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Lo podía sentir, era tan ligera como una pluma, había logrado entrar al umbral de los sueños, adentró a los sueños de su tía, confundida recorrió el lugar pero allí nada pasaba.
Escuchó a alguien llorar, guiada por el sonido encontró a su tía llorando, pero en cuanto se acercó la supuesta reina la tomó de la mano. Ya no lloraba ahora reía sardónica al levantar el rostro Mía descubrió que esa no era su tía, era la mujer que se había llevado a sus primas.
— Escucha mi advertencia mocosa escurridiza —musitó Areusa arrastrando las palabras, ejerciendo más fuerza en su agarre en la muñeca de la joven muchacha —, $i no quieres vagar aquí por un tiempo indefinido, no te vuelvas a meter en mis dominios, de lo contrario tu insolencia tendrá consecuencias —habló en un fingido tono inocente.
— Deja en paz a mi familia, libera a la reina de tus malditas pesadillas y libera a las princesas — ordenó Mía encarando a la malvada mujer, que aún la tenía sujeta.
— Luce perpetua.
Luego de aquellas palabras, una luz cegadora llenó por completo todo a su al rededor — quita tus malditas manos de mi sobrina.
— Tú... — Areusa miró a la chiquilla, con hastio pero aún así no la soltó — pensé que estarías llorando por los rincones la desaparición de tus bastardas Melodía, no se porque tanto drama tía Areusa cuida bien a las niñas — habló con ironía.
— No me hagas repetirlo, ¡suéltala! — ordené una segunda vez, pues mi paciencia se comenzaba a agotar.
Soltó con brusquedad a la muchacha, está al verse libre corrió con su tía.
— Ve detrás de mí Mía —obedeció y se posicionó tras mi espalda — pase, lo que pase no te muevas de ahí...
— Estas tan desesperada, que envías a esta cría para enfrentarme —se burlo Areusa acercándose a Melodía, sabía que no se arriesgaría a un segundo hechizo ofensivo una segunda vez —, Si usas tu luz una vez más, la lobezna tras de ti podría salir herida. Sabes es gracioso antes las hadas eran una raza orgullosa de su estirpe, su linaje era puro, pero los Howl mancillan la sangre pura de un hada revolcándose con seres de la noche, procreando hadas incompletas y defectuosas toda una aberración ante los dioses su majestad.
— Usa un manto umbrío Mía — una vez más repetí el hechizo de hace un momento, evaporando así la oportunidad de rastrear la estela onírica de Areusa, todo volvió a la normalidad y Areusa ya no estaba en mis sueños.
Mía deshizo su barrera y luego abrazó a su tía, comenzando a llorar en su pecho — lo siento, tía de verdad lo siento yo no quería... —Cortó las palabras, pues el llanto le hacía difícil hablar.
— No cielo, no te preocupes, al contrario te agradezco tu gesto de querer ayudarme —acaricié la cabellera pelinegra de mi sobrina dándole consuelo —, lo que importa es que tú estás bien mi niña, no me perdonaría si algo te hubiera pasado pequeña.
— Pero ya no hay una estela onírica que buscar, tu hechizo es muy potente, más que ayudarte compliqué las cosas...
— Si, si bien es cierto que ya no hay una estela que seguir, pero no me arrepiento de lo que hice, los hijos de mis hermanos, son como mis hijos propios Mía — alcé el rostro de mi sobrina limpié sus lágrimas, para luego besar su frente —, ahora ve a descansar y no vuelvas a hacer esto sin que alguien cuide tu cuerpo físico.
Mía asintió esbozando una sonrisa a su tía, luego se marchó.
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Estaba molesta —¡Maldita Melodía! —caminó al ventanal apreciando las dos medias lunas que esa noche mostraba el reino —, estaba a punto de lograr mi objetivo y encontrar el sello que había puesto en la más pequeña de sus hijas pero la muy pe...
— Se lo había dicho, en vez de torturar a la favorita de Selene, debió buscar mientras tuvo oportunidad, doblegarla no funcionaría.
— ¿Eres su seguidora acaso? — dijo Areusa molesta con Danica —, una chiquilla mestiza arruinó todo metiéndose donde no la llamaban — agitó su mano y un frasco con un líquido negruzco y apariencia espesa apareció.
Danica abrió sus ojos como platos aterrada por lo que veía, no creía a su protegida hacer algo semejante, al inicio quiso tomar los atributos sin lastimar a la criatura, pero ahora su paciencia se había agotado, quería sacar a como de lugar la magia de la pequeña.
— Areusa esa es acaso... —No terminó la oración pues la pelinegra sonrió y asintió cómo respuesta.
— Una pequeña probada de esto y listo, no habrá sello alguno que resista el poder de la sangre divina. — Areusa puso el frasco en las manos de Danica.
— Podría morir, ¿estás consiente de eso? —inquirió la mujer de ojos cafés estupefacta ante la atrocidad que Areusa le ordenaba —, es solo una niña.
— Si por algo te estoy dando el frasco, dáselo a la mocosa y si sobrevive demostrará su valía, pero si muere al menos sirvió de algo —dijo carente de alguna emoción.
Miró el frasco en sus temblorosas manos, de solo imaginar el sadismo de su flor como solía llamarle de manera afectuosa, fuera capaz de tanto a una persona inocente — no lo haré, no cargaré en mi conciencia la muerte de una inocente niña, solo por tus malignos deseos.
— ¿Osas desafiarme? —empero molesta, el hada de la oscuridad.
— No es justo, dices vengar las injusticias, pelear y cobrar el daño hecho, pero que te ha hecho esa niña a ti ¿Te lastimó, o fue ella quién te exilió a Howl? —dejo el frasco en la mesa y salió de la habitación dejando sola a la pelinegra.
— Traidora — espetó molesta tomó el frasco — pero no eres indispensable tía Danica, incluso yo misma le daré esto a la mocosa.
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— ¿Qué hizo qué? —cuestionó Melibea alterada.
— Entró a mis sueños, pero ya deja de preocuparte está bien — senté a mi hermana a mi lado, lo que acababa de decir la tenía un poco nerviosa — Mía es una jovencita fuerte y determinada Meli, es una niña valiente, obviamente eso es un rasgo de Tristán y no de ti, puesto que tú, hermana querida eres la miedosa de la familia — el comentario hizo a mi hermana molestarse un poco, pero no podía evitar picarla un poco.
Editado: 16.11.2024