Tristan ingresó dentro del círculo amarillo. El dios debía admitir que no se esperaba encontrar más de tres o cuatro participantes por parte de Ormon, este era el territorio que menos tributo les rendía, pero por lo visto se había equivocado. Aunque verdaderamente dudaba que su interés para estar aquí fuese el honor.
— Quiero que digan su nombre, de qué ciudad de Ormon vienen y por qué están aquí.
Sus ojos dorados y azules e intensos empezaron a pasearse sobre cada uno de los participantes a medida que estos iban hablando.
— Terry, vengo de Olmov. Estoy aquí para demostrar mi valor. — Se apresuró a hablar el primero de los chicos de la fila. Un joven de piel oscura y cabello azabache.
Maya sentía los nervios a flor de piel mientras que cada uno de los participantes se iba presentando, ella no tenía la más mínima idea de que iba a decir sobre porqué estaba ahí — No pues es que una Ninfa me dijo que debía postularme. — Esa no era una opción — Las voces se siguieron escuchando y Maya le ponía especial atención a unos más que otros. Sin embargo, Tristan, no parecía pasar nada por alto.
— Brice, Egia, vengo a ganar — La voz del chico había sonado como una navaja cortando el aire. Hizo que a Maya la recorriera un escalofrío.
Arriesgándose a que la reprendieran, inclinó un poco el cuerpo hacia adelante para poner un rostro a esa voz. Era uno de los chicos que había estado primero en el círculo. Espalda ancha, piel tostada, cabello bajito y rubio, todo en él denotaba seguridad y arrogancia.
— Cassandra, Olmov. Estoy aquí para honrar a mi familia — Esa fue la chica del vestido violeta y a Maya le dolían los ojos de tanto que quería ponerlos en blanco.
Un resoplido bajo se escucho a su izquierda y Maya vio como el chico a su lado giraba los ojos, lo que hizo que una pequeña sonrisa curvara sus labios. El joven al notarlo frunció un poco el ceño, pero luego le dio un guiño y volvió la vista al frente.
— ... Oguen, vengo a demostrar mi honor — La voz que hablaba era del joven a su derecha; Maya estaba a punto de ponerse a temblar.
Cuando se hizo el silencio, y Maya inclinó la vista para hablar, se encontró con los ojos centelleantes de Tristan, por un momento Maya espero que le dijera algo, pero se relajó al ver que no la reconoció y se permitió hablar.
— Maya, Oguen y estoy aquí… — Su mente estaba pensando en algo que decir que no la hiciera sonar como una loca y que en parte fuera real. No quería comenzar la prueba de honor mintiendo. — Estoy aquí porque es mi destino. — Finalizó mirando fijamente al dios, quien a su vez le devolvía la mirada. Su rostro se inclinó mínimamente hacia un lado y sus ojos se entrecerraron en su dirección.
Maya sintió el momento en que este la reconoció y temió a que pudiera decirle algo, pero entonces una voz áspera a su izquierda, atrajo toda la atención.
— Zyan, Egia, y vine aquí por el premio. — Concluyó el joven. Haciendo que Maya se atragantara con su risa. Y Tristan lo mirara sin una pizca de humor.
Así continuaron las presentaciones hasta llegar al último de los participantes; las ciudades que más candidatos habían enviado fueron Egía y Oguen.
— Muy bien, ahora que se han terminado las formalidades, pasemos a lo importante — Tristan, estaba de pie frente a todos, y los demás dioses habían entrado al círculo junto a él — Este es el cuarto territorio que presentará su prueba, Reagan ha sido el elegido para escoger de qué tratará. Así que pongan atención.
El aludido dio un paso hacia el frente e hizo una pequeña inclinación de cabeza en dirección a Tristan, para luego posar sus ojos en ellos.
— Muy bien, como saben esta prueba es para ver si tienen el valor requerido para entrar al torneo, pues solo aquellos nobles de corazón y con la fuerza suficiente pueden ser héroes de Égona — La voz de Reagan se escuchaba melodiosa, como si estuviese recitando una canción, y Maya no pudo evitar asociarlo con las criaturas del bosque o los embaucadores de la plaza— La prueba consiste en la búsqueda de un tesoro, cada uno deberá llegar a donde su premio aguarda, pero solo aquellos verdaderamente capaces, podrán liberarlo y conseguir traerlo consigo. — El dios estaba viéndolos a todos con seriedad, hablaba de manera pausada para que sus palabras fluyeran sin problema. Entonces sus ojos se fijaron en los de Maya, y ella se permitió detallarlo mejor. Él, de alguna manera traía el bosque consigo y le daba una sensación de familiaridad que la relajaba — Deben regresar al punto de partida junto al tesoro y este debe estar en perfectas condiciones, los primeros cinco en conseguirlo pasan la prueba.
El cuchicheo que siguió a sus palabras no se hizo esperar, todo el mundo estaba haciendo suposiciones sobre lo que podría ser el tesoro.
— ¿Qué habrá querido decir cuando dijo que debíamos liberarlo? — La voz de Zyan, hizo que Maya se girara a mirarlo, ella estaba pensando exactamente lo mismo.
El chico tenía la mirada perdida al frente, así que Maya se aventuró a examinarlo más de cerca. Era mucho más alto que ella, tenía el cabello oscuro algo despeinado hacia atrás, su tez era clara, su mandíbula cuadrada y definida lo hacían ver muy varonil, junto a unos ojos verdes y profundos.
— Creo tener una idea, pero no creo que vaya a gustarte — Maya le contestó, aun sin saber si él hablaba con ella.