Estoy aquí por las oportunidades que no tuve, por los errores que cometí; estoy aquí implorando otra oportunidad y ayuda.
Lo único que recibo, son miradas frías y distantes, miradas que duelen más que cualquier piedra arrojada.
Transcurre el día, algunos me miran, casi de reojo, me aborrecen, me temen, se burlan; algunos otros me observan y me compadecen.
Pero lo peor es cuando pasan sin darse cuenta que existo, que soy igual que ellos. No soy un adorno de la ciudad, no soy una estatua.
Aquellos que me ignoran, no se dan cuenta que soy la sombra de esta sociedad; sombra que pasa inadvertida ante la conciencia ciega de un mundo injusto.