Relatos de Mrs Unright

Mi primera vez

¡Ay mi primera vez! 
Aún la recuerdo cómo si fuera ayer.
¿Me creerían si les contará que mi primera vez fue con Chá?

Y fue I-N-C-R-E-Í-B-L-E.

Imagínense. Estar ahí montada, con cada pierna de un lado, sintiendo la vibración debajo de mi y ese rugido que me enchinó la piel; con la adrenalina a tope, con las manos sudorosas y bien bien agarrada del hombre de mis sueños.

Fue exquisito, excitante, simplemente algo fuera de este mundo.

Así fue la primera vez que me subí a una moto.

Jajajaja. ¿Decepcionad@s?

Pues si, yo nunca me había subido a una moto. La neta me daban miedo y además mi papá decía que eso era cosa del diablo.

Cuando conocí a Cha, además de su camioneta tenía una motocicleta. Una Road king de Harley Davidson.
¡Preciosa la cabrona!
Pero así nomas, de lejitos. Es más, la conocía nomás en foto.

Cómo a la tercera cita que tuvimos yo muy buena ondita le dije a Cha que lo invitaba a cenar unos woks bien ricos que están en coapita la bella.

Quedamos de vernos ahí a las 7 de la noche, porque pues él era Godin.

Llegué al lugar, y lo espere afuera. 5.. minutos.. 10... minutos.. y de Chá, ni sus luces. Le marque 3 veces y no contestó.

"Chale. Se me hace que este ya me plantó. La última vez no le gusto la cita o a lo mejor ya se agarró a otra y ya no va a querer salir conmigo" pensaba yo desde lo más profundo de mis inseguridades y traumas.

Me metí al restaurante y dije "5 minutos más y me voy".

Apenas pensé eso cuando lo ví llegar. 
SU PUTA MADRE. Que pinche sensual era ese gordito barbón.

Llevaba unos jeans, botas de cuero, y una chamarra negra, gruesa, como de piel. Traía el cabello medio largo y  despeinado. Una piernera negra en la pierna derecha.

"Pos que este vato no viene de trabajar?" Pensé.

"Muñeca discúlpame, me retrasé muchísimo porque desde en la tarde pase a mi casa y tuve que hacer un par de pendientes. Tenía mucho miedo de que ya te hubieras ido".

Lo mire con cara de mamona "de hecho ya me iba, me regresé al baño a hacer pis". Pretexto barato pero no podía pensar bien porque el cabrón se veía extremadamente sensual.

Cenamos, platicamos, reímos. El tiempo a su lado se pasaba como el agua. Neta que la pasaba (la paso) increíble a su lado.

Pague la cuenta (aunque no me quería dejar) y salimos del lugar.

Y ahí estaba estacionada "La morena" como le decía el.
Pinche moto mamalona.
Grandota (como del tamaño de un vocho), de un color café Coca-Cola con destellos, alforjas a los lados, rines cromados, y un cuelgamonos bien cool.

Sobre la moto su casco. Y atrás otro más amarrado pa' que no se lo robaran.

"Vámonos" me dijo con una sonrisa pícara. "Tú casco es el de atrás".

"¿Queee? Ni madres. Yo a las motos no me subo, me dan pánico. No gracias". Le dije con firmeza.

"Pues entonces no se cómo vas a volver a casa, porque yo lo único que traigo es moto" me dijo muy serio.

"Pues ahorita pido un taxi. Ya te dije que a mí esas madres me dan miedo y pues no, no me subo, no me subo y no me subo". Pero la verdad es que ya empezaba a sentir ganas de subirme, nomás que me moría de miedo.

"Bueno, como tú quieras. Te espero en lo que llega el taxi muñeca. Solo te diré una cosa. Si tú no te quieres subir, habrá alguna que si quiera". Me dijo súper patán Chá.

Sonrió. Touché. Le dió al clavo.
Solo de imaginarme a cualquier otra morra arriba de esa impresionante moto, abrazada de ese gordito sensualón, me provocó una rabia tremenda.

"Ah pues mira. Ahora sí me subo. Pos este, ¿cómo que habrá otra que se quiera subir? Eso sí yo la dejo".

Se rió. Conmigo ya se estaba acostumbrando a siempre salirse con la suya.

Tomo el casco, y se lo puso. Con una naturalidad increíble. Tomo el otro y me lo extendió.

"Póntelo. Yo creo que sí te va a quedar".

Ay no. Soy super cachetona, no puedo usar sombreros porque me van fatal, y además ya me había imaginado un poco la escena de mi sobre esa moto, con el cabello al aire, bien sensual y ruda yo.

"¿Me lo tengo que poner? Me voy a despeinar". Le dije en un intento de que el casco no fuera tan necesario; al fin y al cabo no íbamos tan lejos.

"Si señorita. Sin casco no hay paseo. Sin casco no te subes. Mira, tan fácil es la cosa, si el viaje es tan cerca como para no necesitar casco, entonces mejor caminas". Su tono fue firme y pues ya, no me quedo de otra.

"Pero no sé ponérmelo".

"Venga, te ayudo". Se acercó y me puso el casco sobre la cabeza, lo ajusto bien para que no me bailará y abrochó las cintas por debajo de mi papada, que según yo, se veía enorme. 
"Ahí está. Casco listo. Vámonos señorita".

Wow. Este príncipe no tenía un caballo blanco, pero se cargaba una motocicleta de ensueño.

"Mi papá me va a matar si me ve trepada en una de estas cosas".

"No te apures, vamos a la casa y cambiamos la moto por la camioneta y así tu papá no se da cuenta". Me guiñó un ojo. Me temblaron las piernas. Me traía embobada.

Chá tomo el manubrio con las dos manos, y en un movimiento ágil, firme y sobre todo sensual, paso una pierna por encima de la moto y la montó.

Diablos. Soy torpe ya lo he dicho antes. No tenía ni idea de cómo trepar una madre de esas, y menos porque era enorme y además soy chaparra.

Ay Diosito. Subí un pie al estribo. Me resbalé. Me reía de nervios. No podía subir y me sentía la más boba y torpe del mundo.

"Que perro oso". Pensé con la cara más roja que un tomate.

"No te apures. Ya irás aprendiendo. Vas a ser toda una experta, ya verás".  
Otra vez el príncipe Cha-rming haciéndome saber que estaba en sus planes a futuro. Y yo moría de amor. Y esa era solo la tercera o cuarta cita.

Cómo pude, de manera torpe logré pasar mi pie por encima del asiento y me acomodé. La verdad es que pensaba que las motos eran súper incómodas, como las bicis jajaja. Pero bueno, es que esa moto era otro pedo. El asiento trasero era toda una comodidad. Hasta respaldo tenía.



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En el texto hay: relatos cortos

Editado: 15.05.2021

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