Relatos Cortos y Medianos.

El Sonriente Clarence

  Dawn solía hablarme de un sujeto muy particular, uno el cuál adoraba llevar las cejas afeitadas, hablaba con una voz muy aguda y siempre iba con una sonrisa. Dudaba si era homosexual o un fenómeno de circo, hasta su nombre me sonaba a pura felicidad: Clarence, Clarence Patnick. No sólo salía de su boca sino la del resto de mis compañeros de trabajo, quienes no paraban de contar cosas de él. Se decía que nunca usaba la misma ropa dos veces, siempre llevaba guantes de tela y se llenaba de perfume, y algunas veces portaba unos lentes sin receta. En su extravagancia incluso solía vestir trajes con algún lirio en el pecho, besaba a la gente en las mejillas al saludarlas, por el amor a Dios, e incluso llevaba su propio pañuelo descartable a la hora de comer y lo guardaba en el bolsillo de pecho. Jodido rarito. 
    Sus actitudes particulares no paraba de atraer mi atención como la de mis semejantes, cuando oía algún rumor nuevo, cada que escuchaba mencionársele, la curiosidad me carcomía. Y llegó el día, de alguna manera u otra, sea destino o casualidad, lo conocí cuando la empresa realizó un viaje de negocios para la zona Ejecutiva de ese paraíso capitalista llamado Ogznortway. Tan impactante como pueda sonar, resulta que el maldito era sobrino del director y el nepotismo empresarial lo llevó a ser Jefe de la Secretaria General de Empleados ¡Vaya casualidades de la vida! A Dawn y a todos les llamó la atención porque tal parece la promoción fue reciente y no dio tiempo a presentarse ante el equipo de trabajo, por eso nos tomó de golpe haberlo encontrado en el aeropuerto, donde finalmente explicó todo.
    Nos acompañó durante la ida por Braunway y su gran balneario. El señor Patnick tenía un carisma bastante gordo y una voz encantadora, fue divertido pasar el día con él. Incluso con mis pensamientos más negativos, como que era un pederasta o un asesino en potencia, se desvanecieron rápidamente: Solía contar chistes como que tenía un retrasado mental de hermano, hacía imitaciones de chinos, hasta gastaba bromas a su tío para acusar al menos afortunado de nosotros y un sueldo siempre terminaba bajando. Fueron puras risas. En el bar de la estancia llegó a pagarnos un par de cervezas y un desayuno con toda la buena fe del mundo, Patnick hizo dudar a Dawn de su heterosexualidad. Eso sí, se lo devolvimos más tarde en Pancarna cuando se quedó corto de verdes. Y es que la pasamos muy bien sin dudas, fue uno de los viajes de negocios más divertidos en que pude estar… y mira que estamos hablando de Cottson’s.
    Recuerdo que luego de eso nos habló personalmente a la salida de la oficina, cuando volvimos después de 4 días y 18 horas de viaje, tal parecía vivía a unas calles de mi localidad, a un lado de Tripia y Malbenic, en la famosa intersección.  Nos comentó que se asentó en una pequeña mansión con su familia donde anteriormente habitaban los Idabraw, supongo que éstos últimos, conocidos por poseer el 49% del inmobiliario de mi ciudad, no les molestarían vender uno de vez en cuando para un dinero rápido. 
Eso sí, cada que veía a Patnick, dentro de él algo me generaba inquietud, muchísima, digamos que fue lo que me llevó a adivinar qué haría aquél diciembre en la fiesta de Pink... y era su manera de sorber el trago, resonaba por toda la puta habitación, me generaba nervios. Era irritante cuánto menos, pero pronto descubrí que era alguien peligroso: 
