La vida siempre da giros desafortunados, casi sin darte cuenta estas viviendo una pesadilla sin siquiera provocarlo tu.
La gente corria desesperadamente buscando un refugio para esconderse de los tiros que caían del aire.
Él hombre postrado ensangrentado en él escenario mostraba que aquellos hombres que aterrorizaban el pueblo estaban ahí, aterrizando una vez más, causando miedo y panico.
Una vez los disparos cesaron, todos salieron de sus escondites con el miedo de que aquellos los vuelvan a irrumpir.
Por seguridad del candidato fue trasladado por sus hombres llevándolo a él junto a su familia a su rancho.
Esperaban que aquellos hombres que volvían a asustar el pueblo ya se hubiesen ido.
Rancho Los Guillén
Aquel rancho era más bien conocido por ser tan grande, y tan bien escondido, estaba entre los grandes bosques de San Faustino por los montes Las Güeritas paradero era tan desconocido que provocaba curiosidad entre los habitantes jóvenes, tanta era que existían leyendas de aquel lugar pero ninguna era cierta, todo estaba alejada de la realidad.
Los hombres del señor Guillén se habían dispersado por todo el lugar, resguardando cada punto de entrada.
La familia entera se encontraba en la sala viendo las noticias en las cuales los rostros del señor y la señora aparecían.
-Seguro fueron los hombres de Pedro, el muy carbón quiere la cabeza de mi hijo- hablo Rigoberta Gálvaez.
Rigoberta era muy conocida por la comunidad al ser esposa de uno de los Guillén, al ver dado al único hijo varón y heredero de los Guillén esta fue la favorita de sus suegros y por ende su hijo fue el favorito de la familia.
Una leyenda en la cual se cuenta que todo el dinero ganado era porque los bisabuelos de Claudio se dedicaban al narcotrafico, pues creían que Mauricio Guillén -bisabuelo del señor Claudio- era narcotraficante. Una total mentira. Aquel hombre había sido asesinado a manos de un cartel desconocido en aquellos años de antaño, cuando la sociedad aún se podía redimir. Su bisabuelo se había nombrado candidato a la presidencia, con buenos tratos y buena presencia electoral. Pero justo después de eso justo cuando se le nombraba presidente, una bala le cruzaba el pecho delante de todos así dejando sola a una mujer sin marido y unos hijos sin su padre. Aquella historia fue enterrada por los más mayores y por los jóvenes creado una leyenda.
-No, el señor pedro no se arriesgaría a tanto- soltó Lorena la más grande de las hijas.
-Gracias a dios no le dio a mi esposo--pronunció la señora con desdén de preocupación.
-Es un aviso- dijo Claudio.
Su mirada desolada de centraba en la ventana la cual daba a los montes, el sol ya se iba escondiendo dando aviso de que anocheceria.
-Hablas de... - el hilo de voz se quedó en el aire pues la señora no quería ni imaginarselo.
Ambos se miraron cómplices causando duda a su alrededor pues al parecer nadie, además de ellos, sabía lo que pasaba.
Su hija, la más chica se dio a la tarea de investigar más, intentando divagar en los pensamientos de sus padres.
-¿de que hablan? ¿Aviso de que? - curioseo
Claudio dio un suspiro.
-Valentina vete a tu cuarto- dijo autoritariamente.
Eso hizo que la hija mayor se tomará el valor de hablar, después de todo también quería respuestas.
-No papá, responde, ¿qué sucede? - dijo acercándose a sus padres.
-Si Claudio dicelo- Una voz desconocida a la familia sonó detrás de ellos.
El rostro de un hombre divertido fue lo que vieron, sus tatuajes se hacían ver, justo en una mano llevaba un arma.
-¿que mierda haces aquí? - Claudio se posicionó al frente. - ¡Pablo! - Grito a uno de sus empleados que tardaba en llegar.
-Shhhh,shhh no, no, no gastes saliva el no vendrá- dijo el hombre misterioso.
-mira cabron, lárgate de mi casa ¡Ahora!- comenzó a acercarse al hombre.
Un hombre con la punta de su rifle comenzó a bajar las escaleras principales, otro comenzó a salir por detrás de ellos. Varías armas con cuerpos comenzaron a salir desde otros puntos, acorralados y asustados miraron con desdén al hombre el cual lucia mas divertido de lo que ya estaba.
-bueno ya viste, es mejor que te quedes ahí, quietesito- se acercó a claudio- te ves más bonito.
-¿que es lo que quieres? -
-Verás Guillen no es por ser un imbecil, pero, mis jefes ya están desesperados- dijo
-¿Y por eso mataron a mi ayudante? ¡Rogelio! Ya se los dije- la voz de Claudio comenzaba a subir de tono.
-Mira Claudio, tu deuda es con ellos, a mi no me metas ni mucho menos quieras propasarte- Comenzaba a acercarse a toda la familia - ¿ya les dijiste? - miro a toda la familia.
-¿de que habla mamá? - preguntaba valentina.
La señora dudosa intentaba calmar a sus hijas.
-¿No se los dirás? Se los diré yo- hablo rogelio amenazando a claudio
-Rogelio, callate, por favor - por un momento al señor Claudio se le oyó la voz quebrada.
-Su padre niñas, Su padre trabaja con los imperial, así es- soltó rogelio haciendo que todos los guillen se impresionen.
La madre de Claudio se encontraba furiosa, las hijas estaban sorprendidas y molestas.
Pero todo fue silenciado cuando por la puerta principal entraron dos hombres, uno tenía un porte demasiado serio y el otro era un poco más relajado, se notaba en la forma de sus pasos, en sus rostros.
Eran casi tan iguales de no ser que uno era menor y otro mayor y se notaba por la juventud de uno.
Ambos llegaron a rogelio, el más relajado saludo descaradamente a toda la familia Guillén, esta ni siquiera le contestó el saludo.
-Bueno Claudio, hablemos ¿en tu despacho, te parece? - dijo el que al parecer se veía más mayor.
-No, sueltenlo- valentina intentaba detenerlos pero solo obtuvo una mirada desinteresada de aquellos hombres.
Tomaron a Claudio y se lo llevaron sin decir nada más.
Todos los hombres que anteriormente se encontraban acorralandolos se esparcieron desapareciendo por las sombras.