Todo estaba oscuro, sentía frío recorrer todo mi cuerpo, temblaba y anhelaba la sonrisa de esa persona especial a quien le entregué tanto y se alejó de mi lado.
Sin aviso, una luz se encendió, mis ojos se cerraron y parpadearon tres veces, había un hombre, a juzgar por su contextura tendría por lo menos cuarenta años:
⎯Ven aquí, pequeña.
Mi altura era normal, pasaba los veinte años, me sorprendía su indicativo. Me acerqué a él, había un espejo y me acomodé en frente…
Esa era mi yo de diez años, lo sé porque mi cabello era largo, mi altura no superaba los 1:40 y era delgada, ¿qué estaba sucediendo?...