Nada menos que un jodido bebedor compulsivo ¿Y quién lo hubiera imaginado después de todo? No me refiero a peligroso en un tono violento, se trataba de alguien insoportable y sus peores momentos se los llevaba luego de dos tequilas. Por ejemplo, unos días después de conocerlo mejor y adaptarse al grupo, Dawn y yo fuimos invitados por Claude y Alan  a celebrar su vigésimo aniversario de bodas, un evento particular al cuál insistimos en llevar a Clarence. Al principio todo iba bien, creía que podía comportarse e incluso lo hizo durante un buen rato: Habló con los invitados, insistió en el chiste de su hermano retardado que mordía cables, llegó a seducir a una chica que le dio su número… eso hasta que se obsesionó con el Burdyn, yo estaba en otra habitación pero corrí hasta él cuando escuché unos gritos. Y es que todo terminó con él bailando sobre el pastel mientras se lo pasaba por el culo parado sobre la mesa principal, y vaya que le sacamos fotos. Tengo que admitir la pasé muy bien, me reí mucho, pero Alan se largó a llorar y desde ese día Claude jamás se volvió a acercar a Clarence y a nosotros, a quién nos acusó de no controlarlo. Pero oye, yo tampoco he vuelto a mirar la repostería con los mismos ojos, las imágenes quedaron grabadas en mi celular y en mis retinas.
    Pero bueno, con pasar de los meses Patnick no sólo opacó esos errores sino que cada día se mejoraba más y más como individuo. En primer lugar, me enteré que su hermano retrasado no era una broma de mal gusto, ni las historias que decía sobre él, todo era verdad hasta el hecho de que lo cuidaba en casa de sus padres, y una vez casi muerde el tomacorriente. Un día salí exclusivamente con ellos y me supe que ambos asistían al Hospital Infantil de Santa Mónica a leer cuentos para los niños y visitar a los enfermos terminales, haciéndose pasar por familiares de personas con alzhéimer. También Clarence me confesó que tenía un encanto por escuchar las historias de los ancianos en el Asilo de San Maul, y lo peor de todo es que eso le parecía vergonzoso ¿Me estás jodiendo? Le costó decírmelo, tuve que insistir. 
Dios, he ido a su casa en muchas ocasiones y salido una cantidad veces a tal grado de que pienso en eso y muchas otras cosas que fui dándole vueltas. Y no lo puedo ignorar, lo que me pasa es algo que me parece imposible de creer hoy día, pero cuando me decía esas cosas… Me hacía sentir raro, cómo encantado por su presencia. Cada día que salíamos era descubrir un poco más de él, sus nuevos perfumes, sus nuevos trajes. Su propia presencia me hacía sentir pleno. Amaba oírlo dormirse cuando nos quedábamos bebiendo en su cuarto hasta madrugada ¡Adoraba ese mes en que fuimos a la playa con Dawn! Carajo, hasta su familia era genial. Conocí a sus padres cerca de fin de año. Me la pasé muy bien cuando en vísperas de navidad me invitaron personalmente a pasarla con ellos, por desgracia poco después tuve que cumplir un compromiso e irme a Jainstown para festejar año nuevo con mi madre. No volví a ver a Clarence desde ese entonces hasta Febrero.
    Pero cuando volví a casa, lo más difícil fue aceptar lo que se vino después de mi llegada. Se encontró el cadáver de sus padres en un descampado cerca de su cuadra y solamente la cabeza de su hermano en un basurero a los alrededores de la ciudad. En un principio, la oficina estaba conmocionada, pero pocas semanas después, lo más duro impactó para quienes conocíamos a Clarence debido a que fue hallado en una cabaña cerca del Lago Portimor. Fue una verdadera pena enterarnos de que lo arrestaron y condenaron a muerte. Quizás el destino me hizo irme lejos, o tal vez el azar, debido a que me rompí cuando comentaron que Clarence había estado, durante todo el año que nos conocimos, asesinado gente sin motivos claros y finalmente fue atrapado cuando tiroteó un centro comercial e intentó huir a Sanway. Ahora que lo pienso entiendo a qué se debía su excesiva amabilidad, su uso enfermizo del perfume, guantes y sus distintos trajes todos los días. Y pensándolo bien, no sé si estaba en sus planes hacerme sentir algo por él... pero da igual, ya todo pasó, sólo puedo reconocer algo de ti y es que has jugado bien Clarence, siempre tuviste una linda sonrisa.



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En el texto hay: suspenso, relatos cortos, plot twist

Editado: 04.05.2020

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