Reina Phoenix

Capítulo 8

Mientras caminaba se me cruzó por la cabeza:

-¿Y si está ocupado? y si... un segundo... son las 10:30 de la mañana, ¿qué estaría haciendo en su cuarto a las 10:30 de la mañan... ohh y sé, mejor no interrumpir- me dí una cachetda mental por no haber pensado eso antes. ¿Cuán tonta puedo llegar a ser?.

Ví pasar a Cassandra, así que la llamé y le dije que le comunique a mi tío que ya llegué. Ella por su parte me dijo:

-Su tío le pidió que se muda a la habitación de sus padres...-

Me paralicé al oir las últimas palabras.

-Princesa... se ¿encuentra bien?- pregunto preocupada- ¿princesa?-

-Si..., si estoy bien, solo fue... nada, dile eso a Joshua por favor- dije tratando de esquivar el tema.

-Bien, con su permiso me retiro- asenti.

Me apoyé en la pared y puse mi mano sobre mi frente. Respiré profundo varías veces para no quemar todo a mi alrededor, comenzé a temblar, la tristeza invadió mi cuerpo, aún no supero la  muerte mis padres y creo que nunca lo haré, solo las personas realmente fuertes lo hacen y yo no soy una de esas, aúnque aparente todo lo contrario, por dentro su muerte me afecto muchísimo como a cualquiera que perdiera a sus padres.Varías veces lo traté de superar, de que su muerte no fué en vano pero, lo logré, logré hacerlo en un momento, pero recordar ver por mi ventana como un ser maligno les clavaba en su corazón el puñal del alma me enojaba y entristecia, ese... puñal era casi imposible de encontrar y ese monstruo que los asesinó debió de estar buscandolo por bastante tiempo.

Esa pesadilla me atormentaba cada noche, esta semana no lo hizo ya que me repetía antes de dormir que ellos fallecieron para salvar a su pueblo, para savarme... a mi y sería injusto de mi parte, para ellos, el no superarlos y vivir con el rencor hacia ese monstruo. Acabaré con esos monstruos que pusieron fin a vidas inocentes, a soldados, niños, mujeres, ancianos a... mis padres, esa era mi promesa hacía mi pueblo, así yo tenga que dar mi vida por ello.

Cuando me tranquilicé cambié mi postura y caminé por los pasillos del castillo, recordando cada momento feliz que pasaba junto a ellos, cada objeto de cada rincon me traía cosas buenas. No me dí cuenta de que mientras caminaba había llegado a la puerta de mi habitación.

Puse mi mano en la manija, respire hondo y la abrí, mi habitación se encontraba tal cual la deje, el olor a lirios y jacintos lo inundaba, mis dos flores favoritas, la primera simbolizaba el honor, y el poder y la segunda, el jacinto purpura la tristeza. Caminé hacía el balcón, abrí sus puertas y me apoyé en el barandal, desde allí tenía la vista hacía el jardín, repiré profundo y aprecié la hermosa vista que me ofrecía, me quedé ahí por unos 5 minutos, varías veces sentí una presencia detrás me volteaba y no había nadie, pensé que solo era mi paranoia pero mi instinto me decía que no, él nunca fallaba pero al parecer esta vez lo hizo, estando aqui en uno de mis lugares favoritos recordé la vez que me enamoré por primera vez, ese amor que creí verdadero y que resulto ser solo por interés, juré nunca más enamorarme y ese juramento sigue en pie.

Ingresé nuevamente y caminé por toda la habitación tocando con las yemas de mis dedos cada objeto, cada pertenecia mía, pero algo llamó mi atención, el perfume que siempre utlilizaba, para ocultar mi olor en caso de que tuviera un mate, se encontraba en un lugar que no era el suyo y mis prendas de vestir parecian que las habian tocado y sacado del placar, ¿cómo lo sé? bueno fácil, soy una de esas personas que saben perfectamente en donde van cada una de sus pertenecias, cada objeto tiene su lugar y las criadas lo saben, ellas no pueden entrar a mi habitación ya que antes de irme recité un conjuro que me deja entrar solo a mi y a quienes yo deje entrar.

-Mmm ¿quién habrá sido el intruso?- me pregunté.

Salí de mi habitación y un recuerdo inundó mi mente.

Flashback

-No vas a ir y punto- dijo papá firme.

-Sí, si voy a ir y no pueden prohibirmelo, es una simple discoteca- hablé enojada.

-Hija esos lugares no son buenos para alguien como...-

-¡¿Cómo quién?!, ¿¡como yo!?- grité.

-No grites así a tu madre- su voz intimidaba a cualquiera menos a mamá y a mi.

-No quise decir eso hija- hablo calmada mi mamá.

-¿Entonces qué quisiste decir mamá?- la desafié con la mirada. 

-Leah esos lugares no son dignos de una princesa- dijo papá.

-¿Entonces esas fiestas aburridas son para mi? ¿esas fiestas en la que chicos se fijan en mi solo por ser princesa y chicas que se burlan cruelmente y me dicen que no seré un reina nunca, esas fiestas en las que me escabullo, y luego ustedes me regañan por hacerlo y no dejan que me explique?- hablé aún más enojada y triste -¿esas fiestas papá?- hablé entre lagrimas.

Ellos me miraban incrédulos y luego reaccionaron, trataron de abrazarme pero no se los permití, me aparté de ellos y salí del castillo rumbo a la fiesta, limpié mis lagrimas antes de llegar. Al terminar la fiesta fuí a mi lugar secreto, volví al castillo al otro día y enfrente a mis padres, estos estaban muy preocupados, em hicieron preguntas y se las respondí, también me dijeron que tendría guardaespaldas, me negué al principio pero despues terminé aceptando.

Fin del flashback.

 

Esa fue realmente nuestra primera pelea, desde entonces ellos trataron de comprenderme, de entender como me sentía. 

Sonreí al recordar eso, no haberlo dicho no nos habriamos vuelto más unidos que nunca. Caminé hacia el salón en donde se haría la fiesta de los gemelos.

-Y está todo lo que compró princesa- dijo una de las sirvientas.

-Bien- suspiré- solo queda decorar- hablé.

Llamé a Camille conversamos un rato de como lo quería, al principio se asombro por lo grande y espacioso que era el salón, le dije que no se distrajera, ella asintió y comenzó a darme indicaciones de en donde poner cada cosa, las sirvientas y yo seguimos sus ordenes. Almorcé un sandwich con zumo de naranja, simple para terminar cuanto antes la ornamentación.




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