Los pasillos de la Academia son de un color blanco tirándo a crema, es hermoso y contrasta perfectamente bien con las estatuas de los Dioses del Olimpo que están hechas de oro y se sitúan en las paredes de los pasillos.
Mis pasos son traquilos y lentos, mi vista pasa de lugar a lugar en todos los lugares de la Academia Real. Quiero ver todo, apreciar mi primer año como estudiante. Es hermosa, las ninfas hechiceras constructoras si que saben hacer las cosas muy bien.
La salida se asoma y el sol alumbra mi salida, bajo los escalones mirando el suelo, cuando de repente me tropiezo con una gran estatua. No entiendo, esta estatua no estaba aquí cuando entré a la Academia.
—Oh, Princesa Astrix. —habla un semi-dios— Es una nueva estatua que acaban de colocar.
Me avisa y volteo a mirar la estatua.
Es Zeus, se sitúa en la entrada de la Academia, aún lado de la de mi madre, que está a la derecha en una esquina, y en la izquierda está Hera, adornando y haciendo ver el hermoso castillo fino y elegante.
Zeus está de una manera majestuosa y autoritaria, mira hacia al frente, su pie izquierdo está incado de rodilla y en su encima, su brazo izquierdo tiene una espada, la espada Ubivat', es, hasta ahora, la espada más poderosa. Es grande, filosa y peligrosa.
No sé porqué tengo un mal presentimiento con esa espada y este lugar en específico. Mi corazón late con tanto desespero, que duele.
—¡Princesa! —escucho que me llaman y me alejo de la estatua de Zeus para retomar mi camino.
Levanto la cabeza hacia al frente y veo al chofer real recostado en el carruaje esperándome. Me acerco más y cuando estoy al frente me abre la puerta, entro y veo a mi hermana sentada mirando una fotografía.
—¿Que te han dicho sobre utilizar objetos del mundo humano? —le pregunto con un tono extraño, es como si no fuera yo. Es un tono demasiado autoritario y frío.
—Tu voz está extraña. —me confirma mi hermana. Volteo a verla y sus ojos se abren exageradamente.
—¿Qué? —pregunto y se tapa la boca.
—Tus ojos. —responde alargando sus dedos, señalando mis ojos.
Hago una burbuja en el aire para reflejar mi rostro.
—¡Oh, Por Zeus! —grito desgarradamente.
—Chofer, acelere. —le ordena mi hermana.
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Mi madre y mis hermanas me miran asustadas, mientras yo sostengo el espejo en mis manos. Todas esperando que yo vea mi rostro lleno de la misteriosa alergia que me atacó en la Academia.
No quiero verme, no quiero verme. ¡Por Zeus! Debo estar horrible, no es para tanto, pero el hecho de lo que pasará después, de las cicatrices que me dejará, me asusta.
—Vamos, lux. —habla mi madre en un susurro— No es para tanto, solo una alergía que hasta ahora, no se sabe a que se debe. Pero no está tan grave.
Desvío mi mirada hacia otro lado, no quiero verme. Pero me estoy comportando muy inmadura.
La belleza no lo es todo. Supongo, bueno, en realidad es cierto.
Alzo el espejo y miro mi rostro. Está lleno de granos rojos, se ven facilmente por mi piel blanca y mi cabello igual de blanco. No estoy tan fea, pero si es algo macabro. No lo sé, pero bueno, que se puede hacer.
—¿Cuándo se me va a ir? —le pregunto a mi madre, sin dejar de ver mi rostro en el espejo.
—Tienes que ir a la Laguna Azul y agarrar una Gardenia para sanarte. —me avisa y volteo a mirarla.
—¿Así de fácil? —pregunto y niega.
—Puede que te cures y puede que no.
Mi hermana Geneviéve abre la boca para decir algo, pero la cierra inmediatamente.
—¿Que ibas a decir, hümila? —le pregunto.
Niega, pero insisto.
—Quiero ir contigo a la Laguna Azul.
—¡No! —interviene, madre— Es algo que tiene que hacer Asteria, pero sola.
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La Laguna Azul puede ser tan hermosa y terrorífica cuando quiera. Muchas veces soñé con dormir en las calidas aguas azules de la Laguna, pero justo ahora no lo sé. Lo pensaría más de un millón de veces.
Está tan oscuro, la luna nisiquiera ilumina un poco. Está oscuro y solitario. Aparte de que me estoy muriendo del frío.
Falta mucho para poder encontrar las hermosas gardenias. Son blancas y hermosas, los humanos las usan mucho para confesarse a alguien. Nosotros los inmortales, no. Debe ser porque no son las mismas especies.
Mis pies se tropiezan con algo suave y esponjado, miro hacia abajo y... ¿Una gardenia? Es una gardenia. Pensé que me iba a demorar mucho más.
Me agacho para tomarla, pero se esconde bajo tierra, se mueve por todos lados y solo veo las ramas.
Me va a tomar mucho tiempo. Muuuucho tiempo.
Tomo la botella de agua que me alistó mi madre. Ahora que lo pienso bien, ¿porqué mi madre no quiso que Geneviéve me acompañara? Lastimosamente no lo voy a saber.
Estás ultimas semanas han sido muy difíciles, los estudios, las leyendas aprendidas y todo en general es dificil.
El lobo de hace tiempo lo conocí, sabía que se me hacía conocido pero no sabía que dónde. Asi que me acercé a él y le pregunte directamente.
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FLASHBACK.
Academia Real.
Hace una semana.
Mis ojos no dejan de mirarlo, ese cabello amarillo con mechas chocolates. No lo sé, pero se me hace conocido.
Sus ojos se conectan con los míos y ya está descartado. Pensé que era mi alma gemela, y que por eso lo había visto en algún lugar.
La verdad es que hace años vengo soñando con un hombre lobo. Es de ojos completamente hermosos y cabello igual que el hombre lobo que tengo frente a mí. Esa mirada lo cambia todo. El lobo de mis sueños no es tan ambicioso y vanidoso como este de aquí. Es más amistoso y agradable.
Podría decirse que pasé mucho tiempo soñando con el lobo de ojos perfectos, que por momentos me llegué a enamorar. Siempre veía como dibujaba, era demasiado bueno. Lastimosamente hace como un mes dejé de solar con él.
Editado: 04.05.2021