Relato de un valiente

9. Recuerdos

Pasaron dos semanas desde la competencia y el derrotado Merphel no aparecía en ningún lado. La gente lo buscaba con desesperación, pero sus esfuerzos se volvieron en vano al no encontrar una señal de él.

El director había juntado a los profesores para hacer una búsqueda extenuante fuera de la ciudad, sin éxito. Entonces crearon diferentes grupos listos para ser enviados a las ciudades más cercanas, el problema es que no existía un transporte suficientemente rápido, por lo que cada equipo de búsqueda tardaría bastante en realizar su viaje.

Lo que ninguno sabía es que Merphel se había escabullido por una red de túneles secreta escondida en uno de los muros de su ciudad. A pesar de su mal estado, se atrevió a tomar parte de su equipo de exploración, es decir, el candelabro con su respectiva vela, un pedernal y su navaja, además de un par de muletas para poder pasar por el terreno desnivelado del laberinto.

Después de la competencia, el chico espero en su casa hasta el anochecer, y cuando se aseguró de que nadie pudiera verlo, tomó sus cosas y se dirigió apresuradamente hasta la puerta secreta del muro. Una vez entró, eligió ir con lentitud, nadie podría encontrarlo ahí de todos modos, eso y que ir de manera tan descuidada podría costarle la vida, en especial en su estado actual.

Pasaron varias horas antes de que Merphel pudiera llegar a su destino: la choza del bosque encontrada por él muchos años atrás, ahora reconstruida. El haber leído el diario le emocionó tanto que incluso intentó aislarse como el hombre del libro. Sin embargo, no tenía conocimientos de carpintería, se llevó varios meses antes de terminar una cabaña estable, y en ese lapso sus ganas por vivir como ermitaño se esfumaron. De todos modos, se alegró de aprender de la experiencia. Ahora, agradecido por su trabajo, tenía un refugio para vivir.

Desarrolló una rutina que consistía en levantarse temprano para recolectar mayormente uvas y bayas para el día, si tenía sed, tomaba una cubeta y recorría unos cuantos kilómetros hasta llegar al río que pasaba por todo el bosque de Payon, en la tarde, hacia ejercicios para sus músculos en recuperación, y en la noche, se lamentaba de su horrible derrota contra una simple chica, su ego se había acrecentado con el tiempo y a causa de eso se convirtió en un parásito que no lo dejaba dormir.

En cuestión de una semana Merphel había recuperado parte de su movilidad, dejó de lado las muletas y comenzó a cazar con su navaja en las mañanas, mataba alguna presa y se alejaba lo suficiente para encender una hoguera con el pedernal en un sitio donde pudiera calentar la carne sin revelar la ubicación de la choza. Incluso si se viera el humo desde las murallas, estaba lo suficientemente lejos para darle tiempo a comer y salir de ahí. Así fue repitiéndose una y otra vez, hasta que una noche, un extraño suceso irrumpió su rutina.

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —decía una voz fuera de la choza.

Merphel se levantó sorprendido, no podía creer como alguien pudiera encontrar su escondite perfecto. Con el cuerpo inmovilizado y la cabeza confusa, el silencio se apoderó del lugar.

—Sé que estás dentro, puedo escuchar tu respiración.

Al oír esto, Merphel se paró de inmediato, y por puro instinto tomó su navaja mientras abría la puerta por fuera, causando que el intruso retrocediera. Sin pensarlo, el arquero corrió a la red de túneles en absoluta oscuridad, no tenía miedo a perderse, pues mientras tocara alguna de las paredes de los túneles podría imaginarse casi con certeza donde se ubicaba en su mapa mental.

Estaba casi seguro de haber perdido a su perseguidor, cruzó varias bifurcaciones antes de detenerse por el dolor de sus músculos, los cuales no habían sanado totalmente. Justo se iba a sentar cuando escuchó sonidos de pasos acercándose, Merphel se asustó, no podía imaginar a alguien capaz de seguirlo ante semejante oscuridad.

Se levantó y corrió como nunca antes, se dirigió a la entrada de la muralla y cuando llegó, la luna llena eliminó todo rastró de tinieblas. Sin un plan concreto, empezó a escalar el muro. El corazón le palpitaba cada vez más rápido y un sudor frío recorría su cuerpo. Miró hacia abajo, el perseguidor encapuchado no estaba escalando, una leve esperanza motivó al chico. Apuntando su vista arriba observó como en unos escasos diez metros llegaría a la cima, una vez ahí sería muy sencillo escapar, no obstante, una flecha pasó por encima de su cabeza y chocó contra la pared, haciéndola caer al vacío.

—¡Detente! —ordenó el extraño.

El disparo dejó perplejo a Merphel, el frío se intensificó y sus extremidades le dolían, entonces reaccionó. Volvió a mirar abajo sólo para darse cuenta de que su enemigo era la misma chica que le había destronado sus sueños. En ese momento, el miedo desapareció para dejar en su lugar una ira intensa, sin pensarlo dos veces ignoró la advertencia y siguió escalando.

—¡Te lo advertí! —gritó la chica.

De un momento a otro, las flechas volaron como halcones hacía Merphel. Sintió como el dolor le explotaba en las extremidades, iba a desmayarse. Perdía poco a poco el conocimiento, estaba tan cerca de escaparse.

Su vista se estaba nublando e imágenes de sus recuerdos se imponían ante él. Se veía a sí mismo de pequeño en la cima del muro junto a sus padres observando las estrellas de la noche mientras le contaban historias increíbles de su familia. Poco a poco la escena se oscurecía hasta que ya no se pudo ver mas nada, en ese momento una voz se escuchó a lo lejos, era Yves, el director de la academia de arquería.

—Regresarán pronto —mintió. No tenía la fuerza para decirle sobre la desaparición de sus padres al pobre niño.

La voz desapareció, dejando la mente de Merphel en un vacío absoluto. Tras unos momentos, se escuchó un golpe seco.

—No creerás que te dejaré ir después de ese golpe, mocoso —dijo una voz—. Vaya, pero si eres su hijo —poco a poco se iba distorsionando—. Tu papi acabó con mi futuro, así que yo acabaré con el de su hijo...



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En el texto hay: fantasia, aventura epica, accion

Editado: 24.05.2021

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