sea defiendete eres un hada muy fuerte, no permitas que esté canalla se salga  con la suya! —gritó molesta.

El duque molesto por no lograr su cometido, de doblegar a la joven  continuó, con su castigo.

Escuchó pasos seguidos de las puertas abrirse con brusquedad.  

Vió a su padre entrar, su pecho latía acelerado de la emoción, sacaría a su madre de aquel infierno.

—¡Como te atreves a semejante salvajada Eriol!

Pero el albino ni se inmutó.

— Damián, ¿qué pasó con tus modales? Joven principe —respondió el duque como si nada.

—Eriol. —repitió aquel nombre que su padre había dicho, ya había escuchado aquel nombre pero no recordaba, haberlo visto antes.

Miró a su padre asustada, nunca lo vió así, ya estaba fuera de si, sus pupilas estaban dilatadas, sus manos ahora eran garras, se abalanzó contra el duque pero, este le hizo frente.

—¡No temo a tus zarpazos cachorro insolente!

El duque tomó al jóven pelirrojo y lo arrojó con fuerza, contra la pared.

—Te sientes muy valiente azotando a una mujer, atada de manos  —reía el principe limpiando la sangre de su labio inferior, Eriol tomó la espada que descansaba en su cinturón, con intención, de acabar con el heredero de Alkarya el duque puso la espada en el cuello del pelirrojo, pero este no retrocedió; al contrario comenzó a reír.

Ahora no solo tenía miedo por su madre, si no también por su padre, solo deseaba despertar de esa cruel pesadilla.

—Eres un maldito cobarde que vergüenza, saber que eres mi familiar —escupió el principe Damián haciendo la espada a un lado y poniéndose de pie—, entregame a la chica y te perdonaré la vida  —pidió el principe guardando su amuleto.



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En el texto hay: romance, magia, realeza

Editado: 16.11.2024

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