Reina De Corazones: El Nacimiento

C I N C O

JESSICA.

– ¿Están bien? – pregunta una muy preocupada Ariana a su hermano y padre, quien este se mantiene sentado en unos escombros y Andrés solo esta de pie mirando el campo.

– Si, – responde Tom frotándose la nuca – solo estamos cansados. Hace mucho tiempo que no me sentía así.

– Eso te pasa por estar entrenando como loco, como si no existiera un mañana. – regaña Ariana llegando a su lado – Este lado ya esta controlado.

– Lo se – dice Andrés aun con la vista al frente – ¿Dónde estabas?

– Estaba…

– No te estoy preguntando a ti – se gira y me mira con el ceño fruncido – ¿Te lo tengo que preguntar otra vez?

– Andrés. – advierte su hermana – No es el momento.

– Estaba por ahí.

– ¿Solo eso? – de su garganta sale una risa seca y sin ganas – ¿¡Se puede saber que demonios te pasa!? Desde ayer estabas desaparecida y apareces ahora como si nada.

– Tenía que hacer unas cuantas cosas yo misma. – Andrés abre los ojos como platos.

– ¿Qué puede hacer una niña sin memoria sola? – inquiere acercándose a mi.

Me esperaba otro tipo de reacción de su parte, no esta. Se muestra molesto y frustrado. En cambio, Tom solo mira la escena con cuidado y Ariana se refleja cansada, no solo física, si no que también emocional y mentalmente.

– No es necesario que pregunte que paso – digo cambiando de tema – ¿Cuál es el estatus?

– ¿Qué? – escupe con incredulidad Andrés, mirándome de pies a cabeza – Estabas entrenando sola.

– Si.

– No era pregunta – pone sus manos en jarras.

– Lo se.

– Ok. Ya basta. – dice Ariana levantándose – No estamos en un ambiente para que lancen esas miradas y para que estén discutiendo.

Yo no estoy discutiendo, solo estoy reafirmando lo obvio y tampoco le estoy echando miraditas a Andrés, ¿O si? No tengo un espejo para mirarme y ver que cara le pongo al mellizo.

– Esto tiene que ser una…

Aparto de un empujón a Andrés, haciendo que este caiga encima de los escombros omitiendo un quejido en su caída. De mi mano derecha sale el Núcleo empuñando la espada. Mi vista se enfoca solo en un lugar y en ese es que tengo que dar.

– ¿Pero que rayos…?

Antes de que pueda salir, entierro mi espada en la tierra. Siento como la sangre del AniCon se mezcla con mi Núcleo. Saco mi mano de la tierra, que al momento en que la enterré, hice un agujero del tamaño de mi mano. De mi mano se pega una parte muerta del animal y se escurre la sangre verdusca, hasta caer en grandes gotas a la tierra, exponiendo ese olor familiar que emanan cuando mueren.

– Se están moviendo otra vez. Muchos vienen del suroeste, son de alto nivel y otros del norte como este – señalo la parte muerta del animal que sobresale de la tierra – son pequeños y vienen pocos.

– Eso fue peligroso – dice Ariana con un tono de… ¿Asombro? – pudiste a ver avisado que venia uno.

– No fuera habido tiempo.

– ¿Te estas escuchando? – gruñe muy molesto Andrés, desde donde lo tire. Le tiendo mi mano para que se levante, él la mire cauteloso pero también con el ceño fruncido – Gracias – dice tomando mi mano y reincorporándose. Yo asiento como respuesta.

– Hay que moverse – dice Tom – ¿En donde esta tu madre y Andrea?

– Se quedaron en la casa movible.

– Hay que ir hasta allá y asegurarse que estén bien.

Una explosión resuena por todo el campo, ocasionando que nos agachemos por la sorpresa. Un dolor punzante atraviesa desde mi espina dorsal, hasta llegar a mis tímpanos, haciendo que por inercia lleve mis manos para tapar mis oídos. Cierro mis ojos por el dolor. Mis manos empiezan a temblar, por mi nuca se escurre una gota de sudor, a pesar de que me siento fría sudo.

– ¿Estás bien? – la voz de Andrés se escucha lejana, a unos cuantos metros – ¡Jessica!

Abro los ojos al escucharlo decir mi nombre y lo tengo justo frente de mí. Su semblante es serio y por sus ojos se cruza el sentimiento de simpatía. Mantengo mis manos aun en mis orejas, tapando como puedo el ruido estremecedor.  

– Todo está bien. – dice Ariana a mis espaldas – Andrés ayúdame.

– Ya voy – responde con la vista puesta encima de mi cabeza.

No se como diablos los escucho si tengo mis oídos tapados, es como si en vez de taparlos estoy…

– Te estas lastimando – Tom toma mis antebrazos y los aprieta ligeramente – El sonido viene de tu cabeza, Jessica. Te estas lastimando con tus uñas, estas sangrando – bajo lentamente mis brazos bajo la atenta mirada de Tom.

– ¿Qué…? – otra punzada de dolor llega pero esta vez a mi cabeza – ¡Ah! – grito cerrando mis ojos.

¿Qué me pasa?

– Respira lentamente – mis ojos arden por la presión en mi cráneo – relájate y no le prestes atención a los sonidos que captan tus oídos.




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