-Majestad - me llamo el capitán de la guardia - necesita algo más?
-No, podéis marcharnos a ver a vuestras familias. Os espero a cenar esta noche en el castillo y mañana por la mañana quiero hablar con usted en el despacho.
-Entendido Majestad.
-Judith - está vez era mi nana- quieres despedirte de Carlos?
Asentí y besé a mi hijo.
-Descansa amor - le dije al niño - y nana prepara nuestras cosas. Después del entierro nos vamos.
Ella asintió y cuando fue a marcharse la volví a llamar.
-Espera, el niño no va a dormir todavía. Preparalo, va a ser una noche muy larga - mi nana me miraba igual que si fuera a mirar a una loca
-Es solo un bebé - pero antes de que ella termine su frase le volví a repetir lo mismo
Me quede esperando en el despacho hasta que me trajo a Carlos. Mi nana se quedó estupefacta con mi orden, pero yo pensaba en el futuro.
Eric estaba enfermo y Carlos es el heredero. Aunque nos fuéramos a ir, tarde o temprano Eric nos haría regresar.
-Si te vas, por lo menos que sea cuando tu marido se recupere - me dijo mi nana de muy mal humor.
Llantos y dolor que se quedó apartado una vez entré en el salón del trono. Me senté en el lugar que me correspondía y después de tomar aire comencé a hablar.
- Ante todo, daros las gracias por acudir a mi llamada en estos momentos tan duros - me puse de pie- siento mucho lo que está sucediendo y si pudiera y estaría en mis manos, devolvería la vida a todos los fallecidos. Quería notificaron que los fallecidos no estarán enterrados en una fosa común, cada uno tendrá su tumba - todos me miraron boquiabiertos- el salón estará disponible mañana para oficiar la misa y el diezmo de este mes os será devuelto la siguiente semana.
-VIVA LA Reina - ese grito se escucho por todo el castillo.
Fueron los gritos de aquellos que olvidaron su dolor para elogiar a Su Reina.
-También estáis invitados a cenar, y yo os acompañare en unos momentos.
Subí con Carlos en brazos a ver a Eric, que se estaba levantando.
-Pero que haces? - grite y deje al niño en la cama.
-Acompañarte a la cena.
-Deja de decir tonterías, metete en la cama - volví a gritar - guardias, llamad al médico
-No quiero ver al médico, voy contigo a cenar
-Eric, escúchame, si el médico dice que estas mejor me acompañas, si no te quedas aquí
Efectivamente, a Eric Le había bajado la fiebre y la infección no era tan fea, o el médico me mintió por miedo a la ira de Eric.
-Vez, bajaré contigo - me dijo sonriente
-Y con mi amante.
-Como? Tienes un amante? - preguntó siseando con un tono amenazador
-No fue eso lo que me dijiste? Me pediste que tuviera un amante
-Cuando?. No recuerdo haber dicho eso.
-Venga, vamos. No hagamos esperar a la gente - le pedí, dándome cuenta que eso fue debido a la fiebre
Bajé acompañada de mi marido y cuando nos vieron llegar, volvimos a escuchar gritos y vítores.
"DIOS SALVE AL REY. VIVA LA REINA"
Nos sentamos en la mesa y comenzamos a cenar en silencio.
-Mañana la misa se dará aquí y el diezmo se les devolverá.
-Lo mismo que yo hubiera hecho.
-Me alegro de que estés de acuerdo.
-Oye Judith, si he dicho algo que no debería lo siento. No recuerdo nada la verdad.
-No te preocupes.
Decidí no marcharme a ningún lado
La cena terminó y nosotros subimos a descansar
Al día siguiente acudimos a misa. Padres, hermanos e hijos se despedían de sus seres queridos sin poderles haber dicho lo mucho que les querían. Todos estábamos seguros de que cada fallecido se acordó de todos sus seres queridos al morir, pero no se pudieron despedir
Tal y como dijo mi padre, cuando lloramos a un fallecido, el mayor sentimiento es el de culpa, de palabras que nunca se han dicho, de sentimientos que nunca se han aclarado. Y es que pasamos tanto tiempo dando por hecho que nuestros seres queridos saben lo que significan para nosotros, que ni siquiera estamos dispuestos a perder dos segundos en decirles lo mucho que les queremos, y eso, solo lo podemos hacer en vida