"Nunca se está totalmente lista para ser mamá", le decía este fin de semana a una amiga, "pero de repente algo te dice que es momento".
Una noche, de esas de copas, estábamos Cha y yo bailando (raro en él). Ya traíamos varias copas encima.
El momento era único, el licor, la música, los besos.
Entonces así sin más me la soltó: "gordita, ¡te amo muchísimo! ¿Y si ya tenemos un bebé? ¿Y si te dejas de tomar las pastillas?
Teníamos escasos 5 meses de vivir juntos.
"¡Siiiii! ¡Tengamos un bebé!" Le dije mientras lo abrazaba fuerte y le plantaba un beso de película.
Me desperté al otro día con un dolor de cabeza ligero y una sed del demonio.
"Tengamos un bebé" me hacía eco en la cabeza. No era la primera vez que me lo pedía, pero está vez yo había dicho que si, arrebatada por el momento.
"¿Que hice? ¿Porque le dije que si?" Me preguntaba mientras me servía un vaso de agua.
"No estoy lista. Me da pánico tener un bebé. Es una responsabilidad enorme. No, no y no".
Pero no le dije nada. Simplemente seguí tomando las pastillas sin decirle nada.
Pasaron unos 5 días y le platiqué a una prima la situación: "we, me siento súper mal de mentirle, pero es que neta no se cómo echarme para atrás" le dije angustiada.
Cha ya se veía ahí cambiando pañales y cargando un bebé y yo le estaba mintiendo.
"No mames Elizabeth, no seas así. Mira, si no quieres está bien, es una decisión super importante, y no está mal no sentirse lista. Pero no le mientas, el wey le está echando un chingo de ganas y bien ilusionado y pues obviamente no va a pegar. No seas gandalla".
Tenía razón. No podía mentirle a Cha, y aún cuando lo veía bien emocionado, decidí contarle la verdad.
No me sentía lista, no sabía que tanto estaba dispuesta a perder mi "libertad". Me daba pánico tener un pequeño ser que dependiera de mi 24/7.
"Cha, disculpame por favor, la verdad es que no me deje de tomar las pastillas, pero es que en verdad no estoy lista. Y ese día me emocioné, pero después caí en la cuenta de que no es lo que que quiero en este momento".
Vi su corazón apachurrarse, más que enojo reaccionó con tristeza. Pero lo entendió perfecto.
"No pasa nada gordita. Yo entiendo, y quiero que el día que llegue, sea deseo de los dos. No solo mío. Yo espero, sin prisas, a qué te sientas lista".
Nos abrazamos y acordamos no jugar con eso que para él era tan tan deseado.
Pasaron un par de semanas.
Un día por la mañana, desperté a su lado, abrió los ojos y me miró con amor (cómo casi siempre lo hace).
No recuerdo por qué... Pero nos reímos de una manera extraordinaria. De esas risas que te hacen doler la panza.
Entré pijamas, cosquillas y carcajadas, llegó a mi un golpe en el corazón.
Me senté en la cama. Aún agarrándome la panza adolorida de tanto reír. El tiempo (para mí) se detuvo.
Miré a mi alrededor. Nuestra perrita echada a los pies de la cama, la tele encendida, la cama destendida, y Cha con sus ojos llorosos de reír, con sus manos que hacían cosquillas, con su sonrisa que tanto me derrite.
Y me lo imaginé perfecto. La misma escena, pero con un@ pequeñ@ entre nosotros, en pijama chiquita, comiendo cereal con leche mientras veíamos Moana.
Me imaginé a Cha cargando un bebé, jugando a las muñecas o con carritos. Me imaginé nuestra casa con juguetes en el piso.
La idea de unos bigotes de chocomilk me hizo sonreír.
Entendí que el miedo que sentía era solo hacia lo desconocido, pero que mi corazón lo deseaba tanto como él.
Y mi miedo se convirtió en deseo, y la incertidumbre en expectativa.
Y lo miré sintiendo tanto amor, pensando (una vez más) que él era el hombre con el que quería compartir toda mi vida.
Cha se incorporó, quedando sentado a mi lado.
"¿Que paso cielo? ¿Todo bien? Te quedaste muy seria de repente" me miró curioso.
"Si quiero Cha" le dije sonriendo de oreja a oreja.
"¿Si quieres que?" preguntó confundido.
"Hagámoslo, tengamos un bebé" le dije con una risa nerviosa.
"Liz, ¿estás segura? No quiero que te sientas presionada, y tampoco quiero que juegues con eso, no juegues así con mi corazón".
"¡Noooo! Lo digo muy en serio. Chingue su madre. ¡Hagámoslo! ¡Tengamos un bebé!"
Me abrazo súper emocionado. "¿Ya? ¿Ahora? ¡Tengamos un bebé ahora mismo!" Me dijo mientras me hacía cosquillas que nuevamente me tiraron a la lona.
Y aquel día decidí que quería ser mamá. Cómo una señal (asquerosamente romántica y divina).
Poco más de dos meses después, teníamos en nuestras manos aquella prueba de embarazo que confirmaba que nuestros sueños se iban a hacer realidad.
Ustedes, ¿Sintieron esa señal divina?
¿Que sintieron cuando se enteraron de sus embarazos?
¿Han sentido el útero alborotado últimamente?
Besos,
Mrs. (Señales) UnRight