—Por eso digo que cuando quieres que algo salga bien tienes que hacerlo tú mismo —concluyó Ettiene. Llevaba buen rato sin dejar de hablar, la verdad es que estaba tan molesto que era capaz de matar a cualquiera que se le cruzara. Y le importaba una mierda estar conduciendo a toda velocidad, pobre de aquel policía que intentara detenerlo. Cassian escuchaba en silencio, de vez en cuando intervenía para calmarlo y en parte lo lograba, aunque estaba demasiado enojado como para contenerse.
Conocía bien a su hermano, ese era su carácter. Explosivo, enojado la mayoría del tiempo, y muchas veces perdía el control de sí mismo, razón por la que Ettiene se ganó hace varios siglos el apodo de "El destripador", pues cuando estaba enojado literal destripaba a cualquiera que esté en su camino. Era fuerte, hijo de ancestral después de todo. Más fuerte que muchos vampiros que se atrevían a molestarlo, ni siquiera los años en los que quedaba dormido por culpa de la maldición le quitaban su fuerza. Con los años su fama se hizo tan grande entre los vampiros que eran pocos los que se atrevían a desafiarlo. Y bueno, en ese momento Ettiene era capaz de destrozar a Kyle con sus manos si aparecía delante de él. Lo entendía, él también quería matarlo.
Cassian, al contrario de Ettiene, no era de los que se enojaban con facilidad. No necesitaba parecer una fiera para hacer daño, él prefería actuar de otras formas. Y mientras Ettiene conducía rabioso y soltaba maldiciones en todos los idiomas que conocía, él guardaba silencio mientras maldecía por dentro. Lo vio venir, eso era lo que más le jodía. Sabía que estaban por traicionarlo, que se lo iban a joder, que esa maldita Philippa Dagger había pactado con los Sallow, y aún así no actuó a tiempo. Dejó que siguieran con su plan y no hizo nada por evitar que todo se saliera de control.
Y además llamaba esa chica Riley para contarle que los vampiros Sallow podían tocar y usar las dagas rituales de los brujos Dagger, aquello ya era demasiado. Todo era muy difícil de creer, demasiado complicado para estar tranquilo. No podía permitir que se salgan con la suya, no les iba dar el gusto por nada del mundo.
—Para variar no entiendo por qué demonios a Max se le ocurrió encontrar a una chica desconocida con Jazmín y Antonette, ¿qué rayos fue todo eso? ¿Me puedes explicar qué está pasando acá? —seguía renegando Ettiene.
—Solo sé que esa chica es testigo de todo y necesito que me aclare algunos puntos —contestó Cassian intentando mantener la calma. El vampiro se había controlado bastante bien, pero Ettiene y sus quejas empezaban a desesperarlo.
—Yo sé algo de ella —comentó Ettiene para su sorpresa—. Hace unos días cuando le dije a ese inútil de Max que haga algo bueno por la vida me dijo que tenía una "debilidad" y que quería que la investigue. No me dio tiempo para eso, pero según Max esa chica era inmune a la manipulación de vampiro.
—Ya veo —contestó Cassian pensativo—. Ahora tampoco sabemos si esa tal Riley es de confianza, puede estar ahí a propósito para despistarnos.
—También es probable, y de eso también voy a encargarme. Quien quiera que la haya usado no es de los nuestros, así que no habrá problema —Cassian lo miró de lado. Su hermano se refería a interrogar a Riley, si era necesario usaría tortura. Y luego la mataría, o bebería de ella porque estaba hambriento.
—No sé lo sé, Ettiene, parecía muy nerviosa y preocupada, y yo lo que necesito ahora mismo son respuestas, no más cadáveres. Ya veremos.
—Si, ya veremos —contestó su hermano de mala gana mientras apretaba el timón con fuerza.
—Ettiene, estás muy tenso, voy conducir yo. También puedo ir muy rápido y no chocaré.
—No me importa si chocamos, no nos sucederá nada.
—Si, pero hasta que pase otro auto con el que movernos va a tardar buen rato, y perderemos tiempo deshaciéndonos de este —él resopló molesto. Sabía que tenía razón, si seguía así de enojado al volante iban a tener un accidente que solo los iba a retrasar. Frenó y se bajó, Cassian hizo lo mismo. Pero Ettiene no avanzó, solo se quedó ahí parado con las manos contra el auto, pensativo. Respiró hondo. Tenía que calmarse y actuar con frialdad por más que el enojo lo estuviera dominando—. Relájate, todo va a salir bien. Esos miserables Sallow no se saldrán con la suya. Ahora a pensar fríamente, ¿entendido? —Ettiene asintió, al menos y se veía un poco más tranquilo y no parecía a punto de destrozar todo.
—No sé pensar fríamente, lo único que se me ocurre son las mil maneras de destriparlos —contestó él.
—Entonces planea con calma lo que les va a hacer a esos traidores, sabes que desde tiempos inmemoriales el que se mete con los Edevane la paga, y ellos la van a pagar hagan lo que hagan —Ettiene asintió, ahora caminó hacia el asiento del copiloto, Cassian abrió la puerta del conductor y entró.
—Andando —dijo su hermano y él arrancó. Cassian también tenía que pensar lo que iba a hacer, el asunto era delicado. El camino final era acabar con todos los Sallow y los Dagger de una vez por todas. Si claro, como si fuera tan fácil.
Cassian condujo rápido, en el tiempo que habían estimado tomaron la carretera alterna de Missouri que esa chica Riley le había indicado. Mientras más se acercaban, más lento iban. A una distancia prudente bajaron del auto, era momento de ser sigilosos porque eso podía ser una trampa. A lo lejos, Cassian escuchó los sonidos, primero la respiración suave de alguien que dormía, luego la respiración de dos personas que estaban en reposo. También se sentía olor a sangre seca. Un cadáver estaba cerca. Ah no, eran dos cadáveres. Caminaron despacio hasta ver el auto en el que estaba Riley. Al acercarse vio a una mujer durmiendo en el asiento del copiloto y en el asiento trasero había una chica. Esa debía de ser Riley Hudson, Jazmín estaba parada afuera del auto.
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Editado: 16.02.2021