Capítulo XXIX: Nunca seré igual a Jannik...

Me levanto de mi asiento, con una gran determinación en mis ojos. No podía dejar que todo mi esfuerzo se fuera a la deriva; le indique a Ethel que me siguiera los pasos y fuimos hasta los guardias que nos custodiaban. Les informe que nos queríamos ir, y ellos se voltearon para descender por las escaleras frente a nosotros. Al llegar al último escalón, en vez de dirigirme hacia puerta, giré con rapidez hacia donde se encontraban los presentes. Los miembros del consejo inmediatamente se percataron de mi presencia, comienzaron a exclamar entre horrorizados e indignados. Los ignore categóricamente.

—¿Por qué ella está aquí? —él conde Ross farfulló con gran molestia.

—La princesa no es parte del consejo. —acusó él vizconde.

—No toleraremos que se vuelva a repetir el comportamiento de la cena. —él duque de Ilevalon se puso de pie y estampó sus manos a las mesa de madera con fuerza.

—Alteza, salga. —me ordenó él primer ministro. Ignoré la orden, caminé hacia el centro del salón y me puse al lado de Hunter.

Él estaba atónito por mi súbito arrebato. Después, entre tanto bullicio y reclamos, mi primo parecía haber entrado en trance de agotamiento y dió una seña en muestra, de que permitía mi estadía allí. Lo cual, sorprendió a todos.

Observe específicamente a lord Ulrik y él marqués Hughes, quienes se veían complacidos con mi presencia.

—Señores del consejo, estoy consciente de que mi presencia aquí es inusual e incluso impropia, pero estoy segura de que vamos a poder encontrar una solución que satisfaga a todos. Necesito que me escuchen —junte mis manos a la altura de mi abdomen—. El problema que tenemos no se va a solucionar con la alianza con Nezadian. Necesitamos unir nuestras fuerzas, pero no en el sentido de unir nuestras naciones. Necesitamos unirnos para poder vencer a los invasores, un movimiento subversivo de carácter extremista.  No podemos dejar que esecrezca a costa de nuestra nación.

—Habla con cierto conocimiento. ¿Cómo sabe tanto sobre aquel grupo con tanta certera? —él marqués fué quien se atrevió a interrogarme, pero eso dió pie a mi argumento siguiente.

—Me he tomado la libertad de reunir información, y he conseguido detalles valiosos en la última invasión a la fuimos víctimas. Justo el día en que casi fui exiliada —mi mirada flameante se fue espaciendo entre cada miembro del consejo. Se miraron entre ellos, mientras unos se acomodaban su cuello y otros se coloraron  de pies a cabeza—; Se sobre su estructura, sus aliados y sus objetivos. Y he encontrado pruebas que demuestran que están preparando un ataque contra nosotros, uno que comenzará desde los Valles de Brusket.

Vi como sus rostros fueron alarmandose mucho mas.

—No podemos permitir que eso ocurra. Necesitamos unir nuestras fuerzas para repeler a los atacantes. —él consejo guardó silencio, incrédulo ante lo que estaba oyendo.

—Señores del consejo, sé que esto es una decisión difícil, pero debemos pensar en lo que es mejor para nuestros pueblos. Si permitimos que los invasores sigan creciendo y expandiéndose, todos vamos a correr un gran riesgo. Sin embargo, si trabajamos juntos, podemos hacer frente a la amenaza y evitar una catástrofe. —intervino Hunter sabiamente.

Mantuve una postura impavida, con las manos detrás de la espalda y el mentón en alto. Noté como la manera de observarme, de los miembros del consejo había cambiado y eso se debía a los mensajes escondidos que había dejado en mi argumento. Entendía que de alguna manera, había puesto la soga en mi cuello, pero no era la primera vez. Y aún seguía respirando afortunadamente.

—Es una sugerencia ingeniosa, princesa Kelsey. —él vizconde presiono sus manos entre si—. Pero el acuerdo con Nezadian podría tener consecuencias imprevistas. Es un pacto muy arriesgado, y no estoy seguro de que sea lo mejor para Druseon. Además, usted no es la heredera del trono, por lo que no tiene derecho a decidir por la nación.

La poca simpatía desapareció de mis motivaciones, y mi mirada cayó en un aura lúgubre.

—Legítimamente, lo soy. Soy la primogénita del linaje Greenwood Griffith. ¿O es que no lo recuerda, vizconde? —instaure con tono fuerte y gesto endurecido.

—No aceptamos ese acuerdo —dictaminó el duque de Ilevalon—. Necesitamos un rey, eso es lo que sabemos. La Ley de la línea de sucesión no es algo que podemos cambiar a nuestro antojo. Es una norma histórica, una tradición de nuestra nación que se remonta a varios siglos. Sería un acto de traición con nuestra historia y nuestros antepasados si nos atrevieramos a romper esa norma.

—Lo hicieron una vez, pueden volver a hacerlo. —reté furibunda.

Junté mis cejas. No habían hecho votación, pero era notable que ellos no cederían en lo absoluto al acuerdo y eso nos dejaba en una posición ridículamente, destrozada. Cerré mis ojos, y baje la cabeza intentando hacer tiempo para pensar.

—Señores del consejo, tengo una propuesta —tomé aire—. Hagamos la alianza, bajo que los primeros beneficios para ambas naciones sean los antes expuestos por él regente Hunter Greenwood, con la finalidad de reestablecernos y luego celebrar la unión marital entre él príncipe Serkan Fremault de Nezadian, y yo.

Accedí con pesar, y de nuevo se escucharon las exclamaciones de asombro.

—¿Que sucede con lo que advirtió él regente? —él duque de Palance recordó, dando una falsa preocupación. Hice un puño con mi mano.

—Para la tranquilidad del consejo, firmaré un acuerdo donde él príncipe Serkan Fremault y yo, renunciamos a la corona de Druseon mientras él Lord Hunter Greenwood de Wenid, esté en la línea de sucesión —expusé con notoria inconformidad—. Solo si, Druseon no intercede en las tierras de Treharne.

La sala ahora estaba enmudecida, al haber oído tan valiosa proposición. Mientras tanto yo, me balanceaba mínimamente en un pie, debido a la inquietud. Hunter, en su papel de regente, se levantó y me miró.

—Princesa Kelsey, hemos escuchado su petición. Ahora pregunto a los miembros del consejo ¿están de acuerdo con la propuesta? —se oyeron unos murmullos, pero al final debieron dar una respuesta.