Sin levantar la cara del cuaderno donde escribía pudo sentir que se aproximaba alguien, que era mujer y que estaba vestida de una manera poco convencional. Sin dejar de escribir podía incluso afirmar que los colores de las telas que le envolvían su cuerpo eran rosado y azul. Cuando ya estuvo lo bastante cerca pudo incluso reconocer su identidad sin mirarla. Fue entonces cuando levantó la vista y solo vió una paloma blanca revoloteando por todo el pasillo. De pronto él apareció exaltado mientras le decía; vine corriendo porque desde lejos vi que ella caminaba a tu encuentro, lo juro.