Reina De Corazones: El Nacimiento

C A T O R C E

JESSICA.

Algo de lo que estamos todos seguros, es que de la muerte nadie se salva.

Podemos desviarnos del camino, podemos tomar un atajo, puede ser en subida, puede ser en bajada, ir rápido o ir lento. Todo depende de cómo lo veas, de que perspectiva estés viendo esa historia.

No tengo pasado y tampoco es algo que me interesa ahora descubrirlo. No quiero saber cómo termine así, no quiero afrontar la dura realidad de los daños y las personas que lastime en mi corta vida. Muy en el fondo me da miedo darle la cara a la verdad y que está me tire por un precipicio, una caída libre que no tengo de dónde sujetarme.

Tal vez es por eso que él huye, muy dentro de él sabe que si afronta todos sus dudas y miedos, puede resultar más herido de lo que ya está. Es por eso que huye, es por eso que corre en dirección opuesta a dónde están las únicas personas que se preocupan por él.

— ¿A dónde vas? – la voz temblorosa de Liss es suficiente para que Connor detenga sus pasos. – Nos estás abandonando. – y no, no es pregunta. Veo como el cuerpo de Connor está tan rígido, pero no le da la cara a su amiga. – Quédate un poco más, Connor. Acompáñanos en esto, está vez es diferente... Va a ser diferente. – su suplica es clara.

— Esto es lo que siempre quisiste, ¿No, Connor? Nos abandonas después de lo que ha pasado. – Lee le reprocha, pero lo hace más por la condición de Liss, que por él mismo. – Tan solo dinos la verdad.

— ¿Quieren la verdad? – está vez Connor es el que habla. Los observa por encima de su hombro, tratando de sonar y verse más seguro de si mismo. – Está bien, les diré la verdad. Estoy harto de este cochinero, de que tengamos que pagar con los platos rotos de otros. La muerte y el hambre nos persigue día a día. Estoy hasta el cuello de sus fantasías ridículas que en algún momento un ser divino vendrá y nos ayudará. ¡Aterricen! – el grito de Connor resuena en la estancia, logrando que Liss brinque en su sitio por el miedo. – Nadie vendrá a ayudarnos, ¡Nadie! Pero no, ustedes núnca van a entender eso y me enferma.

— Ella nos salvó, ella nos puede ayudar. Nos puede entrenar, podemos aprender muchas cosas de ella y así defendernos. – las palabras alentadoras de Liss desconciertan visiblemente a Lee. – Podemos defendernos como siempre hemos querido hacerlo.

— ¿De que hablas, Liss? – la mirada interrogante de Lee es suficiente para darme a entender que no sabe nada que sus dos acompañantes poseen Núcleo.

— ¿Dónde está ella ahora? Deja de fantasear y esperar algo más de las personas, es por eso que estás así aquí. ¿Qué esperabas de mi? Qué te abrace y te diga que solo era una pequeña broma, de que ella vendrá por nosotros y nos protegerá y enseñará sus trucos. ¡No! Nada de eso pasara y métetelo en la cabeza de una puñetera vez.

La lastima, la está lastimando y no le está importando.

Giro a ver si puedo obtener algo de tiempo, antes de que lleguen a este punto y no pueda así sea solo ayudarlos en este problema. Al ver más allá del límite del pueblo, veo como los alambres de seguridad hace su trabajo y los retiene un poco más. Al menos es algo que funciona bien en este sitio. Gracias a eso, tengo algo de tiempo para poder hacer algo por ellos.

— Ella va a venir, se que lo hará.

— Deja de soñar despierta, Liss. ¡Joder! ¡Me enfermas tanto! – eso fue suficiente para que Lee toma del cuello a Connor y lo estruja sin importarle nada.

— Discúlpate con ella. A mí no me interesa que te largues, no me importa lo que digas de mi, pero no voy a permitir que la insultes, que pisoteen sus sueños y más de una persona como tú. – de dónde estoy veo como las venas de la frente de Lee sobresalen de manera exagerada. 

— Otro perro detrás de ese hueso. ¿Sabes por qué los de Bord Mort buscan a esa chica? No, no lo sabes, pero te lo diré. – por la cara de Connor se expande una sonrisa siniestra, una que ya había visto en Apóstoles. – Esa chica trabaja para ellos y solo se fue sin permiso. Solo es una perra sin su correa. – Lee suelta a Connor con brusquedad, haciendo que se tambalea hacia atrás y pierda el equilibrio. – ¿De verdad creyeron que esa mosquita muerta defendería a unos pobres desconocidos como ustedes? Ella solo quería un escudo para librarse de esos infelices y ustedes resultaron en el medio como todos buenos imbéciles que son.

Alguien normal, alguien en su sano juicio busca una excusa como esa para librarse de responsabilidades, de una carga tan grande como otro ser humano. Connor solo se está quitando esa carga de encima y es por eso que pasa su culpa a alguien más. Cosa de la cual yo soy la que está en el medio. La relación con su hermano mayor es el interruptor para desacerme de mí.

Al estar a solo unos pasos de ellos, siento como el suelo se tambalea, como los movimientos de AniCon sacude violentamente el pueblo. Todos en la estación corren en todas las direcciones, pero ellos tres solo están allí, viéndose fijamente.

— Ustedes me dan lastima al esperar algo de alguien que solo los está utilizando. – no se hacen esperar las lágrimas de la chica, en cambio Lee mira con tanto rencor al chico que llegó a considerar como un hermano – De verdad son tan patéticos.

— ¿Ya terminaste o esperas a que el tren se marche para culparnos por eso? – la acusación de Lee me hace ver detrás de mi y volver a asesorarme de que aún hay tiempo. – Será mejor de que te largues y nos dejes en paz de una buena vez, Connor.

Con eso el chico se levanta sin mirarlos nuevamente, esperando tal vez no arrepentirse si los vuelve a ver.

Eso es lo que consiste en hacer lo correcto o creer hacer lo correcto. Las dos están bien para él, porque así no tendrá la culpa de no haber salvado a alguien tan importante. No quiere sentir ese miedo nuevamente que lo hace actuar tan a la defensiva. Su amor, su voluntad por protegerlos lo hace huir de las manos de su hermano.  Se va para protegerlos y eso es el acto de amor más puro que pudo haber hecho.




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