La delicadeza del mar moviendo el barco emanaba una inmensa tranquilidad a los dos únicos navegantes en él, uno reposando sentado apoyado en el lateral derecho del barco, mientras que el otro se encontraba con una energía sorprendente, a pesar de poseer varias vendas alrededor de su cuerpo.
El piar de los pájaros volando y posándose en el mástil podría ser una vista perfecta para alguien que quisiera relajarse, como Rei; pero como siempre, el mal tercio de la relación entre esa tranquilidad y el hombre, llamado Haru, sale corriendo directo al nombrado, y al enredarse por completo con sus propios pies choca contra el mástil al frente del peliazul, ahuyentando a los pájaros.
De verdad que quisiera decirle algo, quisiera insultarlo; pero no tenía fuerzas, Rei ya se había dado hace tiempo por vencido.
"-No puedo cambiar algo que no quiere ser cambiado; y que es feliz como es. -piensa respirando hondo, cerrando los ojos por la inmensa serenidad que se encontraba en su interior. -Por fin lo entendí."
—¡¡Ayyyyy!! ¡¡Duele, duele, duele!! –exclama con media lágrima en el ojo Haru, sobándose la cabeza con un notorio gran chichón, sin duda debió doler.
—Te he repetido cientos de veces que no corras en el barco, te lo mereces –se limita a responder Rei ante la queja del menor por un año, quien bufa sentándose al frente del peliazul, cruzado de brazos.
—Ya lo sé, ya lo sé, lo siento –se disculpa aún bufando, sabiendo que había perdido esta vez –Hagamos algo, estoy completamente aburridooo –y como si fuera magia el estado de ánimo le cambia completamente a Haru, estando triste por no tener nada que hacer.
Rei abriendo uno de sus ojos lo observa, y suspirando al notar la cara de gato con botas que tiene rueda los ojos, recomponiéndose mientras se estira en su sitio, pues sus brazos estaban entumecidos debido a que estos se encontraban detrás de su cabeza, cumpliendo la función de almohada.
—Si tan aburrido estás, entonces recopilemos toda la información que pudimos obtener en la batalla; algo tiene que servirnos para entender aunque sea un poco todo lo que está pasando... –razona Rei mientras se cruza de brazos aún apoyado al barco.
—Me gusta eso, vale, ¡Hagámoslo! –entusiasmado aplaude, riéndose a la vez provocando que Hayashi alce una ceja, sin entender su repentina felicidad.
—En mi pelea con Rufín no pude obtener información relevante en realidad; solo que el ministro le ofreció algo para capturarnos, del resto nada... –resume Rei chasqueando la lengua, pelear con ese hipopótamo al final no le resultó beneficioso.
—Contrario a ti, se puede decir que obtuve una muy buena información, aunque un poco confusa de entender; ni yo todavía lo hago –reponde orgulloso Haru mientras se rasca la nuca aún confuso por lo último.
—Inicia.
—Bueno...
(......)
1 hora después.
—Entonces, recapitulando: Peleaste con el guardia, pero mientras estaban en ello él repetía constantemente que debía matarte porque se lo debía a alguien, que es sumamente importante matarnos a nosotros; no tanto a mí si no a ti, y un sinfín de cosas más. Además de eso, varias veces en su lucha su voz se distorsionaba, y el ejemplo más notorio fue cuando estaba a punto de morir y le dió la orden al golem.
«Debido a todo ello dedujiste que hablaba del ministro, que se lo debía a ellos y que por supuesto cuando la voz se distorsionaba no era él, si no algún integrante del ministro; ya que tanto su voz, mirada y forma de actuar eran diferentes, como si no tuviera alma.
Hace un resumen Rei con la ceja alzada y brazos cruzados, esperando alguna respuesta del menor que no tarda en llegar.
—Exactamente eso es lo que dije, aunque más resumido –afirma Haru moviendo la cabeza de arriba a abajo, asintiendo con ojos cerrados.
—No sé por qué me sorprende ya a estas alturas; viniendo del ministro hasta revivir a alguien muerto se vuelve posible –suspira pesadamente, creyendo lo dicho por Haru, aunque sea complicado entenderlo con razonamiento.
"-Sencillo, el punto está en no utilizar la lógica; no tratar de entenderlo, solo aceptarlo -piensa Rei observando al cielo."
Se crea un silencio cómodo, ambos apreciando el sonido de las olas chocando entre sí o con el barco; momentos como estos no suceden siempre, y así como fácil llegan, fácil se van.
—Lástima que no hayamos podido rescatar la nota que los guardias reales le habían entregado al tal Rufín. Si bien es cierto que ya sabemos quiénes están involucrados, hubiera sido excelente saber que decía la nota específicamente... –acota Rei desviando la mirada hacia Haru, quien observa un punto específico del barco.
—Es cierto; pero también es triste que Michio-sensei no nos haya podido dar más información relevante... –dice Haru despegando la mirada de donde la tenía, mientras ambos jóvenes recuerdan la última conversación que tuvieron con el viejo Nakamura y Taika.
(......)
Hace un día.
—¡¡Nakamura-sensei!!, ¡¡Taika-san!! –gritan ambos al unísono mientras se acercan a los nombrados, los cuales dejan de hablar de golpe a la llegada de los jóvenes.
—Mocosos, ¿Qué tal están? –pregunta Michio al observar como Haru se encuentra apoyado a Rei, inspeccionando a ambos.
—Estamos bien, eso es lo de menos. El hipopótamo verde tenía un comunicado que le fue entregado por los guardias reales, ¿Ya lo revisaron? ¿Pudieron conseguirlo? –cambia el tema Rei observando a ambos hombres quienes intercambian miradas.
—¿Hipopótamo verde? –pregunta Taika medio confundido, pero el menor al señalar a Rufín inconsciente detrás de los mayores, sonríe –Ah, él...
—Lo siento muchachos, lo estuvimos registrando y no conseguimos ninguna nota, solo un papel completamente carbonizado que al agarrarlo se destruyó –responde a la pregunta Nakamura realizando una mueca –Lo bueno de todo esto es que se cumplió lo que querías mocoso –se dirige esta vez a Haru –Finalmente se acabó la dictadura en este pueblo.