— La querida Talya te manda saludos... — La sola mención de aquel nombre altero de sobremanera a Vanya.
— Mientes... — Susurró, intentando hacerse creer a sí misma que no hablaba de su hermana, que solo era una distracción, nada más que eso.
— ¿Tú crees? — Dijo Jelena antes de volver a reír, sintiendo como poco a poco el agarre de la rubia se iba a aflojando.
Vanya estaba en shock completo, llevaba meses sin ver a su hermana y ahora no sabía si creer que lo que aquella mujer decía, no quería creer que Talya estaba en alguna parte del mundo, en algún hospital, herida o lo peor, muerta. Jelena había logrado su cometido, pues Vanya no había sido ni capaz de defenderse cuando ella ya la había aprisionado otra vez, solo que ahora la daga apretaba sutilmente su cuello.
— No creí que era tan fácil domar a un lobo y mucho menos a la reina — Jamás admitiría que decir eso había sido un juego sucio, uno cuyo resultado había sido eficaz, pues, si tan solo se le ocurría a la rubia moverse el filo de la daga cortaría fácilmente su cuello.
Entonces, como si tenerla en su habitación no fuera lo peor, se comenzaron a escuchar lo que Vanya reconoció como alarmas, esas de las que se encontraban en cada manada del mundo sobrenatural, aquella que anunciaba la entrada de intrusos al lugar.
— Veo que comenzó — Dijo Jelena con una sonrisa melancolica, sin soltar el agarre del arma.
— ¡¡Vanya!! — Escuchó a los lejos una voz. Era Volker que con desesperación tocaba la puerta, estaba desesperado, podía sentir a alguien allá dentro, pero la puerta simplemente no abria — ¡¡Vanya!! — Volvió a gritar, despertando en Jelena una risa macabra.
— Al parecer todos se preocupan por ti... — Escupió con odio y rencor mirando a la rubia directamente a los ojos.
— Lo dices por él o ¿acaso lo dices por Kasch? — Preguntó Vanya con sarcasmo y gracia.
La mirada de la mujer ante lo dicho por la loba fue tan fría como el hielo, su comentario no había sido en nada gracioso, es más, Vanya podría haber jurado haber visto odio puro en esos ojos, unos que irradiaban lo podrida que estaba.
— Lo digo por todo... — Dijo vagamente, apretando cada vez más el arma en la suave piel de la rubia — Hasta a él lograste tentarlo — Volvió a decir, confundiendo a la loba con aquellas palabras — Tú arruinaste mi vida — Aseguró, antes de lograr obtener unas cuentas gotas de aquel liquido rojo que salía del cuello de la rubia — Sabes... — La mujer estaba completamente loca, pues antes de lograr terminar lo que había comenzado retiro la daga — Si no hubiera sido por él, tu hermana estaría muerta... Si no fuera, porque te cruzaste en nuestro camino — Dijo con todo el odio que pudo levantando el arma con el único objetivo de desaparecer eso que tanto daño le había causado a su vida “perfecta”, Jelena estaba decidida a matarla, pero, antes de que logrará su único cometido en la vida, Vanya logro quitarla y aventarla lejos de ella, fue en ese momento cuando Volker logro derribar la puerta, y entrar a la habitación.
— ¿estas bien? — Preguntó a su hermana con preocupación.
— Si... — Susurró la rubia tocándose el cuello justo donde estaba la herida, en tanto Jelena volvía a levantarse.
— ¿Ahora qué? — Preguntó Jelena, poniéndose de pie, y mirando a ambos rubios con tristeza y rencor, la mezcla que estaba siendo su destrucción.
— Definitivamente tu estas loca — Dijo Volker mirando fijamente a Jelena, quien a pesar del rencor de adornaba sus ojos, estos también se estaban llenando de lágrimas.
— Él está aquí por Kasch... Por ti... — Susurró con desconsuelo — Y yo estaba aquí por él... — Entonces volvió a tomar la daga entre sus manos — ¿Tú sabes cuál es ese pecado que nuestra raza nunca perdona? — Preguntó vagamente y sin abandonar ese frío tono de voz.
— La traición — Respondió Vanya con cautela.
— Traición... — Jelena tomo la daga, dirigiendo la punta hacía su estómago, haciendo obvio lo que por su mente pasaba — Yo me hundí por él, por Raban, yo pagaré mi pecado, y a pesar de todo no me arrepentiré de haber seguido a mi corazón en ningún momento — Había sido tan rápido, tan irreal, que ninguno de los dos creyó lo que sus ojos presenciaron, la muerte sería el castigo que ella había elegido.
La sangre de ambos se helo, cuando con aquella arma Jelena se hirió. No sabía si era lo que buscaba, si esperaba que Raban llegará por ella, o si su mente había llegado a su límite. La mujer cayó al suelo, pero, antes volvió a hablar con dificultad, dejando aún más confusión en ambos.
— Lastímalo... lastímalo como yo... no pude hacerlo — Fue lo último que dijo antes de cerrar por completo los ojos.
Podría sonar ilógico, pero para Jelena, en su mente lo que había hecho era lo mejor que se le había ocurrido, la traición era imperdonable para seres como ellos, y tanto ella como Raban habían llevado al enemigo hasta la seguridad de sus tierras, hasta donde el rey no pudiera controlar la magnitud de la situación, ella no había logrado mantener el coraje de enfrentarse a las consecuencias que sus actos habían traído por seguir un falso amor.
— Vanya, debemos irnos — Estaban atacando la manada y ellos aún no salían de aquella habitación — ¿Segura que estas bien? — Preguntó, al ver que de la herida no salía más sangre, pero al mismo tiempo su expresión no había cambiado.
— Si — Respondió ella confundida y aturdida por los acontecimientos tan breves y eternos, aquello que solo había ocurrido en más o menos media hora — Vamos, debemos ayudar — Volvió a decir regresando su mente a lo que pasaba más allá de aquel lugar.
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Era tan grande como lo habían imaginado, se escuchaban los gritos, los gruñidos, se podía ver la sangre y la enorme cantidad de seres que defendían las tierras como si fuesen suyas, como si fuera a su propia familia a quien defendían, entre la multitud estaban Kasch y Raban, la pelea era tan peligrosa he imponente, como majestuosa, dos leones de casi la misma altura peleaban llenos de rencor y odio entre ellos, hasta que el mismo Raban no pudo seguir manteniendo esa forma.
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Editado: 03.12.2023